VERNE
El hijo de Jen Anderson Shattuck, una mujer de Plymouth, en EE UU,
tiene tres años y le gusta ponerse tutús. El pasado 23 de agosto,
mientras el niño y su madre caminaban por un parque, tuvieron un
encontronazo con un hombre que tomó fotografías del niño y le increpó.
Al día siguiente, la madre publicó en Facebook un texto sobre lo
ocurrido, que ha superado los 44.000 compartidos en menos de cinco días.
Publicación de Jen Anderson Shattuck del pasado 24
de agosto. Puedes leerla en español, al completo, en la parte inferior
de la noticia.
La misiva –que puedes leer traducida abajo– comienza hablando del
niño y su afición por los tutús: "A mi hijo de tres años y medio le
gusta jugar con camiones. Le gusta hacer rompecabezas. Le gusta comer
ciruelas. Y le gusta vestirse con tutús brillantes", cuenta. "Si se le
pregunta, dirá que los tutús le hacen sentir guapo y valiente y que no
hay normas sobre lo que chicos y chicas pueden ponerse".
Continúa explicando que su hijo ha ido con esta prenda a todas partes
–incluso a la iglesia– y que nunca ha tenido problema. Hasta su
encontronazo en el parque, que Shattuck relata así:
Ayer, en nuestro paseo por el parque, mi hijo y yo fuimos abordados por alguien que exigió saber por qué mi hijo llevaba falda. Nosotros no lo sabíamos, pero parece que llevaba observándonos bastante tiempo.
“Solo por curiosidad”, dijo el hombre. “¿Por qué sigues haciéndole esto a tu hijo?”. Él no tenía curiosidad. Él no quería respuestas. Él quería estar seguro de que ambos sabíamos que lo que mi hijo estaba haciendo –eso que yo le estaba PERMITIENDO hacer– estaba mal.
“Ella no debería hacerte esto”, dijo. Él hablaba directamente a mi hijo. “Eres un niño. Ella es una mala madre, esto es abuso de menores”.
Él hombre nos hizo fotografías, a pesar de que le pedí que no lo hiciera. Me amenazó. “Ahora todo el mundo lo sabrá”, dijo. “Tú verás”.
Tras el incidente, Shattuck llamó a la policía, que le tomó
declaración y "elogiaron la falda" de su hijo. La madre explica que
ahora su hijo tiene miedo de volverse a encontrar al hombre, que le
vuelva a gritar y a hacer fotos. Ella sin embargo no tiene miedo: "No me
intimidarán", afirma. "No me harán sentir vulnerable o asustada. No
dejaré que extraños furiosos me digan qué se puede o no se puede poner
mi hijo".
"En casa tenemos un lema", continúa, "nos queremos, somos amables,
determinados y persistentes, bellos y valientes". Y concluye: "Sabemos
quiénes somos. Desconocidos furiosos no cambiarán cómo somos. El mundo
no cambiará nuestra forma de ser: nosotros cambiaremos el mundo".
#TutúsParaRoo, faldas como solidaridad con el niño
La publicación de Shattuck no solo ha sido un éxito de compartidos,
sino también en repercusión: a raíz de su post, muchos lectores han
querido mostrar su solidaridad compartiendo imágenes en tutú con el
hashtag #TutusForRoo
(#TutusParaRoo). El promotor de esta iniciativa ha sido un amigo de
Shattuck, Tim Atkins: "Quería mostrarle a su hijo de tres años, apodado
Roo, que está bien llevar un tutú brillante si eso es lo que quiere",
explica en una publicación que supera los 400 compartidos. "Así que
compré mi propio tutú y se me ocurrió la idea de #TutusForRoo".
En su post, Atkins explica que trabaja como director de educación en
una congregación religiosa y que está orgulloso de que la comunidad le
apoye en la idea de que el género no es binario (chico-chica) sino que
abarca un amplio espectro. "Si algún niño en mi programa, o alguien en
este gran universo, está preocupado porque le gustaría llevar un tutú
pero tiene miedo", explica, "yo le cubro la espaldas. Y me pongo un tutú
rosa brillante en solidaridad".
Jen Shattuck ha explicado a Cosmopolitan
que no podía imaginarse la repercusión de su mensaje. "No tenía ni idea
de que podía volverse viral, no era mi intención", explica. "El hombre
que nos abordó dijo 'todo el mundo lo sabrá', así que pensé que todo el
mundo debía saberlo. Saber lo que ha ocurrido y también la fuerza del
amor hacia mi hijo".
Jen Anderson Shattuck
A mi hijo de tres años y medio le gusta jugar con camiones. Le gusta
hacer rompecabezas. Le gusta comer ciruelas. Y le gusta vestirse con
tutús brillantes. Si se le pregunta, dirá que los tutús le hacen sentir
guapo y valiente. Si se le pregunta, dirá que no hay reglas sobre lo que
los chicos y las chicas pueden vestir.
Mi hijo ha vestido tutú en la iglesia. Ha vestido tutú en el
supermercado. Ha vestido tutús en el tren y en la caja de arena. Esto ha
sido, en nuestra parte del mundo, nada problemático. Alguna vez nos han
hecho preguntas bienintencionadas, las hemos respondido y ha estado
bien. ESTUVO bien, hasta ayer.
Ayer, en nuestro paseo por el parque, mi hijo y yo fuimos abordados
por alguien que exigió saber por qué mi hijo llevaba falda. Nosotros no
lo sabíamos, pero parece que llevaba observándonos bastante tiempo.
"Solo por curiosidad", dijo el hombre. "¿Por qué sigues haciéndole
esto a tu hijo?". Él no tenía curiosidad. Él no quería respuestas. Él
quería estar seguro de que ambos sabíamos que lo que mi hijo estaba
haciendo –eso que yo le estaba PERMITIENDO hacer– estaba mal.
"Ella no debería hacerte esto", dijo. Le hablaba directamente a mi
hijo. "Eres un niño. Ella es una mala madre, esto es abuso de menores".
Él tomó fotografías nuestras, a pesar de que le pedí que no lo
hiciera. Me amenazó. "Ahora todo el mundo lo sabrá", dijo. "Tú verás".
Llamé a la policía. Vinieron, hicieron el parte, elogiaron la falda.
Aún así, mi hijo hoy no se siente seguro. Él quiere saber: "¿Volverá el
hombre? ¿El hombre malo? ¿Vendrá a gritar cosas inapropiadas sobre mi
falda? ¿Sacará más fotos?".
No puedo estar segura. Pero sí puedo estarlo de esto: no me
intimidarán. No me harán sentir vulnerable o asustada. No dejaré que
extraños furiosos me diga qué se puede o no se puede poner mi hijo.
El mundo puede no querer a mi hijo como hijo es, pero yo sí. Fui puesta en este mundo para asegurarme de que él lo sabe.
Gritaré mi amor por las esquinas.
Defenderé a gritos su derecho a andar por la calle en paz, vistiendo lo que sea que se quiera poner.
Enseñaré a mi hijo, de cualquier manera que me sea posible, lo que
vale como persona, creyendo en su visión de sí mismo y apoyando sus
decisiones –no importa lo que otros digan, no importa quién intente
detenerlo ni cómo.
Nuestra familia tiene un lema:
Nos queremos.
Somos amables.
Somos determinados y persistentes.
Somos bellos y valientes.
Sabemos quiénes somos. Extraños furiosos no cambiarán cómo somos. El
mundo no cambiará nuestra forma de ser: nosotros cambiaremos el mundo.
Edito para añadir: este post es público y está permitido compartirlo. ¡Estaremos muy agradecidos por tu amor y apoyo!
EL PAÍS, Martes 30 de agosto de 2016
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