BEATRIZ G. PORTALATÍN
El verano es una época especial para los más pequeños: disfrutan
jugando en la playa, en la piscina, en la montaña o en cualquier rincón
al aire libre, olvidándose por unos meses del cole y de las actividades rutinarias del invierno. Pero no por ello, debemos descuidar su salud. En los meses veraniegos es muy común la aparición de ciertas patologías que hacen frecuentar las consultas de pediatría.
Algunas
de las enfermedades estivales más frecuentes -aunque se podrían
enumerar muchas más- y que afectan a los niños a partir de los
tres-cuatro años y hasta la adolescencia son las siguientes:
Infecciones de vía aérea respiratoria alta
Son
muy comunes durante todo el año. La etiología más frecuente son los
virus, tanto en invierno como en verano, aunque nos encontramos
diferentes tipos en esta época. Según explica a EL MUNDO Blanca Toledo
del Castillo, pediatra del Hospital General Universitario Gregorio
Marañón (Madrid), los síntomas más frecuentes son congestión nasal, rinorrea serosa, clara y dolor de garganta,
pudiendo asociar fiebre generalmente baja (entre 38-39 39ºC). El
tratamiento suele ser sintomático, con antitérmicos como el paracetamol e
ibuprofeno y una abundante hidratación. "En el caso de que la fiebre se
perpetúe más de tres-cuatro días o exista otra sintomatología como
dolor torácico, dificultad para tragar o al respirar, etc., se
recomienda ser valorado por su pediatra", mantiene.
Faringoamigdalitis aguda
Hasta
en el 75-80% de los casos, explica la pediatra, suele ser de etiología
vírica, presentando el enterovirus un pico de incidencia en los meses de
verano. En esta afección, los síntomas más frecuentes son tos, rinorrea, odinofagia (dolor de garganta) y, en ocasiones, aparecen pequeñas aftas en la cavidad oral
(llagas en la boca). El tratamiento en los casos producidos por virus
es sintomático, pero en el caso de que se asocie fiebre elevada o
dificultad para tragar, debe ser valorado por un especialista en
pediatría.
Por otra parte, cabe destacar también la aparición de las faringoamigdalitis irritativas, favorecidas por el aire acondicionado.
"Si los niños se exponen a temperaturas muy frías de aire acondicionado
o bien a aire acondicionado directo, aparece dolor e irritación de
garganta, pero no suele cursar con fiebre, sólo con molestias faríngeas
debido a la irritación e inflamación que provoca en la vía aérea la
sequedad por el aire acondicionado", apunta esta especialista. Es
importante, por tanto, evitar el aire acondicionado directo o a temperaturas muy bajas.
Gastroenteritis aguda
Dentro de esta afección, Juanjo García, jefe de pediatría del Hospital Sant Joan de Déu (Barcelona), señala que existen dos clases: de etiología vírica, cuyos síntomas son fundamentalmente diarrea y vómitos, que se transmiten entre persona y persona; y las segundas, mucho más frecuentes durante los meses de verano, las producidas por intoxicación alimentaria.
"El 80% de las gastroenteritis agudas son causadas por virus, aunque en
el periodo estival cobran importancia las toxoinfecciones alimentarias
como, por ejemplo, la infección por salmonella", indica Toledo.
Estas
intoxicaciones alimentarias cursan de manera brusca después de haber
ingerido un alimento. Normalmente suele haber un foco, es decir, por
ejemplo toda la familia ha ido a un restaurante, han comido todos un
determinado alimento que les ha sentado mal y toda la familia enferma
con diarrea. Todo esto "está muy relacionado con una inadecuada conservación o preparación de los alimentos,
por ello en verano se recomienda no ingerir huevo o pollo poco
cocinado, así como mayonesa que esté en mal estado", señala la pediatra.
Lo principal para tratar estos cuadros de intoxicación es una hidratación abundante con suero oral hiposódico
(de venta en farmacias), ya que ayuda a reponer lo que pierde el niño
por las deposiciones. Sin embargo, sostiene esta especialista, no se
recomiendan las bebidas azucaradas (ya que su poder osmótico puede
empeorar el cuadro de diarrea) y sí se aconseja tomar una dieta adecuada
para su edad precoz (dieta normal, no dieta blanda), sin dejar periodo
de ayuno, evitando grasas y azúcares. Por último, se debe acudir al
médico "cuando el niño se toma un vaso de suero oral y no lo tolera y
sigue vomitando, o tiene muchas más pérdidas por la diarrea de lo que puede tener por la boca", aconseja, por su parte, el doctor García.
Para
prevenir estas tres enfermedades infecciosas (infecciones de vía aérea
respiratoria alta, faringoamigdalitis aguda y gastroenteritis aguda),
Toledo señala dos recomendaciones importantes a tener en cuenta. (1) Lavado de manos con agua y jabón.
Siempre antes de las comidas o antes y después de manipular alimentos,
antes de dar el pecho, después de ir al servicio y/o de cambiar el pañal
a un lactante y también después de sonarse la nariz, toser o
estornudar. (2) La vacunación.
Laringitis aguda
Se trata también de un cuadro viral que en los meses de verano es más frecuente debido al virus parainfluenza (frecuente en primavera y verano). Tal como explica esta pediatra, en esta patología los síntomas más frecuentes son tos metálica o tos perruna, fiebre variable y, en ocasiones, puede acompañarse de estridor inspiratorio
(un ruido seco que presentan los pacientes al coger el aire). En el
caso de que el niño lo presente, "se recomienda exponerlo a aire frío
(abriendo el congelador) para bajar la inflamación de la laringe y
acudir cuanto antes a un centro de urgencias pediátricas. Es importante,
en estos casos, la atención médica inmediata", sostiene la doctora.
Otitis externa
Se conoce popularmente como la otitis del nadador.
Juanjo García explica que se trata de una afección del oído externo que
es frecuente en los meses de verano y es diferente a la que normalmente
aparece en invierno, que afecta al oído medio. La otitis externa del
verano es producida por la humedad, por el agua de las piscinas, playas,
etc. y el síntoma más común es fundamentalmente el dolor que, además,
suele acentuarse cuando se presiona en la oreja o incluso al tragar. "Se suele tratar con antibióticos tópicos (en gotas) y antiiflamatorios",
informa Toledo. "En un principio, se puede administrar al niño algún
antiinflamatorio para mejorar la inflamación, pero se recomienda acudir
al médico porque el tratamiento es siempre la antibioterapia tópica",
aconseja esta pediatra.
Para prevenir esta otitis, se recomienda
secar los oídos después del baño con una toalla, no permanecer con los
oídos húmedos durante tiempos prolongados, limitar el tiempo que pasan
en el agua e intentar hacer descansos de una o dos horas entre baño y
baño. Importante también evitar el uso de bastoncillos.
Picaduras de insectos
Son, sin duda, una de las consultas más frecuentes en verano. Las picaduras producen reacción local, edema, enrojecimiento y picor intenso.
Lo más importante es evitar la infección local, por ello es importante
lavar bien la picadura con agua y jabón y se puede aplicar también hielo
local durante 10 minutos para bajar la inflamación (sobre todo esto se
hace más en picaduras de abejas o avispas). "En el caso de que se
produzca inflamación local, esto es, que se ponga rojo alrededor de la
picadura y que se vaya extendiendo y produzca fiebre, hay que acudir al
médico porque puede haber infección", advierte Toledo.
Para controlar y esquivar las picaduras de mosquitos se recomienda: evitar perfumes, llevar ropa adecuada, y el uso de mosquiteras y de repelente de insectos, sobre todo en zonas donde haya abundancia.
Corte de digestión
Es lo que se llama médicamente síndrome de hidrocución. Se trata fundamentalmente de un cambio brusco de temperatura al contacto con el agua fría.
Por ejemplo, "estamos al sol durante mucho tiempo, o hacemos ejercicio
al sol intenso o estamos con mucha sudación y nos metemos de forma
brusca en agua fría o muy fría, o igualmente nos introducimos
bruscamente en agua fría después de una comida copiosa", explica Toledo.
Los síntomas son: mareos, visión borrosa, sensación de náusea y dolor de cabeza.
Lo
más importante de esta afección es su prevención. Esto es, evitar
cambios de temperatura bruscos tras tomar el sol, el ejercicio físico o
la sudoración abundante, principalmente en agua fría. Se recomienda "no
bañarse durante el periodo de digestión tras dos horas, si es una comida
copiosa, o no realizar una inmersión brusca en el agua, sino progresiva para adaptarse a la temperatura paulatinamente",
apunta Toledo. En el caso de que nos haya dado el síndrome de
hidrocución es importante salir del agua cuanto antes, y mantener reposo
durante unas horas. Si no mejora, es importante ir al médico.
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