M.MERINO
Ver programas de televisión tales como “Hermano
Mayor”, escuchar en radio noticias de menores que pegan a sus padres o a
profesores y ser testigo directo de cómo adultos se ven sobrepasados
ante la actitud de sus hijos pequeños deja constancia de algo: en la sociedad actual hay falta de respeto.
Es decir, que existen problemas que están llevando a que niños y
adolescentes no respeten a nadie, que hagan lo que les viene en gana y
que, además, se les esté consintiendo.
¿A qué se debe todo eso? Son muchas las causas que
han originado que se produzca esa circunstancia en un porcentaje
considerable de la población, tales como la sobreprotección o el exceso
de consentimiento y caprichos a los “reyes” de la casa.
Por eso, es fundamental y básico que los padres a la hora de acometer la educación de sus hijos
empiecen a dejar claro desde el primer momento que el respeto es lo más
importante. El respeto a sus adultos, a las demás personas, a la
mascotas, a las culturas y a las formas de ser del resto. Sólo con
respeto se puede conseguir una sociedad tolerante y en armonía.
Después de leer estos párrafos, hay quien puede estar
pensando: “sí, estoy de acuerdo, pero ¿cómo consigo que mis pequeños
empiecen respetándome a mí?” Muy sencillo, siguiendo estos consejos:
1-Imponer normas de obligado cumplimiento en casa
Indiscutiblemente, uno de los primeros pasos que
cualquier padre debe llevar a cabo para conseguir que sus hijos le
respeten es establecer una serie de normas en el hogar. Estas deben ser
de obligado cumplimiento para todos los miembros de la familia y deben
girar en torno a aspectos tales como la realización de tareas
domésticas, los horarios para irse a la cama, cómo se debe comer en la mesa, el uso de tabletas y teléfonos móviles…
De la misma manera, esas “leyes” es importante que también hagan referencia a aspectos básicos en cuanto a modales
se refiere: pedir las cosas por favor, dar los buenos días y las buenas
noches a los demás, no molestar a padres o hermanos cuando están
haciendo algo…
2-Establecer límites
Ni que decir que una de las claves para conseguir que
los menores respeten a sus progenitores es que estos, además de fijar
unas normas como las ya expuestas, determinen cuáles son los límites que nunca hay que sobrepasar.
Por eso, es fundamental reprenderles y adoptar una actitud firme ante
pataletas por algo que no se les ha dado, gritos o insultos. Si
cualquiera de esas acciones se deja pasar acabará convirtiéndose en la
tónica general y luego será muy complicado atajarla de raíz.
3-Dar ejemplo
Como en muchos otros aspectos de la vida en común con los hijos, es básico que los padres sean los primeros en dar ejemplo.
Es decir, si les piden a los niños que se comporten de cierta manera en
casa, que colaboren en las tareas, que no chillen o que no insulten,
tienen que acometer también todo eso.
De esta manera, si los pequeños ven que los adultos respetan todas las normas, también las seguirán.
4-Usar el diálogo en todo momento
El diálogo y la comunicación son las claves para que
exista entendimiento y respeto entre personas que tienen distintas ideas
respecto a un tema concreto. De ahí que sea imprescindible que, desde
temprana edad, los padres dejen claro a sus hijos que en casa cualquier
problema o situación se resuelve sentándose y hablando las cosas.
Por eso, cuando a los niños haya que ponerles unos
límites y unas normas se debe hacer de manera tranquila y relajada,
sentándose a su lado y explicándoles esas cuestiones. Por supuesto, ni
que decir tiene que en esa situación, también es importante que los
padres escuchen a sus pequeños y luego, si fuera necesario, le rebatan
sus planteamientos, pero de forma calmada y con argumentos.
5-Nada de violencia de ningún tipo
La quinta recomendación fundamental que hay que tener
en cuenta para conseguir que los hijos respeten a sus padres, y por
consiguiente al resto de personas con las que tienen contacto, es que en
el hogar no se resuelva nada mediante la violencia. Con esta nos
estamos refiriendo tanto a la física, absoluta y tajantemente prohibida,
como a la verbal, es decir, a gritos y chillidos.
La violencia se tiene que rechazar siempre, por lo que no se puede usar ni para imponer normas ni para reprenderles.
Pero también es importante que la misma no sólo no
esté presente en la relación entre padres e hijos sino tampoco en la
relación de pareja. Es decir, que los menores jamás sean testigos bajo
ninguna manera de cómo sus padres resuelven sus conflictos mediante
insultos, discusiones verbales…Y es que si ven que esas formas son las
que priman en su casa, al final las acabarán asumiendo como normales y
las usarán también.
OKDIARIO, Miércoles 07 de octubre de 2015
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