ANA R. CARRASCO
"A menudo son delincuentes, poco honestos y lunáticos". Así definía a
los zurdos Cesare Lombroso, padre de la criminología moderna. La mala fama ha perseguido a quienes escriben con la mano izquierda desde los tiempos del Antiguo Testamento
-en el Reino de los Cielos, los elegidos se sientan a la derecha del
Señor y los condenados a su izquierda-, la Inquisición ordenó su
persecución por ser "servidores del demonio" y los psiquiatras de principios del siglo XX los consideraban esquizofrénicos en potencia. Incluso
el término zurdo proviene de la palabra latina 'sinister' -siniestro-
que, entre otras acepciones, significa malintencionado e infeliz,
mientras que el término anglosajón 'left' -izquierda- deriva de la
palabra 'luft' que en inglés antiguo se utilizaba para referirse a los
débiles e inútiles.
Sin embargo, la zurdera es también una
característica común de algunos personajes que han destacado por su
inteligencia, astucia o creatividad: Aristóteles, Leonardo da Vinci, Miguel Ángel, Napoleón, Beethoven o Chaplin.
Y, aunque alrededor del 10% de la población es zurda, ese porcentaje
aumenta entre músicos, artistas o mandatarios. ¿Casualidad?
Al margen de las anécdotas y los falsos mitos que rodean a los zurdos, definir la lateralidad (que un lado predomine claramente sobre otro) ayuda a prevenir trastornos en el lenguaje y la escritura,
problemas de aprendizaje y psicomotricidad. Cuando la lateralidad está
bien establecida -independientemente del lado que domine- significa que
el sistema nervioso está bien organizado.
"Los
zurdos son aquellas personas cuya dominancia cerebral se encuentra en
el hemisferio derecho", explica Zoraida Hernández, psicopedagoga de Isep
Clínic Las Palmas y especialista en Neuropsicología y Educación. Aunque
tiene un alto porcentaje genético, los niños no nacen zurdos o
diestros, ya que la lateralidad se fija en los primeros años de vida.
"Los pequeños se decantan por un lado u otro por sus experiencias". La
lateralidad se empieza a definir a los tres años y se desarrolla hasta
los 10. "Entre los ocho y 10 años ya se puede decir que alguien es zurdo
o diestro", asegura Hernández.
Ser zurdo o diestro no se limita simplemente a la mano con la que nos peinamos,escribimos o empuñamos una raqueta.
Además de un brazo dominante, preferimos, por ejemplo, chutar un balón
con una de nuestras piernas, utilizamos más un oído que el otro y uno de
nuestros ojos es más agudo. "Lo importante es que una persona esté bien
lateralizada. Si un niño es zurdo, por ejemplo, lo bueno es que lo sea
también de ojos, oído y pie -lo que se conoce como lateralidad pura-. Lo
contrario se llama lateralidad cruzada y puede dar origen a numerosos
problemas de desarrollo", indica la neuropsicóloga. En estos casos, los dos hemisferios del cerebro compiten en lugar de colaborar, es
entonces cuando pueden producirse problemas de concentración o
dificultades psicomotrices, de localización o de lecto-escritura.
EL MUNDO, Miércoles 21 de octubre de 2015
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