ELENA MENGUAL
El acoso escolar
no distingue entre sus víctimas. Cualquiera puede ser el elegido, por
ser diferente del resto, o precisamente por no serlo. Porque sus
características físicas no gusten, o justo por lo contrario. Por no ser
popular o por serlo demasiado. Lo que sí tienen en común quienes lo
sufren es que suelen mantenerlo en secreto. A veces porque no son
conscientes de que lo que sucede no es "normal". O por vergüenza. O
porque piensan que tienen algo que hace que merezcan ser
tratados así. O porque creen que nadie los creerá, y si lo hacen, se les
despachará con un "eso son cosas de niños". Sin embargo, la detección
temprana es clave para evitar daños psicológicos graves y permanentes.
Recogemos algunas claves para identificarlo a tiempo.
¿Qué es el acoso escolar?
Hay que distinguir entre una agresión puntual en un entorno escolar y el acoso. El acoso es cualquier tipo agresión psicológica o física permanente, constante y duradera. Se caracteriza por el desequilibrio de poder (la víctima, sola, frente a agresores y observadores).
¿Qué síntomas deberían ponernos en alerta?
1. CAMBIOS DE COMPORTAMIENTO.
Es lo que se conoce como "ruptura biográfica". El problema es que
muchos síntomas de acoso pueden confundirse con comportamientos típicos
de la adolescencia. Y a menudo, los cambios no se dan de un día para
otro, sino que es un proceso lento. Normalmente, el menor no quiere ir
al colegio, se muestra nervioso cuando debe hacerlo, falta a clase o
regresa en cuanto puede a casa. El fin de semana está bien y el domingo por la noche empieza a encontrarse mal. Deja de hablar o salir con sus amigos de siempre. Abandona sus aficiones. Deja de hablar en casa o responde con evasivas. Baja el rendimiento escolar. Está triste, muestra cambios de humor, contesta mal, sufre arranques de cólera.
2. SIGNOS FÍSICOS. Al menor se le rompe o "pierde" habitualmente el material escolar o la ropa y no sabe cómo explicarlo. Pide dinero
a sus padres para poder dárselo a los acosadores (el chantaje es muy
típico). "Estos signos no siempre quieren decir que haya acoso, pero sí
son típicos del acoso físico", explica el psicólogo y profesor de la
Universidad de Alcalá Iñaki Piñuel,
experto en violencia psicológica y acoso. "Lo que sucede es que la
mayor parte de las veces el acoso que sufren los escolares españoles es
psicológico. Por eso síntoma más común es el psicosomático".
3. SÍNTOMAS PSICOSOMÁTICOS. El niño sufre malestar al levantarse, mareos, dolores de cabeza, molestias o alteraciones gastrointestinales, sensación de asfixia u opresión en el pecho, temblores, palpitaciones, alteraciones del apetito o del sueño...
A menudo los padres llevan al niño al médico pero no da con el origen
de los síntomas, porque la causa es psicológica. "El propio niño muchas
veces no lo identifica como acoso, ni tampoco los padres, porque no han
llegado a entender lo que está sucediendo".
¿Qué pasa en su teléfono móvil?
El ciberacoso es una modalidad "demoledora", tal y como la califica el psiquiatra infantil José Luis Pedreira, porque no da tregua. El acoso no termina al llegar a casa,
sino que continúa. Y permite que se multiplique el número de
espectadores y de hostigadores. Por eso es importante que los padres
tengan acceso al móvil, al correo y a los perfiles sociales (si los tuvieran) de sus hijos.
¿Y los niños pequeños?
En el caso de los niños de 5, 6 y 7 años, puede ser un indicativo el hecho de que omitan toda información del colegio,
que no cuenten nada de lo que hacen allí. "Por ejemplo, son incapaces
de pronunciar el nombre de los acosadores ('ese niño que tu sabes,
mamá') porque están en una fase muy simbólica y la pronunciación del
nombre evoca al personaje, es como si lo trajera", explica Piñuel.
¿Cuáles son los cursos más problemáticos?
La intensidad máxima del acoso escolar se produce en 5º y 6º de Primaria,
según el profesor Piñuel. Luego va descendiendo. "Sin embargo, sobre
todo en Secundaria, algunos de esos individuos quedan marginalizados,
llevan mucho tiempo sufriendo acoso y se convierten en una especie de
pararrayos de la violencia. Son menos numerosos pero el acoso es más de
todos contra uno".
¿Cómo se inicia?
Suele empezar con acciones de "baja intensidad", por ejemplo el acoso verbal (insultos, motes, humillaciones, propagación de falsos rumores, mensajes teléfonicos...), según explicaba
en EL MUNDO la psicóloga Alicia García de Pablo. Si no se frena, puede
degenerar en otros tipos de acoso, como el social (exclusión y
aislamiento de la víctima, por ejemplo, se la deja fuera de las
actividades colectivas), el psicológico (basado en amenazas) y el
físico, que contempla tanto agresiones directas como indirectas.
Por qué es importante la detección temprana
"El problema de los protocolos actuales es que trabajan a partir de la identificación de la víctima, cuando ya es tarde y el niño ya tiene secuelas y sufre estrés postraumático", explica Piñuel. De ahí la importancia de la detección temprana.
Estrés postraumático
El
cuatro de estrés postraumático infantil afecta a más de la mitad de las
víctimas de acoso escolar, según el profesor Piñuel. Incluye desde
alteraciones cognitivas (dificultad de atención, pérdida de memoria...) a
trastornos emocionales (ansiedad, depresión...) o alteraciones del
comportamiento (aislamiento, agresividad...). "Es un cuadro muy
poco diagnosticado porque se asocia a un gran trauma, pero los casos de
acoso por repetición pueden generar un trauma mediano que produce el
mismo efecto que la exposición a un gran evento" (una violación, por ejemplo).
El apoyo de los padres, clave
Los
padres siempre deben creer en el relato de su hijo y apoyarlo. No deben
quitar importancia al asunto, ni culpar a la víctima. "Todavía hoy el
principal problema de los niños acosados", explica Piñuel, "es que no
les creen, o trivializan lo que cuentan y sofocan el relato niño. Es muy
grave porque el hogar es el único lugar donde el niño puede contarlo,
pero a veces los padres sufren o les genera angustia y no quieren saber,
y lo despachan con un 'Pues pégales tú más fuerte'".
¿Y si cambia de colegio?
La
mayoría de las veces el acosado acaba cambiando de colegio. Y no es
raro que en el nuevo centro sufra también acoso. Es lo que se denomina círculo de victimización repetida.
"Ese niño destruido llega a una nueva aula, y esa vulnerabilidad es
detectada por los hostigadores, por lo que es elegido de nuevo", según
el psicólogo. No es que el niño tenga una forma de ser que favorezca el
acoso. Es que su vulnerabilidad funciona a modo de faro: atrae a los
hostigadores".
¿Es cierto que el acoso te hace más fuerte?
El acoso escolar no
hace a un niño más resistente, todo lo contrario; quedan destruidas sus
capacidades de hacer frente a situaciones. "Se convierten en víctimas
más probables de casos de acoso y en la vida adulta, de situaciones de acoso laboral, maltrato doméstico...
Porque llegan con la resiliencia y la autoestima destruidas. No es
bueno para el desarrollo de la personalidad ni prepara para la vida. Los
niños acosados se convierten en futuras víctimas más fáciles porque su
resistencia psicológica queda demolida".
EL MUNDO, Miércoles 28 de octubre de 2015
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