SERGIO FERRER
Algo tan sencillo como jugar con una app antes de acostarse puede marcar la diferencia en clase de matemáticas.
La incorporación de las últimas tecnologías para impulsar la educación
es un viejo unicornio que se persigue desde hace décadas. Ahora, un
estudio publicado hoy en la revista Science
demuestra lo beneficioso que puede ser para los más pequeños el uso de
aplicaciones educativas, aunque sean usadas una vez a la semana.
“Hemos
descubierto que los niños que usan una aplicación de matemáticas con
sus padres mejoran en matemáticas, hasta el punto de que sus
conocimientos adelantan en tres meses a los de sus compañeros”, asegura a
Teknautas la investigadora de la Universidad de Chicago y
coautora del estudio, Talia Berkowitz. Y esto aunque (o mejor dicho,
sobre todo), sus padres muestren el clásico miedo a las matracas.
Bedtime Math
(matemáticas para antes de dormir) es el nombre de la aplicación
utilizada por los investigadores de la Universidad de Chicago para
evaluar si estos complementos educativos pueden marcar la diferencia… o
son una pérdida de tiempo. La app no está disponible en español de momento, pero sí muestra la importancia de que estas herramientas sean utilizadas en compañía de un progenitor.
Casi 600 niños de primero de primaria (con sus padres) participaron en la prueba, y cada familia recibió un iPad con una app
instalada. 167 de los pequeños jugó con una aplicación de contar
historias, mientras que 420 obtuvieron Bedtime Math, en la que los
cuentos estaban aderezados con preguntas matemáticas y resolución de
problemas.
El rendimiento de los niños en matemáticas se midió al
principio y al final del año escolar, para poder comparar las
diferencias entre ambos grupos. También se preguntó a los progenitores
sobre su miedo a las mates, puesto que existen estudios que demuestran
que sus hijos tienden a ser peores en esta asignatura. Este se define
como esa ansiedad sobre las habilidades propias, con independencia del
nivel, tan habitual en esta ciencia.
La
característica clave de la 'app' es que no está pensada para que los
niños la utilicen solos, sino que anima a los padres a implicarse con
ellos
Los resultados mostraron, al final del curso
académico, cómo los niños que habían utilizado la aplicación adelantaban
a sus compañeros hasta en tres meses. Cuanto más jugaban con ella
(entre 0 y 6 veces por semana) más grande se hacía esta diferencia con
el resto de alumnos, y esta mejora tenía lugar aunque sólo emplearan la
herramienta una vez cada siete días.
Una pregunta que podría surgir es si esta mejora es debida a la aplicación… o a la interacción con los padres. “El uso de la app de lectura como control contesta a esta cuestión”, explica Berkowitz. “Creemos que la app ofrece a los progenitores una mejor forma de hablar e implicarse con sus hijos sobre matemáticas”.
Efectivamente,
los niños que empleaban el programa alternativo no mejoraron en
matemáticas. Aun así, la investigadora subraya que “la característica
principal de esta aplicación, y la que la hace exitosa, es que no está
pensada para que los niños la utilicen por sí solos, sino que anima a
los padres a implicarse con ellos en esta asignatura”.
Millones de dólares en juego
Lo
más positivo es que el uso de la aplicación fue especialmente
beneficioso para los hijos de aquellos padres con ansiedad matemática.
Algo que los investigadores, por otra parte, ya esperaban, pues estos
alumnos no reciben un empuje adicional en casa. “Nuestras actitudes
hacia las matemáticas tienen un efecto sobre el aprendizaje de los
niños. Sucede con los padres con miedo a las matemáticas pero también
con los profesores”, comenta Berkowitz.
Tecnología y educación. Apps y
colegios. Alrededor de estos conceptos se ha desarrollado un
mercado multimillonario, con cientos de métodos que prometen enseñar la
asignatura temida por excelencia. Al margen de esto, los investigadores
intentan determinar qué sistemas son más efectivos y cuáles no lo son en
absoluto.
El estudio de Berkowitz demuestra cómo el uso semanal
de una de estas herramientas puede ayudar a romper el desnivel
generacional en conocimientos matemáticos. Las tabletas (no digamos ya
los ordenadores) están cada vez más extendidas, por lo que estas apps
tienen el potencial de convertirse en una solución efectiva y de bajo
coste. El objetivo final es lograr que la incomodidad que sienten muchos
padres con las matemáticas no se transmita a la siguiente generación.
EL CONFIDENCIAL, Viernes 9 de octubre de 2015
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