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¿A qué edad debo comprarle un móvil a mi hijo?

SILVIA C.CARPALLO
Quien no tiene hijos, empieza el año en enero. Quien los tiene sabe que el nuevo ciclo, muchas veces, empieza en el mes de septiembre. Comprar ropa nueva, libros e inscribirles en nuevas actividades, con la equipación que todo eso conlleva. Equipación, que en los tiempos actuales, también supone estar al día en nuevas tecnologías. Quizás un ordenador nuevo, una impresora, o una tablet para usar en familia. La pregunta del millón llega cuando nos planteamos si entre esa tecnología deberíamos comprarle un móvil a nuestro hijo. Según el último informe sobre el uso de los medios en Estados Unidos del Common Sense Media (2013), el 38% de los menores de dos años utiliza de forma habitual los dispositivos móviles, y cada vez más la tendencia es aumentar el uso de dispositivos interactivos en detrimento de los audiovisuales o la televisión. No puede negarse que los menores nacen y crecen en un mundo digital, en el que más que tener miedo de las nuevas tecnologías, lo padres deben asegurarse del buen manejo de las mismas.
En esta línea, recientemente nacía el Informe Las nuevas tecnologías en niños y adolescentes. Guía para educar saludablemente en una sociedad digital, del Hospital de Sant Joan de Déu de Esplugues de Llobregat en el que se asegura que un uso responsable, educativo y supervisado de las nuevas tecnologías por parte de los niños y adolescentes puede ser muy beneficioso para el desarrollo y para adquirir competencias básicas.
Algunos de los datos que aporta el mismo es que hoy, más del 70% de los españoles es internauta, una cifra que crece entre la población joven, ya que entre si miramos las cifras en la población comprendida entre los diez y los quince años, el porcentaje llega al 91,8 %. “Los índices son igualmente altos en cuanto a la penetración de los teléfonos móviles, que alcanza al 94% de la población y, más concretamente, al 70% de los niños de doce años y a más del 80% de los adolescentes de catorce años”.  Así, su conclusión principal es que “depende de nosotros y del sistema educativo dotar de competencias digitales a los niños y a los adolescentes y enseñarles a navegar seguros por un mundo que, como el espacio analógico, conlleva peligros y ofrece oportunidades”.

¿Qué edad es la idónea para comprarle un móvil?

Para saber si nuestro hijo tiene edad o no para tener su propio teléfono móvil, lo que propone la pedagoga y educadora Cristina Conde es tener en cuenta que cada niño tiene una madurez diferente, diferenciando la edad cronológica, con la edad de madurez. “Por ejemplo, todos los niños que van a la misma clase de 1º de ESO (curso donde suele darse la polémica de comprar o no el teléfono móvil) tienen la misma edad cronológica, pero no la misma madurez”, y por ello que sus amigos tengan un móvil, no siempre quiere decir que nuestro hijo también esté preparado. Según Conde, “cuando un preadolescente de entre 12  a 13 años respeta las normas de convivencia, tiene hábitos saludables, sabe relacionarse y lleva un ritmo normal de adquisición de conocimientos, con una adecuada orientación por parte de los padres puede tener móvil”.
Sobre esta idea opina también la psicóloga Yolanda Cuevas, que cree que “cada vez son más los niños que tienen su dispositivo a edades más tempranas, con la excusa de que sus compañeros y amigos lo tienen”. Si bien es cierto que es una ventaja que nuestros hijos tengan móvil, por ejemplo,  para estar localizados en un campamento, o cuando están fuera, para que ellos nos puedan llamar directamente para decirnos que están bien o si necesitan algo, “es diferente tener ya un móvil con conexión a Internet, porque en ese caso la función es diferente”. Asimismo, la psicóloga opina que “más que una edad, que suelen ser en torno a los 12 años, deberíamos valorar las necesidades particulares y las circunstancias”. Aunque pese a todo ello, apunta a que “es desaconsejable tener un smartphone con 9 ó 10 años”.
 
¿Por qué nuestro hijo necesita un móvil?

Yolanda Cuevas, más allá de la edad idónea para tener un teléfono móvil, reflexiona sobre que “hoy un niño no puede, ni debe vivir sin internet. Sería dar la espalda a la realidad que le ha tocado vivir”, y es que en su opinión, “no podemos sobreprotegerle del mundo digital, al igual que hay padres que no permiten ciertos deportes por miedo, o siguen bañándolos como de bebes se trataran”. En este sentido, aporta que educar a los hijos en el mundo digital es una obligación más de los padres. “Es cierto que existe todavía una brecha digital entre los hijos, considerados nativos digitales y los padres, y que es la primera vez en la historia que los hijos saben más que sus padres en algo a edades tan tempranas, pero no tiene que ser una excusa”. No hay que olvidar que hoy Internet le supone no sólo una herramienta esencial en su educación, sino también un nuevo modo de relación social entre sus iguales, y es algo que también debemos tener en cuenta.
Es por ello que la educación en nuevas tecnologías no debe darse sólo en el momento de comprar el primer móvil, sino que debe introducirse poco a poco. Según los autores del informe  del Hospital de Sant Joan de Déu, si enseñamos a nuestros hijos, desde pequeños, a hacer un buen uso de la tecnología, podremos convertir esa precocidad en su acceso en algo positivo, ya que “en general, supone una gran oportunidad en términos educativos, puesto que durante la etapa infantil, y a diferencia de lo que sucede con los adolescentes, los niños buscan la complicidad de sus padres en el manejo de los dispositivos digitales”.

Aprender a poner límites

Otra de las ideas que señalan los expertos de este informe es que todo buen uso debe pasar por negociar algunos límites. Entre ellos destacan el limitar el tiempo de exposición, no sólo a la pantalla del móvil, sino a las pantallas en general (televisión, ordenador, tableta, móvil y consola). Así, los momentos de uso deben quedar establecidos, por ejemplo, restringiendo el uso del móvil no sólo en el colegio, sino en los momentos que pasemos en familia, como las comidas, o las salidas juntos, y por supuesto a la hora de hacer los deberes y estudiar, para evitar distracciones. Igualmente, ven clave fijar una hora de desconexión del móvil por la noche, proponiendo “que toda la familia desconecte los móviles a la hora fijada y se depositen en un espacio común, fuera de las habitaciones”, recordando que es importante enseñar no sólo con la palabra, sino también con el ejemplo, y no pedir a nuestro hijo aquello que nosotros mismos no hacemos.
A estas ideas la pedagoga Cristina Conde, añade algunas normas básicas a nivel de seguridad, tanto personal como económica. Entre ellas destaca, sobre todo en el uso de aplicaciones y redes sociales,  el no aceptar solicitudes de amistad de personas desconocidas; no dar datos personales, no indicar nombre, apellidos, dirección ni tampoco edad; no dar nuestra contraseña a nadie; limitar la privacidad del perfil y de las fotos que subes; no publicar fotos o vídeos comprometidas ni propias ni de otros; y por último establecer una tarifa que regule el gasto del móvil que no pueda ser rebasada, para que de esta manera aprenda a gestionar este recurso.
Por último, la experta añade, ante la duda, que “los padres tienen que realizar un control de lo que sus hijos realizan con el móvil”. No se trata de invadir la privacidad sin control ni permiso, sino de partir de la base de la negociación,  para que “desde el primer momento los padres  dejen claro a sus hijos que revisarán periódicamente el móvil, sin que sea algo obsesivo, para no agobiar. Pero si es conveniente pactar las app que se descargan y pedirles que controlen el consumo de datos, y el tiempo de uso”.
EL PAÍS, 5/09/2015
Imagen: Diego 24/08/2015

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