La
autoestima, la tolerancia a la frustración y el autocontrol son los
tres pilares básicos para que un niño crezca adecuadamente y sea feliz,
según ha explicado la directora del área infantil en el Centro de
Psicología Álava Reyes, Silvia Álava, durante la presentación de su nuevo libro 'Queremos que crezcan felices'.
El
libro, centrado en la educación de los niños entre los seis y los
doce años, es la continuación de 'Queremos hijos felices', que habla de
la etapa entre los cero y los seis años. A partir de los seis es
especialmente importante ayudar a que los niños construyan su
autoestima, porque en ese momento "ya no solo cuenta lo que hacen los
padres con el hijo, sino que el niño empieza a tener una visión del mundo
y un constructo de su yo. Hay que trabajar para que él mismo sea capaz
de valorar sus puntos fuertes, saber decirle cuándo lo ha hecho bien y
analizar con él sus fallos", ha señalado Álava.
La tolerancia a la frustración
es una capacidad que se debe adquirir en la infancia y que será muy
importante durante la etapa adulta, aunque es una de las que "más
cuesta", ha afirmado la psicóloga. Por tanto, hay que enseñar a los
niños a perseverar en las actividades que les presenten dificultades y
evitar que abandonen las tareas que no les salen. En algunos casos,
también se pueden utilizar técnicas de relajación para superar la
frustración.
Además, Álava ha explicado que el autocontrol
y la regulación emocional son fundamentales, ya que ayudarán al niño a
"mejorar sus notas escolares, a la hora de hacer amigos, al relacionarse
con los demás y para evitar problemas de conducta". Los padres deben
tener claro que el autocontrol no es la ausencia de emociones, sino
saber gestionarlas y comunicarlas de forma adecuada.
Un proceso diferente en cada niño
Durante la infancia se deben adquirir las competencias emocionales básicas
que se utilizarán en el futuro, aunque los padres deben comprender que
cada niño debe ser valorado de forma diferente. "La tarea de cada padre y
madre es saber lo que puede dar cada niño, sacar lo máximo posible de
él, asegurarse de que esté bien y de que sea feliz", ha asegurado Álava.
Los seis años son la edad clave para empezar a ceder autonomía al niño, ya que es cuando se desarrolla la función ejecutiva,
a través de la cual adquieren la capacidad de organizarse, manejar su
conducta y aprender lo que son capaces de hacer, según ha explicado
Álava. Después, a los ocho años, la educación deben centrarse en la
adquisición de hábitos, especialmente los relacionados con la escuela.
Hay que tener cuidado con saturar a los niños de actividades para que
desarrollen sus habilidades. Álava ha señalado que "hay que darles un
tiempo para jugar. Está muy bien que se apunten a
actividades extraescolares, pero no pueden tener una agenda desde que se
despiertan hasta que se acuestan sin tiempo libre".
Redes sociales sí, pero supervisadas
Álava
ha asegurado que "no se puede prohibir completamente" el uso de las
redes sociales, ya que los niños actualmente son nativos tecnológicos.
Los padres deben supervisar la utilización de los dispositivos tecnológicos y asegurarse de que las aplicaciones o redes sociales que utilizan son adecuadas para su edad.
No
es recomendable dejar que utilice cuando desee las nuevas tecnologías,
bien sea un ordenador, una 'tablet', o el teléfono móvil. Según Álava,
lo más adecuado es establecer un horarios o utilizar estos dispositivos
como premio por realizar una tarea más aburrida para el niño, como hacer
los deberes.
"Lo que les falta hoy en día a los niños es el
contacto 'tú a tú', la interacción de igual a igual, ser asertivos,
saber decir lo que quieren; en todo esto no se ha mejorado. Como falta
el ensayo o entrenamiento, necesitan esa contacto personal y, cuando se
hace solamente a través de la red social, a veces tienen problemas", ha
explicado Álava.
EL CONFIDENCIAL, Viernes 8 de octubre de 2015
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