ANDREA ARNAL MARTÍN
No perciben el mundo exterior
Que los bebés son una debilidad para todos es algo que estaba muy claro
antes de la llegada de internet y los millones de vídeos virales. Para
los científicos también lo son, porque observándoles se puede aprender mucho de su desarrollo cognitivo –y del nuestro–.
Un grupo de investigadores del instituto Goldsmiths de la Universidad de Londres han publicado un estudio en la revista Current Biology
donde analizó la respuesta de un total de 30 bebés (17 de cuatro meses y
13 de siete meses) ante los estímulos procedentes de “cosquillas
monitorizadas” en la planta de los pies.
“Nos preguntamos si los bebés que reciben estímulos en sus
extremidades eran conscientes de que procedían del mundo exterior”
indica Andrew J. Bremner, investigador de la Universidad de Londres y
jefe del proyecto.
Bremner y su equipo dieron con la respuesta probando a cruzar las
piernas tanto a los bebés de cuatro meses como a los de siete. Los
resultados indicaron que, al hacerles cosquillas, los bebés más jóvenes
se equivocaban de pie en un 30%, mientras que en los bebés de siete
meses en adelante fallaban en un 50%.
En otras palabras, los bebés más jóvenes superan a los bebés mayores y
adultos en la percepción correcta donde han sido tocados, pero los
investigadores recalcan que este estudio solo cuantifica estos fallos
cuando las manos y los pies están cruzados.
“Con el tiempo asumimos que nuestras extremidades permanecen en
lugares concretos. Llegamos a esperar, por ejemplo, que nuestra mano
izquierda se encuentra en el lado del extremo izquierdo visual, y que
nuestra mano derecha está normalmente en el lado derecho. De la misma
manera, esperamos que los toques en nuestro lado derecho tengan su
origen ahí. Así que, al cruzar las extremidades, tendemos a cometer
errores”, explica Bremner .
En realidad, lo que han descubierto los científicos es algo que se
lleva investigando desde los años sesenta, pero que “por fin cuantifica,
mide, esos aciertos y fallos y se comparan por edades”, ha explicado a Materia Juan Narbona García, especialista en Neuropediatría de la Clínica Universidad de Navarra.
No perciben el mundo exterior
Los científicos del proyecto admiten que no creen que los bebés de
cuatro meses acierten más veces “porque tengan un mejor sentido del
tacto que los mayores”. Sin embargo, lo que sí creen es que la razón del
acierto radica precisamente en “la simplicidad de sus cerebros”. “Los
bebés más jóvenes perciben el tacto de manera más simple: solo registran
de dónde procede el estímulo en su cuerpo”, indica Bremner.
Por el contrario, señala, los bebés más grandes y los adultos
registran de dónde procede el estímulo táctil y, además de eso,
relacionan ese estímulo con un lugar procedente del mundo exterior. “Esa
es una percepción más compleja del espacio y de la comprensión del
tacto, por lo que también puede conducir a error en algunos casos”,
concluye.
Los sentidos también se entrenan
Si bien este estudio confirma que el tacto se desarrolla a través de
la experiencia, otros sentidos como la vista, el oído y el olfato
aparecen prácticamente al nacer.
Pero, ¿qué pasa cuando somos, por ejemplo, ciegos congénitos? ¿Se
refuerzan los demás sentidos?: “Cuando dejamos de percibir los estímulos
por un canal concreto, el cerebro cede parte de sus neuronas de
asociación a otro sentido cuando falta otro” indica Narbona. “Es, por
decirlo de alguna manera, que a las neuronas se les da una ocupación
para otros sentidos”.
No obstante, el doctor puntualiza que los sentidos se pueden
entrenar, y no necesariamente porque falte un sentido se potencian
otros. “Esto se ve muy claro en los educadores de ciegos: parte de su
formación está precisamente en ponerse en su lugar”.
Por tanto, un sentido se desarrolla o no en la medida que seamos
conscientes de él, que interioricemos los estímulos que nos llegan de
él. “Es como si nos concentramos en el movimiento de las rodillas: vamos
a potenciar ese sentido y seremos más conscientes de cuando se mueve”,
añade.
EL PAÍS, Martes 20 de octubre de 2015
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