BEATRIZ G.PORTALATÍN
"El 96% de los pediatras ha detectado un aumento de las demandas por
problemas de conducta en adolescentes en los últimos cinco años". Esta
es una de los principales conclusiones del informe Adolescentes con trastornos de comportamiento, ¿Cómo podemos detectarlos? ¿Qué se debe hacer? editado por el Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, con la colaboración de Laboratorios Ordesa.
Según los responsables del estudio presentado hoy en Madrid, detrás de este aumento están fundamentalmente, la crisis y los cambios experimentados en la sociedad respecto a las estructuras familiares.
Pero también el auge de valores como el individualismo, la necesidad de
recompensa inmediata o la poca tolerancia a la frustración.
"Este
tipo de problemas se ha convertido, según psicólogos y psiquiatras, en
la principal causa de consulta sobre salud mental", ha afirmado el
profesional en rueda de prensa el coordinador de este estudio, el doctor
Josep Matalí, psicólogo clínico y coordinador de la Unidad de Conductas
Adictivas del Servicio de Psiquiatría y Psicología Infantil y Juvenil
del Hospital Sant Joan de Déu de Barcelona.
Los datos de este
informe provienen de las opiniones de más de 1.300 personas (padres,
profesores, pediatras y profesionales de la salud mental). El objetivo
es proponer recomendaciones dirigidas a cubrir las necesidades actuales y
dar un mejor tratamiento a estos problemas.
Aumento de los problemas de aprendizaje
Los
trastornos de conducta que han tenido un mayor aumento son los
problemas de aprendizaje y el trastorno por déficit de atención e
hiperactividad (TDAH). En menor medida, le siguen los trastornos
negativista desafiante o el trastorno disocial.
El TDAH es el problema que genera mayor visitas a los centros de salud.
Su incidencia está entre el 3% y el 7% de la población, siendo más
frecuente en niños que en niñas. Se caracteriza fundamentalmente por la
dificultad de mantener la atención, el exceso de movimiento o
impulsividad.
Por su parte, trastornos negativista desafiante
también ha aumentado en los últimos años, aunque en menor medida que el
TDAH. Tiene una incidencia aproximada de entre un 3% y un 8%, siendo
entre dos y tres veces más frecuente en niños. Los niños o adolescentes
con este problema se comportan de un modo negativista, desafiante,
desobediente y hostil hacia las figuras de autoridad. Tienen discusiones
con los adultos, hacen cosas reiteradas que molestan a los demás, y se muestran rencoroso y vengativos.
Por
último, el trastorno disocial tiene una prevalencia aproximada de un
1,5% y un 3,4%, y también es más frecuente en varones. Se caracteriza
fundamentalmente por reincidir en comportamientos que atentan contra los
derechos de los demás o las normas sociales (amenazar, iniciar peleas,
robar etc).
Signos de alarma y factores de riesgo
Se
estima que uno de cada cinco niños tendrá algún problema de
comportamiento a lo largo de su adolescencia, por ello es importante
conocer cuáles son los signos que pueden alarmar de la existencia de un
problema.
Existen, según apuntan los especialistas, algunas
situaciones de riesgo, como son un comportamiento disocial, el inicio
precoz de conductas agresivas, pocos vínculos sociales, abuso de
sustancias, impulsividad, poca atención, actitud negativa ante todo lo
que tenga que ver con el colegio, baja tolerancia a la frustración,
pérdida de los valores de autoridad, y sobre todo, el bajo rendimiento escolar.
Por
otra parte, existen algunas situaciones familiares que pueden provocar
la aparición de ciertos problemas de conducta: padres que no tienen
tiempo de estar con sus hijos, familias desbordadas, control parental
inadecuado, falta de comunicación y problemas con los hijos, bajo
nivel-socioeconómico y padres abusivos o ruptura con el hogar de la
infancia.
"Hay padres que no pasan nada de tiempo con sus hijos. Son padres horizontales:
se van a trabajar cuando están dormidos y llegan por la noche cuando
los niños ya están acostados. Por tanto, no hay nada de comunicación con
ellos. Los niños y adolescentes necesitan que se les escuche, y hay
padres que les oyen pero no les escuchan, que no atiende a los que les
dicen y reclaman sus hijos. Es importante que los padres estén
implicados, no sólo económicamente, sino en todo", ha asegurado por su
parte Jesús García de la Sociedad Española de Pediatría Social.
Todos a una
Otra de los cosas que reclaman los profesionales es que la atención a los adolescentes ha de ser de todos a uno,
y no de cada uno haciendo la guerra por separado. Padres, educadores,
médicos y psicólogos deben trabajar conjuntamente. "A veces, los
profesionales generamos anticuerpos unos contra otros. El pediatra va
por un lado, el profesor por otro, el psicólogo por otro y así no se
puede. El trabajo ha de ser conjunto y coordinado", ha expresado García.
Tal es así que según los datos del informe, la mayoría de los
padres, ante el posible problema de su hijo, decide acudir al pediatra o
directamente al psicólogo, y en el 49,2% de los casos la familia no comunica el problema en la escuela.
Los pediatras son, en este caso, el mayor referente, y son los
profesores quienes defienden la necesidad de establecer una comunicación
entre todas las áreas implicadas.
El 90% de los profesores
aseguran que existen buenos recursos pero son insuficientes, y
denuncian, además, el descenso de éstos en los últimos años. Por ello,
una de las recomendaciones más importantes que destaca este estudio es
la de establecer protocolos de actuación y soporte de profesores con
alumnos con graves problemas de comportamiento graves. Otras de la
recomendaciones importantes que refleja el informe son: mejores la
formación de los pediatras para detectar los signos de alarma y aumentar
así la detección precoz de los casos o potenciar la intervención
familiar en la sanidad pública.
EL MUNDO, Miércoles 27 de enero de 2016
Comentarios
Publicar un comentario