LAURA HANBY HUDGENS
Soy profesora de instituto y si hay algo que sé sobre la educación es
que actualmente está llena de investigación y de datos. Los profesores
recogen y examinan información en evaluaciones continuas (para comprobar
si los alumnos aprenden a medida que pasa el tiempo) y en evaluaciones
finales (para comprobar si el aprendizaje ha finalizado). Comparamos la
información recogida en las notas de exámenes del año pasado con las de
este año. Nos informamos y leemos lo que los estudios dicen sobre los
métodos de enseñanza. Incluso tenemos que recopilar información y
utilizarla para decidir y explicar cómo podemos mejorar
profesionalmente. "Investigación", "datos" e "información" son palabras
clave en el ámbito de la educación. Nos recuerdan constantemente que la
enseñanza tiene que ser fruto de una investigación y de una recopilación
de información.
Aunque hay veces que esto no tiene por qué ser así.
Cuando
se trata del recreo y de la importancia de jugar y de realizar algún
tipo actividad física, demasiados colegios ignoran lo que dicen los
últimos estudios. En vez de considerar el recreo como una parte
importante, crucial incluso, del día de un estudiante, existen colegios
que todavía actúan como si fuera un privilegio para los estudiantes
obedientes y educados. Utilizan el recreo como instrumento de
negociación y, a modo de castigo, se les priva de ese derecho.
Los padres solemos aceptarlo. Después de todo, muchos recordamos habernos perdido algún recreo
por hablar mucho en clase o por no haber hecho los deberes. Recuerdo
que a los 9 años me pasé unos cuantos recreos escribiendo "no hablaré en
clase" hasta que me dolía la mano. Odiaba perderme el recreo, pero
sobreviví. Así que, ¿por qué debería molestarme que mi hijo u otros
niños se queden sin recreo de vez en cuando? La diferencia es que
teníamos tres recreos. En total, cada día disponíamos de más de una hora
para jugar, correr, hablar y estar con nuestros amigos. Muchos niños de
hoy en día se pueden dar con un canto en los dientes si disfrutan de
veinte minutos.
Las conclusiones de los estudios están muy claras.
Según la Academia Estadounidense de Pediatría, el recreo juega un papel
muy importante en el desarrollo de los niños: les beneficia emocional, social, física y académicamente.
La Academia defiende que "el recreo es un componente crucial y
necesario en el desarrollo de los niños y, como tal, no debería negarse
por razones académicas o de castigo". En otras palabras, los niños
necesitan el recreo y no se les puede castigar sin él por mal
comportamiento, por no hacer los deberes o por haberlos hecho mal.
Es
necesario seguir insistiendo: el recreo no es un privilegio, no es un
premio. Los niños no deberían tener que ganarse el recreo y no tendrían
que quedarse sin recreo como castigo. Es una parte muy importante del
desarrollo de un estudiante, quitárselo tiene el mismo sentido que no
enseñarles matemáticas, lengua u ortografía. No les ayuda a ser mejores
estudiantes o mejores personas. Entonces, ¿por qué tantos colegios
siguen utilizándolo como método de castigo?
Es posible que se deba
a que parece una solución simple para acabar con un mal comportamiento.
El problema reside en que el castigo suele ser menos eficaz a la hora
de corregir un comportamiento que otros tipos de disciplina. En el caso
del recreo, este castigo es menos eficaz porque los niños lo necesitan
para relajarse y socializar para poder concentrarse y comportarse mejor
en clase.
Otro posible motivo por el que los colegios castigan sin
recreo es que los profesores cuentan con poco tiempo y pocas opciones.
Una disciplina más creativa puede quitar tiempo a la enseñanza y a otros
niños.
Entonces, ¿cómo se puede mejorar el comportamiento de los
estudiantes sin castigar sin recreo? No hay soluciones sencillas, pero
una parte importante es el apoyo de la dirección del colegio y del resto
de padres. Es bueno que los directores trabajen con los profesores para
encontrar formas de disciplina alternativas y distintos métodos para
mejorar el comportamiento de los estudiantes (a lo mejor ofrecer más
tiempo de recreo). También es importante que los colegios se muestren
abiertos a la comunicación con los padres. Cuando los padres saben qué
esperan los profesores y en qué pueden estar fallando sus hijos, pueden
ayudar y abordar esos problemas en casa. Es poco probable que dejar a un
niño sin recreo suponga una mejora de su comportamiento. Aunque dejarle
sin utilizar la televisión o los demás aparatos electrónicos puede que
sí lo mejore.
La infancia es un periodo de la vida muy corto, y la
cantidad de tiempo que los niños emplean para jugar se ha visto
reducida drásticamente en los últimos años. Las tendencias de educación
actuales han obligado a muchos colegios a disminuir -y, en algunos casos, incluso a eliminar-
los recreos. No está bien y no se ha hecho por el bien de los niños.
Puede que pasen años hasta que el recreo vuelva al lugar que le
corresponde en el plan de estudios, pero el primer paso para hacerlo es
reconocer que no se trata de un privilegio reservado para los niños que
se portan bien.
Este post fue publicado originalmente en la edición estadounidense de 'The Huffington Post' y ha sido traducido del inglés por Irene de Andrés Armenteros
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