Educar a los hijos es una tarea ardua y, sobre todo, muy complicada. Y
es que no se tiene un “manual de instrucciones” para saber qué hacer y
cómo a la hora de conseguir que sean respetuosos, tolerantes, estudiosos
y trabajadores, entre otras muchas cosas.
Cada padre toma la decisión de intentar alcanzar esos
objetivos de distinta manera y un importante número de adultos se
decantan por establecer una educación excesivamente estricta. Es cierto, que es necesario imponer unas normas en casa
y de comportamiento así como unos límites que bajo ningún concepto los
menores deben traspasar. Sin embargo, deben tener cuidado al respecto,
ya que si se pasan de dureza lo único que podrán obtener es todo lo
contrario.
En concreto, estas son las desventajas o
consecuencias adversas que trae consigo llevar a cabo una educación
demasiado severa con los niños:
1-Inseguridad
De manera indiscutible, los psicólogos y pedagogos
coinciden en subrayar que una de las situaciones más frecuentes que se
dan en pequeños que han tenido o tienen en casa una educación
excesivamente estricta es que se convierten en personas inseguras. El
hecho de que sus padres les mantengan en todo momento bajo control, que
no les dejen pasar ni una como se suele decir o que les resalten
cualquier cosa mal que hacen, les convierte en individuos que se sienten
vigilados y eso les crea malestar y les hace tener la sensación de que
siempre sus acciones van a ser examinadas al milímetro.
Así, llega un momento en el que cualquier cosa que
dicen o hacen les crea temor respecto a cómo será vista o entendida por
sus papás, a que sea incorrecta según esos…
2-Rebeldía
Otros niños lo que manifiestan ante la dura y
estricta educación que reciben en casa es una absoluta rebeldía. El
hecho de que no les otorguen cierta libertad o independencia, el que
todo sea vigilado por sus padres, el que tengan unas normas que les
controla todos los aspectos de su vida son situaciones que no les gustan
y, frente al acatamiento que siguen unos menores, otros se manifiestan
totalmente en contra. Por eso, no se callan nada y lo que hacen es
negarse ya de manera taxativa a los límites que les imponen. Una
situación que, por tanto, se traducirá en un conflicto permanente entre padres e hijos.
3-Baja autoestima
Ni que decir tiene que otra de las consecuencias
adversas que trae consigo imponer una educación especialmente dura en el
hogar es que los menores se conviertan en personas con baja autoestima.
¿Por qué? Porque el hecho de estar continuamente controlados, de que
sus padres les echen en cara todo lo que hacen mal y el que no les den
cierta libertad para comportarse o actuar les hace creer que no con
capaces de acometer nada por sí solos, que necesitan siempre un guía que
les encauce y que sus opiniones no interesan a nadie.
Unas ideas que asumirán internamente, que les harán sentir mal y que les harán creer que son inútiles y que no importan a nadie.
4-Complicada relación entre padres e hijos
De la misma manera, los adultos que consideren que lo
mejor para educar a sus hijos es optar por la rectitud deben saber que
están tomando un camino que puede llevarles a alejarse de sus hijos. Y
es que, tanto si estos se muestran rebeldes como si deciden acatar todo
pero menoscabando su propia personalidad y seguridad, el resultado será
que los menores no confíen en los adultos, que los vean como personas
que no les demuestran cariño e inflexibles, que no crezcan sentimientos
de afecto…
Por tanto, el resultado de todo eso será que los
lazos afectivos entre unos y otros no sólo no aumenten sino que
disminuyan. Es más, se puede establecer una distancia casi insalvable en
lo que respecta a la afectividad entre ambas partes. Así, lo que sería
el habitual amor, confianza y respaldo entre padres e hijos puede pasar a
transformarse en miedo, en rabia, en desprecio e incluso en desapego.
Por todos estos motivos, es importante que los padres
cuiden muy bien el tipo de educación que desarrollan en casa, por su
propio bien pero especialmente por el de sus hijos. Es necesario que
dejen claro que la autoridad la tienen ellos, sin embargo, también es
vital que les enseñen que mediante el diálogo y la comprensión también
se pueden solucionar las cosas. Es decir, se hace vital que logren un
equilibrio perfecto entre la imposición de normas y el respeto a las
mismas y lo que es la comunicación, la tolerancia y el acuerdo. Y es
que, como nada en la vida, los extremos nunca son buenos.
OK DIARIO, 8/01/2016
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