La educación de los hijos es una de las tareas
más complicadas a las que se enfrentan a diario los padres. Y es que
los niños no nacen con un libro de instrucciones donde se diga qué hay
hacer ante cualquier actuación que lleven a cabo. Por eso, toda la
información y los consejos que los adultos consigan al respecto para
poder afrontar determinados “conflictos” con los menores son bien
recibidos.
En este caso, queremos dar a conocer algunas recomendaciones que son de utilidad a la hora de hacerle frente a la actitud desafiante que algunos pequeños adoptan cuando se les riñe o se les indica que hagan algo en concreto:
1-No perder los nervios
De manera indiscutible, la primera norma de oro que
los padres tienen que cumplir cuando sus hijos les desafían, con sus
palabras o con sus actitudes, es no perder los nervios. Si los adultos
se desquician, se ponen nerviosos y comienzan a chillar no sólo no
conseguirán que los pequeños dejen de lado su mal comportamiento sino
que además que les estarán demostrando que han logrado sacarles de sus
casillas.
Por supuesto, es importante tener en cuenta que hay
que conseguir mantener la calma en todo momento porque de esa forma
también se les estará enseñando que con la violencia, verbal o física,
no se arreglan las cosas.
Así, ante las palabras o gestos de los pequeños que
les estén retando, deben contar internamente hasta cien, respirar
profundo y mantener su postura sin flaquear en ningún momento.
2-No entrar en sus provocaciones
En muchos casos, los niños lo que pretenden es sacar
de quicio a sus papás para que así estos finalmente les acaben
permitiendo hacer lo que desean. Por eso, puede ser que lleven a cabo
comentarios y acciones que persigan provocarles una reacción concreta. Y
eso es algo que los adultos deben evitar, tienen que pensar que no
pueden “ponerse a la altura” de los pequeños y comportarse como esos.
3-Explicarle las cosas una sola vez y mirándole a los ojos
Ni que decir tiene que, además de mantener la calma y
de no caer en sus provocaciones, los padres deben de tomar la
determinación de dirigirse a sus hijos indicándoles la orden que les han
dado de una manera directa, clara y mirándoles a los ojos. Nada de
repetírselo cuatrocientas veces, hay que hacerlo una vez y nada más,
pues con esa es suficiente para que la oigan y la lleven a cabo.
De la misma manera, cuando se les explica lo que
tienen que llevar a cabo hay que exponerles también, ante el inicio de
su actitud desafiante o de su negativa, qué consecuencias traerá consigo que no sigan las indicaciones de sus padres.
Los pequeños puede ser que si están en casa intenten
llamar la atención de sus padres a raíz de esa situación poniéndose a
llorar como descosidos, tirándose al suelo e incluso haciendo cosas que
saben que a los adultos no les gustan. En esas situaciones, aunque
cueste y siempre mirando por el rabillo del ojo para que no cometan
ninguna acción peligrosa, los adultos tienen que hacer caso omiso a lo
que está ocurriendo. Y es que si les prestan atención, les estarán
transmitiendo la idea de que “montando pollos” logran su propósito.
4-No consentir ataques de violencia
Bajo ningún concepto hay que permitir que los
menores, en ese arrebato de actitud desafiante hacia sus progenitores,
lleven a cabo actos violentos, tales como intentar darles un manotazo,
romper lo que encuentren a manos o ponerse a chillar como locos. Ante
esa situación, los adultos tienen que, manteniendo la calma, sujetarles
los brazos y mirándole a los ojos decirles que eso no se les va a
permitir y directamente poner en práctica las consecuencias que ya se
les había advertido que iban a tener sus comportamientos.
5-Refuerzo positivo cuando actúen correctamente
De la misma manera, se considera importante que, para
conseguir que los niños cejen en su actitud desafiante en el momento
concreto en el que tiene lugar esa, los padres les refuercen
positivamente cuando actúen de la forma en la que se les ha indicado. Es
decir, cuando acaten las órdenes de los adultos y dejen de patalear
o de chillar, los mayores deberán manifestar que está muy bien lo que
han hecho e incluso se les puede dar alguna muestra de cariño por eso.
Estos son, a grandes rasgos, los consejos más útiles
para conseguir que los pequeños de la casa dejen de lado comportamientos
en los que se encaran con sus papás. No obstante, también hay que tener
en cuenta que es primordial ser conscientes de que los niños son niños y
se comportan como tal y que, en muchas ocasiones, se pueden resolver
los mismos desviando la atención hacia otra cosa o dándole un toque de
humor a la situación.
OK DIARIO, 03/01/2016
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