BEATRIZ G. PORTALATÍN
No hay nada como hacer feliz a un niño,
más si cabe en el Día de Reyes. Los padres hacen lo que sea por ver
sonreír a sus hijos en la que dicen, es la mañana más mágica del año.
Sin embargo, a veces, las ganas infinitas por contentar a los pequeños
acaban desbordándose en un salón repleto de juguetes donde los niños no
saben muy bien a qué atender. La felicidad de los protagonistas de la
casa no es tanto los regalos sino lo que supone en sí ese día.
"Realmente, lo que más ilusiona a los niños no son los regalos en sí, sino la ilusión de que los Reyes Magos hayan estado en su casa,
el compartir ese momento de descubrir todos los regalos con su familia,
y por supuesto esperar también, a ver si les han dejado todos los
juguetes que querían", afirma a EL MUNDO Sonia Ruiz Navas, vocal del
Colegio Oficial de Psicólogos de Extremadura, y directora del Centro de
Psicología Integral PSICOIN.
"Les emociona muchísimo ponerse a
abrir los regalos, uno tras otro, rasgar el papel deseando ver lo que
hay dentro. A veces, en esa vorágine de desenvolver paquetes ni siquiera
son conscientes de lo que contienen ni se paran a verlos
detenidamente", añade.
Los regalos ocupan sin duda uno de los
gastos más importantes de la campaña de Navidad. Además, este año, según
estimaciones de un reciente estudio, el 50% de los españoles expresó su
percepción de que se gastaría más en regalos que en años anteriores.
Seguramente, la mayoría ellos vayan dirigidos a los más peques
de la casa, pero a ellos realmente, y en contra de lo que se pueda
pensar, se les hace feliz con muy poco, no hace falta (ni es
recomendable) saturarlos.
No más juguetes de los pedidos
Los regalos hay que hacerlos de
forma sensata. "Por poner un número aconsejado de juguetes, podemos
decir que tres sería lo ideal, pero va a depender también del valor del
regalo", explica la especialista en Psicología. No es lo mismo un
juguete muy deseado y con un alto coste económico, que varios más
pequeños etc. Lo mejor sería respetar lo que han pedido en su carta (siempre
y cuando sea algo coherente). "¿Por qué saturarlo con juguetes que ni
siquiera ha pedido o no le gustan? Es mejor comprar regalos que les
vayan a ser útiles y a los que realmente vayan a prestar atención y les
resulten motivadores", señala.
El mismo mensaje lanzan desde la
Asociación Española de PadiatrÍa de Atención Primaria (AEPap). "El
exceso no es bueno, ya que los niños pueden dejar de apreciar el regalo y
el cariño con el que se ha buscado", apunta Juan José Morell, de la
AEPap. Más que los juguetes, y la cantidad que reciban, "lo más valorable es poder dedicar más tiempo a los niños y jugar con ellos".
Por su parte, el psicólogo educativo Jesús Ramírez, asegura que si los
niños reciben una gran cantidad de presentes que no han pedido a los
Reyes, tan solo fomentará en ellos el egoísmo, y el ansia por acumular
juguetes que no van a utilizar. "Los niños siempre esperan que cada
miembro de la familia le haya traído regalos, pero esto es realmente una
conducta aprendida. Por lo que sería bueno que se juntasen todos los miembros de la familia a leer la carta que el niño ha enviado a los Reyes, para hacer uno o dos regalos buenos y así, los acostumbramos desde pequeños", expone el profesional.
Es
decir, asumirán como normal que los Reyes sólo traerán a casa unos poco
regalos, y no cientos de juguetes sin sentido alguno. Realmente, los
niños disfrutan de los Reyes Magos a partir de los tres o cuatro años.
"Antes, no son conscientes de lo que ocurre y, por tanto, no hace falta
que montemos toda la parafernalia", comenta Ramírez. Desde esa edad
hasta los cinco o seis años, sería interesante oír qué les gustaría
recibir y tratar de hacerlo realidad. Aunque sea algo caro, con ayuda de
toda la familia, seguro que lo conseguimos. "Es mejor uno o dos
regalos que deseen, a regalarles un montón de cosas que no desean y que
luego no saben qué hacer con ellas", insiste.
El
egoísmo no sería la única consecuencia de que los niños reciban tantos
regalos sin sentido. El exceso puede influir también en su desarrollo
emocional, al no aprender valores como la austeridad o no apreciar el
esfuerzo que supone tratar de conseguir algo. Además, "ese exceso
contribuye a dispersar la atención y la imaginación de los niños",
apunta Ruiz Navas.
Pero vamos más allá. Según continúa explicando esta profesional, si pensamos a largo plazo, corremos el riesgo de convertirlos en adultos insatisfechos
y exigentes para los que nada es suficiente. Y no menos importante, que
sienta como algo normal que el amor se demuestre en base a cuestiones
materiales, ya que a veces esto se hace como un modo de compensar otras
carencias, como el poco tiempo que pasan los padres con sus hijos.
Regalos útiles
Lo importante de los regalos es que los niños se diviertan pero si, además, pueden ser útiles, mejor que mejor. El mejor juguete
es aquel que divierte al niño a la vez que fomenta sus capacidad
cognitiva y de relación con los demás. No debemos olvidar que una de las
funciones del juego es el aprendizaje de valores.
"Los juguetes,
además de ser un medio de distracción y de entretenimiento para los
niños, deben estar bien utilizados para estimularles en mayor medida y favorecer así los procesos de aprendizaje", afirma la psicóloga infantil Silvia Álava, autora del libro Queremos que crezcan felices.
Por
ejemplo, en la etapa escolar, "son muy adecuados los juegos que
requieren normas y otros jugadores", sostienen desde la AEPap. De este
modo, lo niños aprenden a jugar en equipo, a relacionarse con los demás,
a ganar y a perder, a desarrollar razonamientos mentales y pensar más
allá de la jugada inmediata. También es importante estimular la lectura.
Los instrumentos que fomentan el deporte también son muy aconsejables,
como raquetas, bicicletas etc, todo lo que sea jugar al aire libre
siempre será muy positivo para los peques. También, los
relacionados con la música. "Los juguetes además, de ser un medio de
distracción y de entretenimiento para los niños, deben estar bien
utilizados para estimularles y favorecer así los procesos de aprendizaje", apunta Álava. Es importante destacar que no deben fomentar el sexismo ni promover la intolerancia o la violencia.
Por
último y algo muy común en los últimos años, y que está a la orden del
día son los juguetes tecnológicos. Son buenos. "Constituyen
oportunidades para que los niños adquieran habilidades que les van a ser
muy útiles, pero es necesario ponerles un límite de tiempo, puesto que
atrapan la atención de forma importante", concluyen desde la AEPap.
EL MUNDO, Martes 5 de enero de 2016
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