REBECCA ADAMS
Es cierto que los padres están más implicados que nunca en la vida de
sus hijos. Y a pesar de ello siguen siendo objeto de la mayoría de las
bromas y críticas sobre la paternidad.
Un ejemplo es el anuncio de 2012 de Huggies,
la marca de pañales estadounidense, que decía estar hecha "a prueba de
papás". No obstante, la broma no tuvo buena acogida, y la empresa fue obligada a retirar la campaña de Facebook. Luego está el anuncio de 2007 de la empresa de telecomunicaciones Verizon,
que se prohibió por su descripción desafortunada de un tipo de padre
que ignora lo que ocurre en su casa y en su familia. Además, hay algunas
series televisivas de toda la vida que podrían incluirse en los
ejemplos, y que han recibido más de una crítica por ello.
Cada vez hay más familias en las que ambos progenitores trabajan fuera de casa y hogares en los que la mujer es el principal soporte económico. Sin duda, los roles están cambiando, a pesar de que la percepción pública sea diferente, explicaba a The Huffington Post Parents Matthew Weinshenker, profesor adjunto de sociología en la Universidad de Fordham.
Por no hablar del incremento de parejas del mismo sexo, que están
redefiniendo lo que significa "ser madre” o “ser padre”. Éstas están
dando la vuelta a los tradicionales roles parentales basados en el
género y están ampliando el rango del tipo de relación que los hijos
tienen con sus padres. Además, resulta que a sus niños les va genial, según demuestran las investigaciones.
Afortunadamente,
cada vez existen más investigaciones científicas que respaldan la labor
de los padres. Aquí tenéis ocho cosas que la ciencia nos ha enseñado
sobre la relación entre padre e hijos que pueden hacerte olvidar el
estereotipo de padre ”torpe e incompetente”.
1. El rato de juegos es importante y los padres se hacen cargo de ello
Los estudios revelan que la forma más común de interacción entre padres e hijos se produce en el contexto del juego. Las madres, por su parte, tienden a preocuparse más de la planificación y la organización.
2. La forma en que los papás interactúan con sus hijos les anima a arriesgarse
Se ha demostrado que, mediante el juego, los niños aprenden a controlar su cuerpo así como sus emociones,
lo cual les anima a arriesgarse y a ser más ambiciosos a largo plazo.
Incluso la forma en la que los padres cogen a sus hijos es diferente.
Melanie Horn Mallers, profesora adjunta en la Universidad Estatal de
California, Fullerton, explicaba a The Huffington Post que los
padres suelen coger a sus hijos de cara al mundo, mientras que las
madres tienden a colocar a sus hijos de cara a ellas. Esta diferencia
sutil es en realidad una forma con la que los padres alientan a sus
hijos a arriesgarse, argumentaba Mallers, lo cual puede beneficiarles en
su vida, en cuanto a su capacidad para interactuar con su entorno, para
sentirse confiados, para resolver problemas y sobrellevar el estrés.
Según
Mallers, las madres suelen dar a sus hijos una sensación de seguridad y
protección frente al mundo. Aunque los padres también aportan esto,
ellos tienden a transmitirles algo así como "efectivamente, el mundo el
seguro, así que sal y explóralo", asegura Mallers.
3. El momento de juegos con los papás puede ayudar a los hijos a crear relaciones más sólidas en el futuro
El
vínculo entre padre e hijo puede influir en la capacidad de este último
para crear relaciones más fuertes con otras personas a lo largo de su
vida. Un estudio publicado en 2002
reveló que "la idea que tenían los adolescentes sobre el apego estaba
proyectada por la sensibilidad de los padres hacia el juego", lo cual se
refiere a la capacidad de los padres para saber cuándo desafiar a su
hijo y cuándo bajar el ritmo durante el juego. Básicamente, este tira y
afloja influye mucho en la relación padre-hijo, por lo que no debería
infravalorarse.
4. El rechazo de un padre puede afectar más al hijo que el de una madre
Ronald
Rohner ha estado estudiando las relaciones entre padres e hijos desde
1960. "Como la mayoría de estadounidenses, hace 50 años pensaba: ‘Vale,
los padres están ahí y son importantes de alguna manera, pero la que de
verdad importa es la madre’", explicaba a The Huffington Post el propio Rohner, director ejecutivo del Ronald and Nancy Rohner Center for the Study of Interpersonal Acceptance.
A lo largo de su investigación, Rohner descubrió que, por sorprendente que parezca, el amor de un padre a menudo contribuye más que el de una madre
en el desarrollo de la personalidad del hijo. En concreto, el rechazo
de un padre puede hacer que el niño desarrolle problemas en su
comportamiento, dando lugar a sentimientos de inseguridad, ansiedad,
hostilidad, e incluso a problemas de adicción a las drogas o al alcohol.
Que un padre repudie a su hijo también puede provocar a largo plazo
problemas en la capacidad del niño para crear relaciones sólidas.
Rohner
señala que siempre hay excepciones, y que en algunos casos, la
influencia de los progenitores afectaba de igual manera, o que el amor
de la madre era el factor clave en el desarrollo del hijo. Sin embargo,
en la gran mayoría de los casos que analizó, los padres ejercían una
mayor influencia en cuestión de rechazo.
5. Una mala relación entre padre e hijo puede producir más estrés en los niños una vez que sean mayores
Rohner
no es el único que ha descubierto que el amor del padre (o la falta del
mismo) provoca un impacto en el desarrollo del niño. En un estudio de
2012 en el que participaron 912 hombres y mujeres, Mallers descubrió que
los hijos que afirmaban haber tenido buena relación con sus padres llevaban mejor el estrés
que aquellos que no consideraban haber tenido una relación fuerte con
sus padres. Mallers afirma que esto tiene mucho que ver con los momentos
de juego con los padres, lo cual ayuda a los niños a mejorar su
capacidad para la resolución de problemas y a mantener la calma en caso
de dificultad.
6. En definitiva, es importante que los niños pasen tiempo con sus padres
Aunque
existen diversos estudios que han llegado a diferentes conclusiones,
todos los resultados apuntan a una conclusión clave: pasar tiempo con
papá puede mejorar la capacidad del niño para conectar con los demás de
forma positiva. Richard Koestner, psicólogo en la Universidad McGill,
estudió los resultados de una investigación longitudinal llevada a cabo
en la Universidad de Yale en los años 50, y concluyó que cuanto menos
tiempo pasa un niño con su padre, menos capacidad tiene de sentir empatía.
“Nos sorprendimos al descubrir que el cariño que diesen los padres a sus
hijos no tenía que ver con la empatía” que luego sintieran ellos,
explicaba Koestner a The New York Times en 1990. “No nos imaginábamos lo fuerte que era la influencia del padre después de 25 años”.
Por
el contrario, conviene remarcar que Rohner no descubrió lo mismo en su
investigación. Él señala que lo que cuenta es la calidad del tiempo, y
no sólo la cantidad, en lo que se refiere a la percepción del amor del
padre por parte del niño. Se mire como se mire, los niños salen
beneficiados del tiempo que pasan con sus papás.
7. El vínculo entre padres e hijos se da gracias a la “hormona del amor”
Ya
hemos oído hablar de la explosión de hormonas en la mujer y la
consiguiente vinculación con el bebé tras su nacimiento. No obstante,
los papás también liberan un montón de hormonas.
Hay estudios que sugieren que los recién estrenados papás aumentan sus niveles de oxitocina (también conocida como la hormona del amor)
durante las primeras semanas del bebé. La oxitocina permite que los
padres creen vínculos con sus bebés, facilitando así los tan importantes
ratos de juego. De hecho, se piensa que el incremento de estas hormonas en los padres
está provocado por la crianza en sí, es decir, al "coger al bebé y
levantarlo, colocarle para que se siente o animarle para que explore y
se ría", como explicaba Live Science a raíz de un estudio realizado en 2010 y llevado a cabo por la psicóloga Ruth Feldman de la Universidad Bar-Ilan.
8. Los padres experimentan todo tipo de fluctuaciones hormonales
Los padres experimentan una disminución de testosterona del 30%
durante las tres primeras semanas de vida de su bebé, dando lugar a su
instinto paternal protector y eliminando cualquier comportamiento
agresivo. Además, mientras esperan a que nazca su bebé, los padres
experimentan un aumento de cortisol, la hormona del estrés, que también lleva al apego, y de prolactina, la misma hormona que hace que las madres produzcan leche.
Ya
que los hombres no generan hormonas que contribuyen a crear al bebé,
Mallers lanza la hipótesis de que el estrés por tener un niño hace que
muchos papás experimenten estas fluctuaciones.
Conclusión: no debemos subestimar el papel de los padres
En
las últimas décadas ha habido muchos cambios sociales y culturales;
entre otras cosas, se ha alterado la forma en que un padre se relaciona
con sus hijos. Como señala Weinshenker: "No creo que regresemos a los
años 50, cuando un hombre volvía a casa después de un largo día de
trabajo, se fumaba su pipa y, si eso, jugaba un poco a la pelota con sus
hijos".
Como cada vez hay más mujeres que se incorporan al
mundo laboral, los hombres cada vez se animan más a seguir avanzando en
el mundo de la crianza y a crear vínculos más fuertes con sus hijos.
Ahora sólo queda esperar que los publicistas y las productoras de realities televisivos pillen lo que los investigadores ya han descubierto.
Traducción de Marina Velasco Serrano
Imagen Diego y su papá, septiembre 2014
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