MÓNICA SETIÉN
ABC, 21 de septiembre de 2016
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Césa Bona ya es uno de los referentes en
educación en España. Después de ser elegido uno de los 50 candidatos —el único
de nacionalidad española— al Global Teacher Prize, el premio Nobel de los
profesores, y de publicar su libro «La nueva educación», que se convirtió un
auténtico best seller, nos sorprende con otra obra en la que cuenta su
experiencia en siete escuelas e institutos de toda España en las que la
formación se imparte de otra forma, se escucha a lo niños y las relaciones
sociales tienen más importancia que el inglés.
-En estos
colegios se da mucha importancia al sistema asambleario, a las reuniones de los
alumnos para comentar temas de su interés. ¿No se pierde mucho tiempo en esto
cuando los alumnos ya tienen una edad en las que hay mucho que trabajar?
-La educación tendría que empezar por cambiar ese
pensamiento. La asamblea no supone perder el tiempo, sino invertirlo. Es
absurdo pensar que se pierde el tiempo en educar para crear seres sociales. Nos
empeñamos en educar en la individualidad. La mayoría de las acciones que
realizamos desde que nos levantamos hasta que nos acostamos son interacciones
con los demás. Los conocimientos son importantes, pero hay muchísimas otras
cosas que son esenciales y siguen sin enseñarse en la escuela. Habría que
dedicar cada minuto del día en educar para la sociedad. Es invertir tiempo para
la vida. Debe haber asambleas y tutorías. Es absolutamente maravilloso lo que
se consigue, las relaciones sociales o los vínculos que se crean entre los
niños.
-Con este tipo de
educación, ¿el acoso escolar deja de existir o se minimiza?
-Por supuesto. Concretamente hay un caso en el
libro, el del colegio La Biznaga, de Málaga, que lleva cinco años sin impartir
ningún parte disciplinario. Y en un Instituto de Sils uno de los alumnos me
decía que entre ellos no había conflictos porque emplean tiempo en conocerse. Y
estos son complementos que deberíamos tener todos. Tiene que haber un cambio,
pero... ¿está la sociedad preparada para ello?
-Pero con estos
métodos, ¿no se dejan un poco de lado los conocimientos?
-Estos niños aprenden de todo. Lo digo con
certeza porque lo he vivido. Con el sistema actual los conocimientos se
olvidan. Hay estudios que dicen que a los 30 días el 90% de los conocimientos
se olvidan ¿Y por qué se olvidan? Porque no se da importancia al proceso. Estos
niños aprenden a buscar información, a trabajar el tema, a elaborar las
respuestas. Los menores tienen ganas de sentirse escuchados, de sentirse
queridos y útiles. Si empezáramos a mirar la educación desde estas tres
premisas, muchas cosas cambiarían.
-Tanto juego
social, ¿sirve para fijar los conocimientos?
-Los niños juegan mucho a imitar. Están
interiorizando unos procesos que son fundamentales y están viendo que el
conocimiento que están adquiriendo sirve para algo. Lo decía la jefa de
estudios del colegio Amara Berri: «Que lo que estudies sirva para algo». En la
mayoría de los colegios lo estudiado sirve para soltarlo en un examen y se
acabó.
-A mí me gusta
pensar que todo lo que he estudiado me ha servido para algo...
-Lo que nos han enseñado lo hemos olvidado. Lo
que pasa es que hay gente que se sigue formando. Es bueno tener la curiosidad
despierta siempre. La educación sirve para preparar, pero hay gente que sigue
pensando que hay que educar a los niños para que pasen el examen a los 18. Y
que educación sigue siendo igual a calificaciones. Y se olvidan de la parte
importante que es el aprendizaje social.
-De alguna manera
habrá que medir los conocimientos...
-Sin duda, la evaluación es importante en la vida
también. Sirve para aprender, pero no para sangrar, que es para lo que está
sirviendo en muchos casos.
-Los colegios de
los que escribe utilizan la autoevalución ¿Esto no sirve para ser más
indulgente con uno mismo?
-No. Yo la asocio con la reflexión, y en las
escuelas tendrían que enseñar a reflexionar. Hay que saber para qué hacemos a
las cosas, porqué las hacemos y qué consecuencias van a tener nuestros actos. Y
esto no se enseña en las escuelas. Si estas dinámicas se pusieran en práctica
ayudaría incluso a evitar los casos de acoso escolar.
-¿Se hace siempre
o sólo en determinadas asignaturas o campos?
-No todo son asignaturas, también se pueden
evaluar en la relación con lo demás...
-Sí, se pueden
evaluar en cuanto a sus relaciones con los demás, pero no les lleva a la
universidad...
-Tenemos que pensar que las notas son
importantes, pero son solo una manera de ver cómo uno está avanzando en su
aprendizaje.
-También hay
coevaluación. ¿No se puede hacer mucho daño con estas dinámicas de evaluación
al otro?
-Si se hace daño en una dinámica o autoevaluación
es síntoma de que no se han trabajado las relaciones antes. Si estos chicos
están en Secundaria, y desde Primaria ya trabajan la socialización, pensarán
antes de hablar de un compañero. Además tienen cuidado con lo que dicen, porque
cada palabra y cada acción que realizan tiene efecto en los demás. Las
dinámicas de grupo vienen muy bien porque ayudan a abrirse y a expresar lo que
tienen dentro.
- Y los niños con
problemas de aprendizaje ¿tienen más facilidad de integración en estos
colegios?
-Tendemos a etiquetar y esto es malo, porque
siempre lo hacemos por el lado peor. Si sólo resaltáramos el lado bueno, las
cosas cambiarían. La autoestima sube y cambia todo. Los niños aprenden porque
se les enseña a colaborar y a compartir. Toman como algo natural lo que los
mayores tendemos desnaturalizar.
-Entonces, ¿la
educación no sólo sirve para adquirir conocimientos?
-Algunos dicen que la educación es para crear
seres empleables y ya está. Otros piensan que los niños, además, tienen que ser
felices. Ser feliz en una escuela no implica falta de exigencia ni ausencia de
buenos resultados, de hecho, cuando alguien es feliz, los resultados suelen ser
buenos. La gente trivializa la felicidad y me parece trisitísimo. Yo creo que a
la escuela se va a aprender siendo feliz.
-¿Qué opina de la
educación bilingüe?
-Nos estamos obsesionando. Vamos a poder decir
las cosas de varias formas pero nos vamos a comportar igual. Yo le doy más
importancia a una hora de tutoría que a una hora de lengua o de inglés. Los
conocimientos se van a ir adquiriendo, pero las relaciones sociales que se usan
todos los días, si no se aprenden de pequeños... mal vamos.
-Un adolescente
que sale de un instituto de este tipo, ¿no se pega una baño de realidad al ver
que la vida no es como en el colegio, que es más individualista y competitiva?
-Estos niños salen con herramientas que otros no
tienen. Saben investigar, trabajar en equipo, mirar alrededor, cómo hacer el
proceso para aprender. No creo que la escuela tenga que ser el reflejo de la
sociedad competitiva, sino que la escuela tiene que cambiar nuestra sociedad.
Las escuelas que cambian el mundo
César Bona ha viajado por toda España para
conocer de primera mano diferentes maneras de impartir educación. Hay escuelas
en España que están cambiando la educación. Escuelas que demuestran que otra
forma de educar es posible. Escuelas que no están en Finlandia ni en Suecia;
unas son públicas, otras rurales y algunas incluso están masificadas. Todas
ellas son«Escuelas Changemaker»y están preparadas para liderar una verdadera
transformación educativa. Son lugares que cuentan con alumnos, maestros
corrientes, y padres cómplices detrás. Son lugares que cuentan con alumnos
motivados, maestros corrientes, y padres cómplices detrás. Escuelas excelentes
académicamente y con un proyecto integral donde el respeto, la creatividad, la
imaginación, el trabajo en equipo, la empatía y la interacción con la sociedad
son el mejor camino para completar las enseñanzas de las asignaturas
tradicionales.
César Bona nos narra, con su personal y cercana
voz, lo que han logrado estas escuelas, lo novedoso de sus métodos y cómo
todos, sea cual sea nuestra edad, podemos cambiar el mundo. No olvidemos que
los niños no son los adultos del mañana, son los niños del presente y ellos, si
les dejamos ser niños, si les reforzamos su creatividad natural, su imaginación
desbordante y trabajamos la empatía, la solidaridad y el respeto, pueden
cambiar el mundo. No en el futuro, sino ahora.
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