El 70% de los niños en edad preescolar siguen una dieta
desequilibrada, lo que conlleva falta de nutrientes claves para su
desarrollo físico y mental, como el omega 3, el Hierro o la Vitamina D.
Si nos esforzamos por promover, desde la familia, hábitos saludables en
esta primera etapa no sólo estaremos más cerca de asegurar su correcto
desarrollo sino también de prevenir enfermedades futuras, como la
hipertensión, la obesidad o la diabetes.
Una dieta inadecuada
A pesar de ser conscientes de la importancia de una buena
alimentación durante la infancia, la mayoría de hogares españoles
descuidan aspectos fundamentales en la dieta del menor. Por ejemplo, “la
falta de consumo de fruta y verduras, unido al exceso de grasas y
azúcares es una constante en las dietas desequilibradas en esta etapa
preescolar”, comenta la pediatra Teresa Cenarro, del
Centro de Salud Sagasta-Ruiseñores de Zaragoza. Este desequilibro
conlleva déficits en la ingesta de determinados nutrientes de vital
importancia, ya que no debemos olvidar que es en esta etapa donde se
producen procesos tan relevantes como el desarrollo cognitivo o el
desarrollo cerebral, algo en lo que el omega 3 DHA, un nutriente que
los niños españoles ingieren por debajo del 50% de la CDR, interfiere de
forma fundamental.
La doctora Cenarro insiste en que “una dieta sana es fundamental en
el desarrollo físico y mental pero, eso sí, debe también ir acompañada
de un hábito de descanso y sueño adecuado y de la realización de
ejercicio físico apropiado para cada edad”. Además, también recalca que
podemos actuar incluso de forma preventiva durante el embarazo,
“siguiendo una dieta equilibrada, rica en frutas, verduras y pescado”,
con lo que frenaremos estas carencias desde el propio vientre materno.
Pautas a seguir
Un reciente estudio elaborado por la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria ha
vuelto a recalcar las grandes carencias nutricionales de los niños
durante sus 3 primeros años de vida. Hierro, vitamina D y ácidos grasos
poliinsaturados (omega 3) encabezan un listado de necesidades no
cubiertas a las que debemos prestar una especial atención.
Para intentar corregir estos desequilibrios, hemos de intentar
cambiar algunos hábitos e incorporar determinadas pautas en nuestras
rutinas alimentarias. Algunas de ella son:
- Aumentar la ingesta de pescado azul, rico en Omega 3, hasta alcanzar las 2-3 raciones semanales.
- Reducir la cantidad de grasas saturadas y azúcares, factores decisivos en el desarrollo de la obesidad infantil.
- Incorporar a la dieta del menor alimentos ricos en Hierro, como determinadas hortalizas, legumbres e incluso vísceras, ya que el 64% de los niños españoles no alcanza los niveles adecuados de este nutriente esencial para su desarrollo cognitivo.
- No descuidar la ingesta de calcio. Para ello debemos de tener muy en cuenta el consumo diario de leche, ya que es el alimento que les proporciona este mineral esencial en mayor cantidad. A partir del primer año, un niño debe consumir entre 2 y 3 raciones de leche o lácteos,y puede hacerlo a través de fórmulas especialmente diseñadas para esta etapa vital como las leches de crecimiento.
- Aumentar la ingesta de alimentos ricos en vitamina D, como los huevos o determinados pescados como la sardina o el boquerón, así como favorecer la exposición solar de los más pequeños. Y es que esta vitamina es esencial en su desarrollo, ya que ayuda a absorber el calcio y, por lo tanto, favorece una estructura ósea más fuerte.
Siguiendo todas estas pautas conseguiremos mejorar el equilibrio
nutricional de los más pequeños de la casa. Eso sí, en el caso de que se
mantengan algunos déficits específicos, podemos optar por alimentos
fortificados para ayudarnos a alcanzar los requerimientos claves en
esta etapa vital.(...)
EL MUNDO, Viernes 16 de septiembre de 2016
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