MÓNICA ESCUDERO
El inicio del curso escolar es inminente: se acabó lo de
hacer tablas de Excel y pedir favores a abuelos, familiares y hasta
gente que pasaba por allí para conciliar la vida laboral con la
familiar. Desde El Comidista no podemos ayudaros con las cuotas de los
libros, las matrículas o el material escolar –ya nos gustaría, pero
bastante tenemos con lo nuestro–, pero sí daros unas sugerencias para
que el momento de preparar ese tentempié de media mañana que todos los
niños llevan al cole sea más sencillo.
Apúntate a nuestra campaña por un desayuno libre de
productos industriales, no te agobies si tu hijo no tiene hambre solo
despertarse y llena la mochila con fruta, bocadillos, frutos secos y
alimentos que complementen las comidas para conseguir una ingesta diaria
completa y equlibrada. Y ánimo con el fin de las vacaciones: antes de
que nos demos cuenta nos plantamos en Navidad y volvemos a empezar con
el encaje de bolillos.
1. Si se compra envasado en plástico, no se lo pongas
No nos referimos precisamente a la bolsa en la que ponemos
las manzanas o los plátanos, sino a la bollería industrial, galletas y
cereales a tope de azúcar, leche con cacao, bricks de zumo procedente de
concentrado y otros productos industriales tristemente habituales en
los desayunos escolares. Ni son buenos ni, reconozcámoslo, lo están: el
azucarazo y el exceso de grasa ocultan al paladar cualquier posible
atisbo de sabor.
2. Olvida los alimentos específicos para el desayuno
Nuestro nutricionista de cabecera, Juan Revenga, se
pregunta por qué asumimos que hay alimentos típicos ‘de desayuno’ que
jamás pondríamos en una comida o una cena. “Pensemos en ello y, cuando
identifiquemos este tipo de productos, asumamos que tampoco deberían formar parte de un desayuno”.
Y a la inversa y en positivo, “una vez que tengamos
alimentos identificados como saludables idóneos para comidas o cenas
(con sus postres incluídos) esos alimentos se pueden ir directamente y
en tobogán a los desayunos de los niños. Creo que ya va siendo hora de
romper ciertas inercias absurdas además de inventadas por los de
siempre: la industria”. ¿Barritas de cereales con miel? No. ¿Galletas de
chocolate? Tampoco ¿Una tortilla francesa, pan y tomate? Adelante. Y
así con todo.
3. Respeta los tiempos del niño
Juan Revenga tiene un mensaje para los padres preocupados
porque a sus hijos no les apetece comer antes de ir a la escuela:
“respecto al miedo o incluso terror que pueda causar mandar al cole a un
niño sin desayunar en casa –digo en casa porque tarde o más temprano
terminará desayunando– sirva esto como tranquilizante:
Esta reciente publicación
evalúa el impacto de realizar el desayuno en el aula (algo
relativamente frecuente en los programas sociales de Estados Unidos) y
de entrada concluye una pseudo obviedad más o menos previsible: en
aquellos programas escolares en los que se contempla el desayuno en el
aula hay menor absentismo escolar, pero en cuanto al rendimiento, no se
observaron diferencias entre aquellos niños que seguro sí desayunaban
frente a los que no se sabía si desayunaban o no.
En nuestro entorno me parece inmoral el forzar a un niño a comer (en
especial si se le dan chucherías de desayuno), más incluso que el forzar
a un adulto ya que, al fin y al cabo con los niños se puede ejercer más
fuerza. Al igual que un adulto puede salir de casa por el simple hecho
de que no le entra nada inmediatamente después de levantarse, un niño
tiene el mismo derecho”.
4. Sé -un poco- prevenido
Evidentemente no hace falta hacerse un programa de
desayunos mensual, pero sí está bien tener algo en la recámara para esos
días en los que la nevera flojea. Nueces, avellanas o almendras, una
lata de atún que puede convertirse en un estupendo bocadillo y algo de
pan en el congelador o en forma de tostada –idealmente, integral– serán
nuestros mejores aliados cuando lo fresco flojea.
El nivel de previsión debería aumentar cuantos más desayunos
haya que preparar a diario: cualquiera que tenga que enfrentarse recién
despertado a la tarea de preparar tres tentempiés (mis hijos se
despiertan con hambre, desayunan otra vez en el cole y meriendan antes
de las actividades de la tarde) sabrá de qué le hablo. Si la situación
es dramática y hay que improvisar de camino al colegio, la solución más
simple y fácil está en pasar por la frutería (y con ella pasamos al
siguiente punto).
5. Piensa en verde
La fruta lo tiene todo para ser el desayuno escolar perfecto (o una
parte importante de él). Juan Revenga apunta que “siempre que le pidas
al frutero que te la lave antes de entregártela –algo que me imagino le
encantará– o lo hagas tú mismo en una fuente. Manzanas, peras, plátano,
mandarinas, clementinas (las que se pelan tienen el plus de que no hace
falta lavarlas), pero también un kiwi (hay cucharillas-cuchillos de
plástico que se pueden transportar perfectamente para estas
cuestiones... si eres previsor), cerezas, melocotones o ciruelas”. Añado
un tentempié vegetal que triunfa bastante entre mis cachorros:
zanahoria, pasas y queso curado.
6. Y en pan
El pan es la base perfecta para un desayuno de media mañana, Pan de
verdad: de trigo, espelta o centeno, mejor integral y de una buena
panadería, sin mejorantes, de fermentación lenta, con aroma y con
cuerpo. Los niños tienen unos dientes estupendos y pueden –y deben–
utilizarlos, así que no necesitan comer siempre hogaza de molde
blandito. A este pan podemos añadirle un chorrito de aceite, jamón dulce
o salado, queso fresco o curado, unas lonchas de pechuga de pollo o
pavo o el atún o la tortilla que mencionábamos antes. Para darle un
extra de sabor y frescura, podemos añadir unas hojas de lechuga o
rodajitas de pepino, tomate o cualquier otra hortaliza.
7. Busca el equilibrio
Ya sabemos que el desayuno no es la comida más importante,
pero los dos o tres tentempiés diarios que toman los niños acaban
siendo una parte nada desdeñable de su ingesta diaria. Es importante
tener en cuenta el resto de alimentos que van a consumir durante el día
–si comen en el colegio está bien tener el menú a mano–, para que la
alimentación al final del mismo sea lo más equilibrada y completa
posible.
Algunas de las organizaciones que diseñan los menús de los
comedores escolares –con nutricionistas en plantilla o como asesores–
incorporan sugerencias de cenas, desayunos y meriendas: si tienes el día
poco inspirado, siempre puedes echarles un vistazo.
8. Recicla y reutiliza
Esto no es exactamente de comida, pero también es
importante. Teniendo en cuenta la cantidad de tentempiés que toman al
año nuestros hijos por ahí, llevarlos en un táper o elemento
reutilizable –siempre que haya que envolverlos– le ahorrará al planeta
un buen montón de papel de plata que procesar. Si las tarteras son
incompatibles con los juegos en el patio, inventos como éste –que se puede meter perfectamente en el bolsillo– harán exactamente la misma función.
EL COMIDISTA/EL PAÍS, Martes 6 de septiembre de 2016
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