LAURA PERAITA
As
puertas de celebrar el próximo 2 de abril el «Día internacional del
libro infantil y juvenil», los expertos insisten en la importancia de la
implicación de las familias para fomentar la lectura en los niños.
Aseguran que leer desde la infancia es un estupendo método para mejorar
el aprendizaje y maduración de los más pequeños y favorece el desarrollo
del vínculo afectivo con los padres, que pueden apoyarse en cuentos
para abordar problemas de sus hijos como el control de esfínteres, el
miedo, lo celos...
Según Ester Serrano, de la Asociación Española
de Pediatría de Atención Primaria (AEPaP), «los niños que están
acostumbrados a leer o a que les lean, adquieren fácilmente vocabulario y
capacidades para el desarrollo del lenguaje. Se sentirán más seguros en
el colegio tanto en la lectura como en el habla ante sus compañeros,
mejorarán su rendimiento, aumentarán su capacidad de concentración, de
análisis y de interpretación de los textos».
Con este buen hábito
adquirido, los beneficios alcanzarán hasta en la edad adulta puesto que
«un cerebro activo funciona mejor y más rápido», asegura Esther
Serrano. Explica que mientras leemos se estimulan las conexiones entre
neuronas y otras áreas como la retina y la corteza cerebral visual del
lóbulo occipital del cerebro, al tiempo que se aumenta la llamada
“reserva cognitiva”, lo que retrasa y previene la pérdida de la memoria.
Es un factor de protección de las enfermedades neurodegenerativas».
El problema, según añade José María Lucía, socio fundador de
Educandoo.com, es que solo entre un 30-35% de los padres están
implicados en la lectura con sus hijos y «a medida que avanzan en edad
estos hábitos se pierden». Por ello, propone que estos hábitos los
adquieran desde pequeños para que los interioricen para toda la vida,
comenzando con una lectura diaria de cuento antes de dormir. «Los padres
deben servir de ejemplo y leer, pero si no son lectores habituales,
pueden llevar a sus hijos a bibliotecas y disfrutar ojeando libros
juntos y seleccionando un buen título. Además, es muy positivo
regalarles un libro ante un buen comportamiento, como premio, para
alejarles de la idea de que la lectura es una obligación».
Desde
la AEPap, Esther Serrano añade que hay que respetar sus gustos para que
elijan sus historias. «También los padres deben estar dispuestos a
compartir con ellos lecturas, a animarles a leer y a escuchar sus
experiencias con la lectura. El debate después de leer el libro también
es positivo. Otra forma de atraerles es leer en voz alta todos los
miembros de la familia y cuando él lo haga no corregirles continuamente,
no importa que se equivoquen. No está en el colegio. En ese momento lee
para pasarlo bien».
Sven Huber, socio fundador de Boolino, añade
que para que no pierdan el hábito durante la adolescencia «se les puede
proponer un libro de ciencia ficción o comics, que aunque resulten menos
educativos, los hay de gran calidad y les invita a la lectura, lo que
les ayudará a combatir el estrés de una época de muchos cambios vitales y
luchar contra el aburrimiento propio de estas edades».
Errores más habituales de los padres
—Obligarles
a leer contra su voluntad. Sustituir el tiempo de otras aficiones por
la lectura. Leer debe ser una afición más y hay que encontrar su tiempo
entre las rutinas diarias. No debe ser sólo una tarea escolar más.
—Imponerles las lecturas que les gustan a los padres y criticar las
suyas.
—No tener en cuenta la edad y maduración de los niños.
—Empeñarse en excluir las nuevas tecnologías frente a la lectura tradicional. Se pueden compatibilizar.
—Corregirles continuamente si no leen perfectamente.
—No compartir la lectura con ellos.
—Empeñarse en excluir las nuevas tecnologías frente a la lectura tradicional. Se pueden compatibilizar.
—Corregirles continuamente si no leen perfectamente.
—No compartir la lectura con ellos.
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