MAYTE MARTÍNEZ GUERRERO
Cepillarse los dientes es una forma de mantener a raya las caries, así como de lucir una sonrisa brillante y tener un aliento fresco.
Pero todos nos hemos saltado alguna vez este gesto, especialmente a
última hora del día, ya sea por olvido o por pereza. ¿Sabe las
consecuencias que tiene semejante descuido?
La ausencia de saliva antibacteriana durante la noche significa que
estamos especialmente vulnerables a los agentes causantes de las caries y
enfermedades de las encías. Al dormir, salivamos muy poco, el
movimiento de lengua, mejillas y labios es menor, y teniendo en cuenta
que la saliva es la encargada de limpiar nuestra boca naturalmente, “el
cepillado nocturno es el más importante para evitar que los alimentos
estén en contacto con nuestros dientes durante muchas horas, lo que
conduciría a un aumento de las enfermedades dentales”, comenta la
doctora Alicia Matas, odontóloga y responsable de la Unidad de
Odontología de Q-Maxdental en el Hospital Quironsalud Barcelona.
“Al disminuir la capacidad reguladora del pH de la saliva para evitar
la agresión ácida sobre el esmalte y la consecuente desmineralización,
es importante el cepillado después de cenar”, dice también la doctora
María Ciudad, odontóloga en el Instituto Odontológico Maxilofacial.
Más de 500 tipos de bacterias
“En nuestra boca se encuentran unos 600 tipos de bacterias,
y aunque algunas son ‘buenas’ y ayudan a mantener el equilibrio de la
flora, otras predisponen a enfermedades como la caries, la gingivitis y
la periodontitis”, explica la doctora Matas. “Por ejemplo, el Streptoccocus Muttans,
uno de los más involucrados en la formación de caries dental, obtiene
su energía del alimento que ingerimos, su flexibilidad genética le
permite romper toda una amplia gama de hidratos de carbono. Entre las
sustancias que aprovecha, figuran la glucosa, fructosa, sacarosa,
galactosa, maltosa, rafinosa, ribulosa, melibiosa e incluso el almidón”,
añade la médica Marta del Pozo, licenciada en Odontología, de la Clínica Dental Córdoba del Pozo.
“Las bacterias intentan fijarse continuamente a nuestros dientes, pero
ese proceso es frenado por la acción de la saliva, la lengua y el
cepillado” asegura Gonzalo Navarro de Clínica Dental Navarro.
Las bacterias producen ácido durante todo el día, más cuando está
comiendo, por lo que la única forma de deshacerse de esa película de
placa es cepillándose al menos dos veces diarias,
mejor tres, para eliminar subproductos ácidos que pueden dañar su
esmalte y causar caries. “La cantidad de bacterias que tenemos en la
boca es altísima incluso después del cepillado y en estado de buena
salud. Lo verdaderamente importante es mantener a raya ese crecimiento
bacteriano para que no pueda convertirse en patológico”, dice Javier
Navarro, odontólogo de Clínica Menorca.
Pues bien: el modo más rápido para multiplicar la proliferación de
microorganismos entre su boca es olvidar el cepillado nocturno. Pero hay
más consecuencias. Si se acuesta sin lavarse los dientes, su aliento
amanecerá con un olor insoportable. “La persistencia de alimentos en
descomposición en la boca y la menor secreción salival nocturna son una
mezcla explosiva para el desarrollo de halitosis”,
advierte la doctora Matas. "Aunque hay que saber que el cepillado
elimina gran parte de los anillos aromáticos desagradables por
metabolismo bacteriano, pero si el origen de la halitosis no es
solamente la boca, este no será tan efectivo como desearíamos”, aclara
el doctor Navarro.
20 o 30 minutos después del último bocado
Normalmente, hay un espacio de tiempo entre la cena y el sueño de
unas 2-3 horas. Hay quien tiene la costumbre de cepillarse después de
comer y quien lo hace inmediatamente antes de irse a la cama. La mayoría
de los expertos se inclina por la primera opción, aunque con matices.
“El cepillado después de la cena es técnicamente mejor para los dientes
que el de antes acostarse, porque se aporta fluoruro, en la pasta de
dientes, que actúa durante más tiempo para fortalecer la dentadura",
aclaró en sus investigaciones Denis Kinane, decano de la Universidad de la Escuela de Medicina Dental de Pennsylvania.
Aunque hay una excepción: una cena a base de alimentos ácidos
(cítricos, lácteos fermentados, vinagre o tomate guisado). "En esos
casos, es mejor cepillarse una media hora después, cuando el pH haya
vuelto a la normalidad”, aconseja la doctora Alicia Matas. El odontólogo
del centro médico de la Universidad de Rochester (EE UU) Yanfang Ren
lo documentó con el siguiente argumento: el ácido suaviza la parte
superior del esmalte, por lo que un cepillado inmediato podría
ablandarlo y provocar desgaste. Otros médicos apuestan por esperar
siempre esos 20 o 30 minutos, como es el caso de la doctora Del Pozo,
que afirma que así damos tiempo a los nutrientes de enriquecer la
microbiota oral. O el doctor Gonzalo Navarro, quien apostilla: “Lo mejor
es cepillarse en los primeros 20 minutos después de cada comida, ya que
es el momento de mayor actividad bacteriana”.
Pero como avanzamos, no hay unanimidad. Javier Ortega, odontólogo de Clínica Menorca,
pone la nota de discordancia: “Tras la cena se produce la autoclisis,
que es un proceso de limpieza natural por el movimiento de labios,
lengua y demás tejidos blandos de la boca que ayuda a mantener la
limpieza en cierta medida (este proceso se produce continuamente
mientras está despierto). Si el cepillado se hace justo antes de
acostarse la limpieza será más fácil, porque la autoclisis ya ha hecho
parte del trabajo”.
Cómo reaccionar ante un olvido
"Si una noche no cepillamos los dientes, no hay gran peligro, mas no
debe tomarse como costumbre", recapitula el doctor Gonzalo Navarro. Y
Ortega continúa: “Durante esa jornada, bajaría el pH de la boca y se
acumularía más placa en las zonas de retención, pero no habría una
consecuencia relevante más que la maduración de la placa, que será más
difícil de eliminar posteriormente". Así, si confiesa que ha pecado, asegúrese de cepillar bien por la mañana, y no olvide aplicar el hilo dental para eliminar las bacterias acumuladas.
EL PAÍS, Lunes 7 de marzo de 2016
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