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6 claves para lidiar con las rabietas de los niños durante el confinamiento

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El confinamiento está afectando irremediablemente a toda la sociedad, independientemente de la edad que tengamos. Tanto niños como adolescentes y adultos padecen síntomas consecuencia del estrés y la ansiedad derivados de varias semanas confinados en sus casas. Para los más pequeños, esta situación puede generar trastornos del estado de ánimo y del sueño difíciles de controlar por sí mismos, pues aún no tienen la autonomía y el aprendizaje suficiente como para lidiar con este tipo de emociones.
Las rabietas son, de hecho, consecuencia de una pérdida del control de las emociones de los más pequeños, lo que genera estrés y ansiedad y deriva comúnmente en el llanto. En estos casos, los padres se convierten en su guía y modelo a seguir para aprender a sobrellevar la ansiedad del confinamiento y que la convivencia sea más fácil para toda la familia.
En una situación en la que muchas familias están pasando por momentos complicados con los más pequeños, existen una serie de consejos para lidiar con la ansiedad y las rabietas de los más pequeños durante el confinamiento.

1. Mantener la calma y ser pacientes

En una situación de rabieta, la gran clave, es mantener la calma durante todo el proceso hasta que el niño se tranquilice. La paciencia es fundamental para no perder los nervios frente a una rabieta y actuar impulsivamente, enfadándonos y discutiendo con nuestro hijo. Eso solamente generará más tensión y empeorará la situación”, mantiene Belén González, directora de Salud de Aegon.
En estos casos, es recomendable esperar hasta que la situación se calme, seguir haciendo nuestras tareas y mantenernos firmes ante posibles pataletas. “Una rabieta puede ser una forma de expresar estrés y agotamiento, pero también es una forma de llamar la atención”, recuerda González. “Como padres, debemos ser capaces de lidiar con la desesperación y el estrés que generan esos momentos y mantenernos impasibles ante la situación pero sin desentenderse por completo. A fin de cuentas muchos de estos comportamientos serán consecuencia de un sentimiento compartido de aislamiento social”. Por ello, si sentimos que estamos al límite, es recomendable ausentarse durante un momento para relajarnos y no reaccionar frente a los niños o, en la medida de lo posible, delegar en otra persona la labor.
Una vez la situación se calme, es importante sentarnos a hablar con nuestros hijos y construir un espacio de comunicación donde animarles a explicar qué les ocurre. En los tiempos que vivimos actualmente, la convivencia es un aspecto fundamental para que el confinamiento se sobrelleve de la mejor forma posible y para ello, la comunicación es clave para mantener la tranquilidad en casa. “En esta situación debemos dar pie a que nuestro hijo nos explique qué le ocurre o qué le inquieta e intentar dar soluciones realistas y positivas, animándolos a hablar e identificar sus sentimientos y apoyándolos en la búsqueda de alternativas para lidiar con sus preocupaciones”, recomiendan.

2. La técnica del “dejar estar”

En un contexto como el actual, gran parte de las rabietas se derivan de la ansiedad consecuencia del confinamiento. En esta situación, los más pequeños se pueden sentir estresados, frustrados y superados por el aislamiento y perder el control de sus emociones, lo que deriva en una rabieta o berrinche. Para lidiar con ellas existen diversas técnicas recomendadas por los expertos.
Entre ellas encontramos la conocida como técnica de tiempo fuera, es decir, la terapia que consiste en modificar la conducta alejando a los niños –y adultos- de aquello que le genera enfado o conflicto. No obstante, en la situación en la que se encuentra la sociedad actualmente, esta alternativa estaría más recomendada para los conflictos entre adultos antes que dirigida a niños. “Muchas de las rabietas de los niños estos días se derivan del estado de confinamiento en el que nos encontramos”, apunta González. “Por ello, mandarlos a su habitación o aislarlos para que se calmen puede ser contraproducente en un entorno como el actual donde gran parte de esos comportamientos son consecuencia de esa sensación de aislamiento que padecemos todos”, recuerda.
En estos casos, lo más recomendable es mantener la calma y recurrir a la “extinción”, la técnica de esperar a que la rabieta pase antes de volver a prestarles atención. De esta forma, comprenderán que el llanto no es una forma de llamar la atención apropiada y como padres no reforzaremos ese tipo de conductas.

3. Canalizar su energía en otras actividades

Las rabietas son, en realidad, una forma de expresión de la energía acumulada. En una situación en la que todos nos encontramos en casa, los más pequeños acumulan gran cantidad de energía que necesita ser liberada a lo largo del día o expresada a través de distintas actividades. Si esto no pasa, esta energía se canaliza negativamente a través de ataques de llanto, gritos, problemas para comer o dormir e incluso pesadillas. “La rabieta es una respuesta normal frente al encierro pues los niños, al igual que los adultos, se sienten estresados e irascibles al no poder correr en libertad o jugar y socializar con otros niños”, señala González.
Por ello, desde Aegon recuerdan la importancia de ayudar e incentivar a los más pequeños a mantenerse activos, jugar y compartir con la familia durante este confinamiento. Este tipo de actividades actuarán como receptoras de la energía de los más pequeños y ayudarán a olvidar su frustración y sus ganas de salir a la calle durante un tiempo.

4. Rutinas, la clave para prevenir las rabietas

Las rutinas son clave para evitar las rabietas en los más pequeños, pues ayudan a prevenirlas. En ocasiones, estos comportamientos vienen derivados del hambre, sueño, cansancio o frustración, situaciones que pueden solucionarse mediante una rutina establecida que durante el confinamiento es fundamental.
“Que nuestros hijos tengan un horario de actividades puede ayudarlos a sentirse animados y realizados, evitando de esta forma sentimientos de frustración y agobio derivados normalmente de momentos de inactividad y aburrimiento”, apunta González. “Además, esta rutina no solo ayuda a mantener su estado de ánimo y liberar tensiones, sino que también favorece la productividad de los padres, sobre todo aquellos que trabajan desde casa y que se enfrentan a dificultades a la hora de conciliar la vida familiar y laboral durante el confinamiento”, recuerda.

5. Comunicación y empatía

Una vez la situación se calme, es importante sentarnos a hablar con nuestros hijos y construir un espacio de comunicación donde animarles a explicar qué les ocurre. En los tiempos que vivimos actualmente, la convivencia es un aspecto fundamental para que el confinamiento se sobrelleve de la mejor forma posible y para ello, la comunicación es clave para mantener la tranquilidad en casa. “En esta situación debemos dar pie a que nuestro hijo nos explique qué le ocurre o qué le inquieta e intentar dar soluciones realistas y positivas, animándolos a hablar e identificar sus sentimientos y apoyándolos en la búsqueda de alternativas para lidiar con sus preocupaciones”, recomiendan.
La clave de la comunicación es empatizar con nuestros hijos y no transmitirles la idea de que su rabieta no tiene sentido. “Una vez se han tranquilizado, debemos hacerles ver que sabemos que están enfadados e intentar identificar la razón de ese comportamiento, recomiendan desde Aegon. Una vez superada esa fase, desde la aseguradora recomiendan educar en otras formas de canalizar la frustración y la rabia, con el objetivo de enseñar a los más pequeños que hablando –y no llorando-, las cosas pueden resolverse.

6. Los padres, un modelo a seguir

Como padres debemos dar ejemplo del buen comportamiento durante esta cuarentena”, recuerda González. Por ello, debemos ser capaces de mantener el control frente a una rabieta y esperar a que el niño se calme antes de pedirle explicaciones sobre lo que le ocurre. Asimismo, aunque esta situación sea complicada para todos, debemos evitar transmitir nuestras preocupaciones a los más pequeños.
Los niños son como esponjas que absorben todo lo que les rodea”, recuerda Belén. “Si nos ven nerviosos, temerosos o preocupados, es probable que ellos también sientan miedo a pesar de no comprender del todo lo que está ocurriendo y que esa preocupación derive en una rabieta”. Por ello, debemos evitar discutir delante de ellos con otras personas, frustrarnos al ver las noticias o canalizar nuestro enfado de forma agresiva, pues son conductas que ellos podrían imitar en un momento dado.
EL CONFIDENCIAL, Domingo 26 de abril de 2020

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