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El confinamiento está afectando
irremediablemente a toda la sociedad, independientemente de
la edad que tengamos. Tanto
niños como adolescentes y adultos padecen síntomas
consecuencia del estrés y la ansiedad derivados de varias
semanas confinados en sus casas. Para los más pequeños, esta
situación puede generar trastornos del estado de ánimo y del sueño
difíciles de controlar por sí mismos, pues aún no tienen la
autonomía y el aprendizaje suficiente como para lidiar con este tipo
de emociones.
Las rabietas son, de hecho, consecuencia de una
pérdida del control de las emociones de los más pequeños,
lo que genera estrés y ansiedad y deriva comúnmente en el llanto.
En estos casos, los padres se convierten en su guía y modelo a
seguir para aprender a sobrellevar la ansiedad del confinamiento y
que la convivencia sea más fácil para toda la familia.
En una situación en la que muchas
familias están pasando por momentos complicados con los más
pequeños, existen una serie de consejos para lidiar con la
ansiedad y las rabietas de los más pequeños durante el
confinamiento.
1. Mantener la calma y ser pacientes
En una situación de rabieta, la gran clave, es mantener la calma
durante todo el proceso hasta que el niño se tranquilice. “La
paciencia es fundamental para no perder los nervios frente a
una rabieta y actuar impulsivamente, enfadándonos y discutiendo con
nuestro hijo. Eso solamente generará más tensión y empeorará la
situación”, mantiene Belén González, directora
de Salud de Aegon.
En estos casos, es recomendable esperar hasta que la situación se
calme, seguir haciendo nuestras tareas y mantenernos firmes
ante posibles pataletas. “Una rabieta puede ser una forma
de expresar estrés y agotamiento, pero también es una forma de
llamar la atención”, recuerda González. “Como padres, debemos
ser capaces de lidiar con la desesperación y el estrés
que generan esos momentos y mantenernos impasibles ante la situación
pero sin desentenderse por completo. A fin de cuentas muchos de estos
comportamientos serán consecuencia de un sentimiento compartido de
aislamiento social”. Por ello, si sentimos que estamos al límite,
es recomendable ausentarse durante un momento para relajarnos y no
reaccionar frente a los niños o, en la medida de lo posible, delegar
en otra persona la labor.
Una vez la situación se calme, es importante sentarnos a hablar
con nuestros hijos y construir un espacio de comunicación donde
animarles a explicar qué les ocurre. En los tiempos que vivimos
actualmente, la convivencia es un aspecto fundamental para que el
confinamiento se sobrelleve de la mejor forma posible y para ello, la
comunicación es clave para mantener la tranquilidad en casa. “En
esta situación debemos dar pie a que nuestro hijo nos
explique qué le ocurre o qué le inquieta e intentar dar
soluciones realistas y positivas, animándolos a
hablar e identificar sus sentimientos y apoyándolos en la búsqueda
de alternativas para lidiar con sus preocupaciones”, recomiendan.
2. La técnica del “dejar estar”
En un contexto como el actual, gran parte de las rabietas se
derivan de la ansiedad
consecuencia del confinamiento. En esta situación, los más
pequeños se pueden sentir estresados, frustrados y superados
por el aislamiento y perder el control de sus emociones, lo que
deriva en una rabieta o berrinche. Para lidiar con ellas existen
diversas técnicas recomendadas por los expertos.
Entre ellas encontramos la conocida como técnica de tiempo fuera,
es decir, la terapia que consiste en modificar la conducta alejando a
los niños –y adultos- de aquello que le genera enfado o conflicto.
No obstante, en la situación en la que se encuentra la sociedad
actualmente, esta alternativa estaría más recomendada para los
conflictos entre adultos antes que dirigida a niños. “Muchas de
las rabietas de los niños estos días se derivan del estado de
confinamiento en el que nos encontramos”, apunta González. “Por
ello, mandarlos a su habitación o aislarlos para
que se calmen puede ser contraproducente en un
entorno como el actual donde gran parte de esos comportamientos son
consecuencia de esa sensación de aislamiento que padecemos todos”,
recuerda.
En estos casos, lo más recomendable es mantener la calma
y recurrir a la “extinción”, la técnica de esperar a
que la rabieta
pase antes de volver a prestarles atención. De esta forma,
comprenderán que el llanto no es una forma de llamar la atención
apropiada y como padres no reforzaremos ese tipo de conductas.
3. Canalizar su energía en otras actividades
Las rabietas son, en realidad, una forma de
expresión de la energía acumulada. En una
situación en la que todos nos encontramos en casa, los más pequeños
acumulan gran cantidad de energía que necesita ser liberada a lo
largo del día o expresada a través de distintas actividades. Si
esto no pasa, esta energía se canaliza negativamente a través de
ataques de llanto, gritos, problemas para comer o dormir e incluso
pesadillas. “La rabieta es una respuesta normal frente al encierro
pues los niños, al igual que los adultos, se sienten estresados e
irascibles al no poder correr en libertad o jugar y socializar con
otros niños”, señala González.
Por ello, desde Aegon recuerdan la importancia de ayudar e
incentivar a los más pequeños a mantenerse activos, jugar
y compartir con la familia durante este confinamiento. Este
tipo de actividades actuarán como receptoras de la energía de los
más pequeños y ayudarán a olvidar su frustración y sus ganas de
salir a la calle durante un tiempo.
4. Rutinas, la clave para prevenir las rabietas
Las rutinas son clave para evitar las rabietas en los más
pequeños, pues ayudan a prevenirlas. En ocasiones, estos
comportamientos vienen derivados del hambre, sueño,
cansancio o frustración, situaciones que pueden
solucionarse mediante una rutina establecida que durante el
confinamiento es fundamental.
“Que nuestros hijos tengan un horario de actividades puede
ayudarlos a sentirse animados y realizados, evitando
de esta forma sentimientos de frustración y agobio derivados
normalmente de momentos de inactividad y aburrimiento”, apunta
González. “Además, esta rutina no solo ayuda a mantener su estado
de ánimo y liberar tensiones, sino que también favorece la
productividad de los padres, sobre todo aquellos que trabajan desde
casa y que se enfrentan a dificultades a la hora de conciliar la vida
familiar y laboral durante el confinamiento”, recuerda.
5. Comunicación y empatía
Una vez la situación se calme, es importante sentarnos a hablar
con nuestros hijos y construir un espacio de comunicación
donde animarles a explicar qué les ocurre. En los tiempos
que vivimos actualmente, la convivencia es un aspecto fundamental
para que el confinamiento se sobrelleve de la mejor forma posible y
para ello, la comunicación es clave para mantener la tranquilidad en
casa. “En esta situación debemos dar pie a que nuestro hijo nos
explique qué le ocurre o qué le inquieta e intentar dar soluciones
realistas y positivas, animándolos a hablar e identificar sus
sentimientos y apoyándolos en la búsqueda de alternativas para
lidiar con sus preocupaciones”, recomiendan.
La clave de la comunicación es empatizar con nuestros
hijos y no transmitirles la idea de que su rabieta no tiene
sentido. “Una vez se han tranquilizado, debemos hacerles
ver que sabemos que están enfadados e intentar identificar la razón
de ese comportamiento”, recomiendan desde Aegon. Una vez
superada esa fase, desde la aseguradora recomiendan educar en otras
formas de canalizar la frustración y la rabia, con el objetivo de
enseñar a los más pequeños que hablando –y no llorando-, las
cosas pueden resolverse.
6. Los padres, un modelo a seguir
“Como padres debemos dar ejemplo del buen
comportamiento durante esta cuarentena”, recuerda González. Por
ello, debemos ser capaces de mantener el control frente a una rabieta
y esperar a que el niño se calme antes de pedirle explicaciones
sobre lo que le ocurre. Asimismo, aunque esta situación sea
complicada para todos, debemos evitar transmitir nuestras
preocupaciones a los más pequeños.
“Los niños son como esponjas que absorben todo lo que
les rodea”, recuerda Belén. “Si nos ven nerviosos,
temerosos o preocupados, es probable que ellos también sientan miedo
a pesar de no comprender del todo lo que está ocurriendo y que esa
preocupación derive en una rabieta”. Por ello, debemos evitar
discutir delante de ellos con otras personas, frustrarnos al ver las
noticias o canalizar nuestro enfado de forma agresiva, pues son
conductas que ellos podrían imitar en un momento dado.
EL CONFIDENCIAL, Domingo 26 de abril de 2020
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