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COVID-19: ¿Cómo explicar a los más pequeños lo que está pasando?

Catedrática de Psicología Clínica, Universidad Complutense de Madrid Investigadora del proyecto «Comunicación Científica y Divulgación en la Transferencia del Conocimiento en la Universidad», Universidad Complutense de Madrid
Más de 8 millones de estudiantes en España se han visto obligados a quedarse en casa con sus familias debido a la pandemia de COVID-19. ¿Cómo perciben los más pequeños esta situación excepcional? María Paz García-Vera, catedrática de Psicología Clínica de la Universidad Complutense de Madrid (UCM), aporta las claves sobre cómo hablar del coronavirus a los más jóvenes, gestionar sus miedos y hacerles atractiva la idea de «yo me quedo en casa» con dosis de realismo y evitando, en todo momento, dramatizar.
¿Edulcoramos la realidad?
A los niños hay que decirles la verdad, pero una verdad que puedan entender, y, por lo tanto, hay que adaptarse a las características de su edad. Para explicar a los niños cualquier tema que pueda preocuparles, y por lo tanto el tema de qué es el coronavirus, lo primero es preguntarles qué saben, qué han oído sobre el tema y averiguar si hay algo que les preocupe. De este modo, podemos ir completando aquellos aspectos que desconozcan o sobre los que no están bien informados, e ir atendiendo sus preocupaciones concretas.
¿Podemos evitar que se preocupen?
Puede que les enfade el hecho de no salir de casa, pero en sí misma la enfermedad del coronavirus no tendría por qué ser una preocupación para ellos. Sin embargo, si los niños más pequeños estuvieran preocupados, sería porque están viendo esa preocupación en los adultos que les rodean. Por lo tanto, mucho cuidado con las afirmaciones que hacemos delante de los niños pequeños, porque incluso cuando juegan nos están escuchando.
En el caso de los niños algo mayores es posible que también la influencia de los compañeros y amigos pueda provocarles reacciones de miedo y preocupación. Con estos niños, que ya tienen acceso a información por sí solos mediante el móvil o las redes sociales, es fundamental tener una buena comunicación y hablar de estos temas, preguntarles por lo que saben, lo que quieren saber, y sus inquietudes.
¿Y si tienen miedo?
Es importante recordar que el miedo no hay que ridiculizarlo jamás. El mejor modo de afrontar el miedo de los niños pequeños es estando tranquilos nosotros, sirviéndoles de modelos de cómo enfrentarlo, y tratando de generarles emociones de valentía o al menos diversiones que sean más fuertes que el miedo y les permitan aguantarlo mientras se dan cuenta de que no pasa nada. Y al final, por supuesto, celebrar juntos las conductas de valor.
Asustar a los niños y tratar de que cumplan las directrices de higiene y acepten quedarse en casa utilizando el miedo es una enorme equivocación. Pueden aprender a lavarse las manos cantando una canción, haciendo burbujas, o simulando animales con las manos, pero sin asustarles.
Sugiero a los padres que, en un rato de tranquilidad, se sienten a ver la película La vida es bella (Roberto Benigni, 1997), el mejor ejemplo de que si los padres no se muestran asustados delante de sus hijos, los niños no estarán asustados y serán más eficaces protegiéndose mejor.
¿Pueden llegar a deprimirse?
Salvo que no estén interpretando las cosas de un modo adecuado, o a no ser que tengan problemas graves al margen de esta situación y esto contribuya a agravarlos, no creo que estar en casa con sus padres, salvo que la familia tenga conflictos graves previamente, sea una situación tan extrema que pueda deprimirles. Incluso podemos hacer que sean menos vulnerables a la depresión si aprovechamos estos días para que sepan que el cariño de sus padres es incondicional, que les queremos porque son nuestros hijos. Y si dicen que se aburren, tampoco tenemos que dramatizar por ello. Aburrirse no es deprimirse.
¿Qué siente un menor ante este tipo de situaciones?
Es normal que esta situación nos provoque incertidumbre a los adultos, y tal vez nos haya supuesto muchos problemas que ni siquiera sabemos cómo solucionar, pero hay que evitar asustar a nuestros hijos, y tener cuidado con las palabras que nos decimos, como «situación límite», que van asociadas a emociones de ansiedad.
Lo que sí podemos reconocer con ellos es que estamos en una situación con muchos inconvenientes. No es fácil estar en casa sin salir, a todos nos cuesta mucho, y a algunos niños (y a algunos adultos) les cuesta más que a otros.
Podemos enumerar los inconvenientes que ellos sufren, los que sufrimos nosotros, escribirlos juntos en una hoja de papel, y luego ir viendo soluciones o maneras de paliarlos. Aprovechemos esta situación para desarrollar este entrenamiento en solucionar problemas que luego les será útil en muchas situaciones de la vida cuando les surjan nuevos problemas.
Trucos para convencerles de quedarse en casa
Si se lo explicamos de forma sencilla, pueden comprender por qué con este virus nos tenemos que quedar en casa: porque se pega con muchísima facilidad.
Si son niños pequeños podemos decirles que este es un virus saltarín y con mucha paciencia, porque es capaz de quedarse en los columpios durante días esperando que alguien venga. Pero en ningún caso asustarles con estas historias, incluso podemos dibujar al virus de forma graciosa. Después, contarles que «este virus es tan saltarín que por eso tenemos que estar en casa, para que no siga pasando de unos a otros y se pase a los que están más viejecitos o con problemas de salud, pues a ellos les puede hacer más daño».
Consejos psicológicos para que no sientan aprensión
Es importante no decirnos palabras como «aislamiento» tan cargadas de emoción. Es mejor que hablemos de «yo me quedo en casa para ayudar», y fomentar con ello su solidaridad y la importancia de pensar en el bien común. Por otro lado, es una excelente oportunidad para que nuestros hijos adolescentes comprendan que la responsabilidad sobre la salud no es solo de los médicos, no está solo en los hospitales o los centros de salud, sino que es una responsabilidad de cada uno de nosotros, sobre nuestra salud y sobre la de los demás.
Este artículo ha sido publicado en The Conversation.
LA RIOJA, 19/03/2020

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