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Niños en los parques y autocontrol social: así se vive el confinamiento en cinco países


DAVID BRUNAT
Lo que en España nos parece ya casi normal, como es estar encerrados 24 horas en casa, en otros países ni siquiera se contempla. España es, junto a Italia, el país del mundo con más restricciones de movilidad. Paradójicamente, también es uno de los más castigados por el número de fallecidos y el colapso de su sistema sanitario.

A continuación, habitantes de cinco países occidentales resumen cómo están viviendo el confinamiento. La libertad de movimiento está restringida, pero no castigada en ninguno de los casos, así que los niños y los adultos se permiten al menos una salida diaria para respirar aire fresco y estirar las piernas. Los distintos gobiernos apelan a la responsabilidad ciudadana para aplanar la curva y los ciudadanos de los principales países de Europa y Asia, por lo general, están cumpliendo. La cosa se complica en el caso de Estados Unidos.
En Occidente, todo el mundo espera volver a una normalidad relativa a partir de mayo, cuando se espera que la evolución de la enfermedad estará más controlada en los principales países. Este es un viaje al confinamiento narrado en tres continentes.

Alemania: Thania Jakobsen, Berlín
Las restricciones varían ligeramente entre los ‘land’ o regiones, siendo Baviera el más estricto. En Berlín, todas las tiendas están cerradas excepto los supermercados y las farmacias. En los supermercados, solo se permite un aforo de entre 10 y 20 personas y hay guardias de seguridad en la puerta controlando. Las personas mantienen unos dos metros de distancia en las colas. Sin embargo, los parques sí están abiertos. No las zonas infantiles, pero sí los espacios verdes.
Salir a la calle a pasear está permitido, solo se exige que no se formen grupos de más de 10 personas. Puedes salir con tu familia sin problema. O puedes salir a correr o hacer deporte junto a otra persona.
En general, el ambiente social es calmado. La gente está cumpliendo las normas y cada vez veo a más gente con mascarilla. La policía se limita a controlar que no se formen grupos y se mantenga la distancia, aunque la gente por sí sola ya lo cumple. Las multas son algo muy raro, fue sonado el caso de una mujer en Baviera a la que multaron por estar sentada en un banco y a la gente le pareció ridículo. La semana pasada, por ejemplo, hizo muy buen tiempo y el parque se llenó de gente. La policía se limitó a controlar.
Las escuelas también están cerradas y los niños están en casa. Yo tengo dos hijos. Por la mañana hacen sus deberes y cuando es necesario salimos a pasear y tomar el aire al parque. Mi marido está yendo a su oficina desde esta semana, se turnan para que cada día no coincidan más de dos personas. Yo trabajo desde casa y solo salgo para ir a por comida y a la farmacia.
Respecto a las escuelas, se espera que el 4 de mayo vuelvan los niños al colegio y eso ayuda a tomarse estas semanas con paciencia. De hecho, el Gobierno anunció a final de la semana pasada que las restricciones se irán levantando de forma progresiva para los negocios pequeños, escuelas y demás, y eso ayuda mucho a que la gente se mantenga con buen ánimo porque ya le ve un final a esto.
Mi sensación es que el Gobierno lo está haciendo bien. No siento que los alemanes estén pidiendo más restricciones para frenar la curva, casi todo el mundo se comporta y eso nos parece suficiente. Hay personas con problemas financieros por el confinamiento, aunque existe una línea de ayudas y puedes pedir una moratoria para el pago de tus créditos bancarios. En pocos días te dan la confirmación. Existe un acuerdo social para superar este momento de forma responsable. No sé si en el caso de un segundo confinamiento el ambiente sería más agresivo".

Dinamarca: Octavio Andrés, Copenhague
Hacia el 10 de marzo, cuando la cifra de contagiados rondaba los 500, el Gobierno actuó rápido y cerró todos los centros públicos como escuelas, bibliotecas y museos. Los funcionarios fueron enviados a casa. Posteriormente, se cerraron los restaurantes y cafeterías, aunque en ningún momento han cerrado las tiendas ni los negocios que no impliquen una afluencia alta de personas. Los restaurantes hacen muchos envíos a domicilio. Las fronteras sí están cerradas.
Nadie te obliga a quedarte en casa, es una recomendación del Gobierno y depende de la voluntad de cada uno. Puedes salir en todo momento siempre que no te juntes con 10 personas. Lo daneses, debido a su carácter, están cumpliendo. El teletrabajo hace tiempo que está muy extendido y se está aplicando con normalidad.
La diferencia es tener a los niños en casa. Yo tengo una niña de seis años y dos adolescentes en casa. Acceden a su aula virtual y hacen sus deberes y se comunican con sus profesores. Las mayores hacen clases por videoconferencia. Cada día salen a pasear un rato, o salimos a dar una vuelta en bicicleta. En Semana Santa nos fuimos a una casa a desconectar y nos vino muy bien.
Desde el principio se dijo que si la curva mejoraba se irían abriendo los negocios poco a poco. Aquí las UCI no se han saturado en ningún momento y eso ayuda a los daneses a tomárselo con mucha tranquilidad. Poder salir a la calle sin restricciones aunque con responsabilidad también ayuda. De hecho, yo al ser español estoy más preocupado que la mayoría. Mi círculo de amistades ha continuado quedando en casas de amigos y familia para comer y cenar. Yo me pasé casi un mes sin vida social, pero al ver que a mi alrededor era el único ya hace unos días que he empezado a ver gente, siempre guardando la distancia y con cuidado.
Quien necesita un test lo tiene. Te piden que no vayas al hospital sino que llames y te quedes en casa. Si hay un positivo, se practica la cuarentena en el círculo de personas que ha estado en contacto. Desde el Gobierno, se limitan a apelar al sentido de responsabilidad social, nada más. Los supermercados pusieron pegatinas en el suelo para las colas, y la gente lo respeta. Los daneses son gente ordenada. Lo que no llevan es mascarilla, casi nadie la utiliza. La policía no actúa más que para disgregar un grupo de personas si es necesario.
La semana pasada ya abrieron los colegios para los más pequeños. En el caso de mi hija, han dividido las clases en dos y se intenta que en el patio no se junten muchos niños. Al no haber habido colapso sanitario no hay ni de lejos el pánico que se vive en España. A mí me preocupan más mis padres que están en España que mi situación personal en Dinamarca.

Estados Unidos: Anna Oman, Nueva York
Soy profesora de instituto en el estado de Nueva York y tengo más trabajo que antes, porque muchos de mis alumnos no tienen suficiente acceso a la tecnología o a redes wifi y necesito ayudarles para que no se queden descolgados. La educación ‘online’ es un verdadero desafío.
Las escuelas están cerradas, excepto para los hijos de trabajadores esenciales. Tengo dos hijos, una de cuatro y otro de 12, y el encierro en casa es algo pesado porque no tenemos patio, solo un pequeño balcón. Por supuesto, se nos permite salir a la calle y salimos una vez al día para pasear o dar una vuelta en bicicleta. Llevamos siempre nuestra mascarilla, aunque no es de uso generalizado. Diría que la mitad de la gente la lleva y la otra no.
Ha venido mucha gente de la ciudad a alquilar casas por Airbnb para pasar el confinamiento y eso es un problema. Nosotros, aparte del paseo diario, solo salimos para ir a hacer la compra dos veces por semana. A veces alargamos el trayecto en coche para ir a una zona apartada y poder dar un paseo en condiciones. La policía no está multando ni controlando demasiado a la población, en parte porque le supone un dolor de cabeza restringir el comportamiento de las clases medias blancas.
La pregunta general es cuánto tiempo estaremos así. Nos preocupa cómo el Gobierno Trump está gestionando esta crisis. El gobernador de Nueva York lo está haciendo decentemente, pero aspira a ser presidente y da bandazos sobre las restricciones porque no quiere quedarse descolgado de Trump. A mí me parece una vergüenza la ligereza con que se toma esto nuestro presidente y cómo manipula a sus seguidores en contra del confinamiento. Hay mucha gente en peligro, en mi zona hay muchas residencias de ancianos y luego están todos los centros de inmigrantes y prisiones, que están sobrepobladas.
Yo creo que la gente no sabe qué creer, ya que al principio se rebajó tanto el alcance de esta crisis que ahora todo el mundo, al ver lo grave del asunto, ve el futuro con incertidumbre. La gente que no tiene alternativa sigue saliendo a trabajar y el cheque de 1.200 dólares que se está entregando no dará para cubrir el alquiler de muchas familias.
Mayo está a la vuelta de la esquina y los expertos nos dicen que levantar el confinamiento demasiado pronto sería catastrófico. Sin embargo, nuestra cultura está muy basada en el consumo, y eso en parte desata las protestas que vemos en televisión. Yo creo que porque los americanos no saben cómo gestionar el aburrimiento y necesitan culpar a alguien, principalmente a China y a los gobernadores que más restricciones implementan.

Corea del Sur: Lara Hong, Seúl
En Corea del Sur, el Gobierno no nos tiene que obligar a quedarnos en casa, y es probable que la sociedad no entendiera una obligación así. Somos nosotros quienes elegimos quedarnos en casa por responsabilidad, a pesar de que luego mucha gente tiene que ir al trabajo o salir para tareas imprescindibles. Casi todas las empresas siguen abiertas y siguen una normativa estricta en cuanto a distanciamiento y seguridad que todo el mundo cumple. Por ejemplo, unas empresas abren a las ocho, otras a las nueve o a las 10, evitando aglomeraciones en el transporte.
Las escuelas sí están cerradas, aunque todas tienen un aula abierta para que los padres que trabajan puedan dejar allí a los niños. Esto es algo que ya existía antes y simplemente se ha mantenido. Yo estoy en casa con mis dos hijos y trato de trabajar lo que me dejan.
Por supuesto salimos una vez al día a tomar el aire. Vamos a un parque cercano donde tenemos nuestro lugar secreto y allí pasamos el tiempo, creo que es muy bueno para ellos salir de casa un rato cada día. Los padres lo llevamos un poco peor, claro. Hay que cuidarlos y seguir trabajando para no perder el empleo. Por suerte, como decía, puedes dejar a los niños en un aula pública si no te queda otra. También la mayoría encargamos la compra del supermercado para no salir.
Creo que Corea del Sur hizo muy bien actuando pronto una vez vio lo que ocurría en Wuhan en febrero. Ese mes fue el más raro, con empresas y negocios cerrados, pero luego fueron abriendo cuando la curva se aplanó. Si te sientes mal y necesitas un test, lo tienes sin ningún problema. Nuestro país es el que más test ha hecho en el mundo y ese ha sido uno de los secretos del éxito al controlar el coronavirus. También se han repartido muchísimas mascarillas. Luego están medidas como el control de la enfermedad a través de aplicaciones móviles. En todo momento puedes saber en qué lugares se han producido contagios y eso llega a toda la población.
Las zonas turísticas de Seúl son las más afectadas, donde hay grandes restaurantes y sitios de comida donde se juntaba mucha gente que han tenido que cerrar. En los espacios donde ha habido un caso positivo, se cierra la tienda o el departamento del centro comercial por unos días y se descontamina, manteniendo el resto abierto. Aunque los negocios siguen abiertos hay muy poca gente en la calle y los ingresos se han resentido mucho, muchas familias lo están pasando mal. Por contra, hemos podido salir a las zonas rurales del país a intentar desconectar. Allí, la gente no ha tenido problemas con la visita de los habitantes de Seúl.
No sabemos todavía cuándo abrirán las escuelas, debía de ser a finales de marzo, pero ahora parece que será a principios de mayo cuando la situación esté mucho más controlada. En Corea creemos que en mayo podremos volver a una vida más o menos normal, manteniendo distancias y otras precauciones. Eso nos hace ser optimistas y tomarnos el confinamiento con paciencia.

Japón: Akiko Nishimura, Tokio
Vivimos en Shibuya, en el centro de Tokio, uno de los puntos más calientes del coronavirus, por lo tanto tenemos algo de miedo. Pero básicamente lo vivimos con mucha calma. Nos quedamos en casa la mayor parte del tiempo y cuando salimos lo hacemos tomando precauciones para no contagiarnos ni exponer a los demás.
En Japón el confinamiento no es obligatorio [la ley impide decretar esta medida desde el año 1947 para evitar abusos de derechos humanos], así que se puede salir en cualquier momento, se puede salir a comer y a cenar con quien quieras. Se apela a la responsabilidad de los japoneses. Todos sabemos lo peligroso que es y la mayoría no tenemos reuniones sociales ni salimos más de lo necesario, aunque también hay gente que de forma imprudente sigue haciendo vida normal. Hay muchos restaurantes cerrados. Muchas personas deben ir a trabajar para ganarse la vida y utilizan el transporte público, y eso les pone en riesgo.
Creo que nuestro Gobierno debería haber hecho más para proteger a la población. Repartió unas mascarillas que nadie quiere ponerse por su calidad, no ha habido información sobre los análisis PCR y en general lo vivimos con mucha incertidumbre. Hasta este momento en mi familia lo estamos llevando bien, a pesar de que la gestión del Gobierno nos parece mala y mi sensación es que lo va a pagar en las próximas elecciones.
Se trabaja mucho a nivel de municipio, los alcaldes están al frente, diseñando estrategias para frenar la curva, y hay muchas empresas privadas produciendo material o investigando técnicas para chequear los anticuerpos o para proteger a los trabajadores en los hospitales. Todos esperamos que todo se calme pronto y podamos regresar poco a poco a la normalidad.
EL CONFIDENCIAL, Miércoles 22 de abril de 2020
Imagen: EL CONFIDENCIAL

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