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500 millones de infectados por coronavirus más: así sería el mundo sin confinamiento

JOSÉ RODRÍGUEZ SOJO

Mientras toda Europa se confinaba, Suecia optó por mantener abiertos los negocios para limitar el impacto del coronavirus sobre su economía. A día de hoy, la cifra de fallecidos en el país nórdico es seis veces superior a las de sus vecinos, según cifras recogidas por 'Our World in Data', y el banco central sueco prevé que su PIB caiga entre el 7% y el 10%. ¿Qué habría pasado si el resto de países hubiera optado por la misma estrategia? Que habría 530 millones más de infectados, como mínimo.

Así lo asegura un estudio de la Universidad de California en Berkeley, publicado este lunes en la revista 'Nature'. De acuerdo con el análisis, que evalúa 1.717 políticas de emergencia puestas en práctica en seis países entre enero y abril, las infecciones por SARS-CoV-2 crecían un 38% al día como promedio y se duplicaban cada dos jornadas hasta que se aplicaron las primeras restricciones, de tal manera que si los gobiernos no hubieran apostado por echar el cierre, China tendría 285 millones de infectados más; Estados Unidos, 60 millones; Irán, 54 millones; Italia, 49 millones; Francia, 45 millones; y Corea del Sur, 38 millones.

Las estimaciones contemplan que sólo 61,8 millones de estos positivos llegarían a confirmarse con pruebas, si bien habría que sumar los registros de otros 180 países. Aunque el estudio no calcula cuántas personas más habrían perdido la vida, sí sugiere que las tasas de mortalidad crecerían proporcionalmente. "No creo que ningún esfuerzo humano haya salvado tantas vidas en tan poco tiempo", valora el principal autor del estudio, Solomon Hsiang, director del Laboratorio de Políticas Globales de Berkeley y profesor de la Escuela Goldman de Políticas Públicas.

Con más de siete millones de contagios contabilizados en la actualidad, la humanidad atraviesa una de las mayores crisis sanitarias de la historia, pero los efectos de la pandemia serían 75 veces peor —en términos estadísticos— de no haberse actuado a tiempo. "Muchos países ya han sufrido pérdidas trágicas. Y, sin embargo, abril y mayo habrían sido aun más devastadores si no hubiéramos hecho nada, con un precio que probablemente no podamos ni imaginar", afirma Hsiang. "Es como si el techo estuviera a punto de caerse pero lo hubiéramos atrapado antes de que nos aplastara a todos".

Quedarse en casa, la mejor vacuna

No todas las restricciones son igual de efectivas. Los datos del equipo de Berkeley demuestran que el factor clave para contener el covid-19 ha sido el aislamiento de los ciudadanos en sus casas y, de forma estrechamente vinculada, el cierre de los establecimientos comerciales y el parón de sectores enteros de la economía en determinados países. "Los últimos meses han sido extraordinariamente difíciles, pero a través de nuestros sacrificios individuales las personas en todas partes han contribuido a uno de los mayores logros colectivos de la humanidad", alienta el líder de la investigación.

Por el contrario, los investigadores no han encontrado pruebas solventes de que el cierre de los colegios tuviera impacto alguno en los países estudiados, aunque matizan que convendría un análisis más a fondo de esta cuestión. En cuanto al frenazo de la movilidad, el efecto varía: ha tenido buen resultado en países como Italia, que primero prohibió la movilidad en los principales focos y, finalmente, amplió la norma a todas las regiones; pero no tanto en Estados Unidos, donde la Casa Blanca pidió minimizar los desplazamientos no esenciales.

Lo que sí está claro es que quienes actuaron más tarde, actuaron peor. O, al menos, así lo cree Hsiang: "Nuestro análisis de las políticas emprendidas hasta la fecha indica que los retrasos aparentemente pequeños en la implantación de restricciones produjeron, probablemente, resultados de salud dramáticamente diferentes".

Para las autoridades sanitarias, enfrentarse al covid ha sido un proceso de ensayo y error. Las primeras políticas de contención a gran escala se basaron en modelos epidemiológicos que simulaban la propagación del virus, pero era imposible saber de antemano qué decisiones funcionarían y cuáles serían más efectivas. Por lo general, señala el estudio, se necesitaron entre dos y tres semanas para evaluar el impacto de cada acción, exactamente el mismo tiempo que hará falta para saber si hay que desandar algún paso.

EL CONFIDENCIAL, Martes 9 de junio de 2020

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