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Encuesta de LA RAZÓN entre 48 expertos: esto es lo que haría un epidemiólogo en su lugar

MARIAN BENITO

Medio centenar de científicos responden a LA RAZÓN cuándo retomarán algunas actividades cotidianas. La gran mayoría dice que, de momento, nada de manifestaciones, conciertos, bodas o reuniones que supongan pequeñas muchedumbres.

Si el prior juega a los naipes, ¿qué harán los frailes? Eso mismo se ha preguntado LA RAZÓN, pero trasladando la pregunta al contexto del Covid-19. El Gobierno da el pistoletazo de salida a la «nueva normalidad», pero ¿qué hará un epidemiólogo? Salvo excepciones, el lunes todo el país estará en la fase 3 y enfila el fin del estado de alarma. Aunque el virus sigue ahí, nuestras medidas de contención se reducirán a poco más que la distancia física y la mascarilla.

¿Asistiría un científico, con el conocimiento que él maneja, a una boda de más de 100 personas? ¿Visitaría a una persona de riesgo? ¿Llevaría a sus hijos a la guardería? ¿Iría al gimnasio o jugaría un partido de pádel? Son algunas de las veinte preguntas que componen el cuestionario enviado a epidemiólogos, virólogos y otros investigadores españoles para saber cuánto tardarán ellos en retomar la «nueva normalidad».

La sensación es que los científicos no pierden el respeto al virus. «El SARS-CoV-2 es un virus con una alta transmisibilidad y por esa razón debemos seguir en guardia en cuanto a higiene y distancia social. Falta tiempo hasta tener una vacuna efectiva y, aunque estamos mejor y sabemos más que hace unos meses, aún no podemos relajarnos», indica Jorge Rubén Cabrera, investigador del Laboratorio de Inmunobiología del H. Gregorio Marañón. Su comentario es similar al matiz que hace el resto de los encuestados a pie de encuesta. 48 han respondido al cuestionario y otros tantos han querido participar simplemente con una reflexión.

Preguntarles a ellos -algunos desde el anonimato- es tanto como poner los pies en tierra sin sesgo de ningún tipo y, según se aprecia en sus decisiones, tienen indicios para recelar de esa nueva normalidad que empieza a estrenar nuestro país. Algunos pondrían varios ceros más a la cifra de contagios. José Antonio López Guerrero, director del Grupo de Virología de la UAM, toma como ejemplo los resultados de los análisis de Torrejón de Ardoz, con varios cientos de positivos asintomáticos. «Que el 25% sean asintomáticos se traduce en muchos miles de personas con el virus. Está claro que hay que avanzar, no nos podemos quedar en stand by, pero cuando se forman pequeñas multitudes -por ejemplo, en lugares de ocio nocturno-, es difícil esperar que se guarden las medidas oportunas», explica.

Los expertos encuestados consideran que muchas de las actividades que se permiten son polémicas porque el virus sigue estando muy presente y pueden pasar años hasta tener una vacuna. «Con mascarilla, higiene y distanciamiento se puede contener el virus, pero hay grupos, como jóvenes que no ven el riesgo o colectivos antisistema, negacionistas o antivacunas, poco dispuestos a colaborar en su extinción», añade el virólogo y avanza que habrá picos y nuevos rebrotes que quizás nos harán volver hacia atrás. «De cómo nos comportemos ahora dependerá mucho lo que ocurra a la vuelta de verano».

En general, los científicos han retomado algunas rutinas, siempre comprobando antes que se aplican en cada una de ellas las medidas mínimas de seguridad, como la higiene, el uso de mascarillas y la distancia física. Todos han ido ya, y si no lo harán en los próximos días, a la peluquería y una buena parte ha celebrado o lo hará en breve una pequeña cena o una reunión de trabajo presencial, viajará en transporte público, visitará a un anciano y acudirá a una consulta médica no urgente si lo ve necesario. Más de la mitad se bañaría en una piscina pública este verano siempre que en las instalaciones se lleven a cabo las medidas de higiene y distanciamiento marcadas y el comportamiento de los asistentes sea el adecuado.

Hay otros asuntos, como el apretón de manos, el saludo con un beso o las citas a ciegas, que van a tener que esperar bastante, al menos por su parte. Según Luis Ignacio Martínez Alcorta, médico especialista en Medicina Preventiva del Hospital Donostia y vocal de la Asociación Española de Vacunología, el equilibrio entre el riesgo real y la necesidad de activar la economía o el contacto humano es muy delicado. Él dice que no volvería antes de un año a un gimnasio, ni jugaría un partido de pádel o de fútbol. «Son actividades de contacto y la respiración es muy profunda, lo que facilitaría la transmisión», justifica. Sí celebraría, sin embargo, una cena familiar, pero reduciéndola a tres o cuatro personas.

La viróloga Ganges Lillianne aconseja prudencia a la espera de cómo evolucione el virus y los tratamientos. Mientras no exista vacuna, aplazará más de un año el beso, la asistencia a una manifestación o una partida de cartas. Esta última, por tratarse de una costumbre muy arraigada entre las personas mayores, ha generado bastante controversia, puesto que implica una manipulación y proximidad muy arriesgadas. Martínez Alcorta la dejaría hasta pasado más de un año y Cecilio López Galíndez, jefe de Virología Molecular del Instituto de Salud Carlos III, la descartaría para siempre si no tiene lugar en un espacio abierto.

La lógica es, de acuerdo con el virólogo Oriol Mitjà, la misma para todas las actividades: «contemplar la oportunidad de contacto según el número de personas, la probabilidad de transmisión y la vulnerabilidad de la persona para infectarse”. Estos parámetros explican que un buen porcentaje de los expertos consultados haya respondido que no tiene intención de participar en un evento con mucha concentración de personas al menos en los próximos doce meses, si bien los plazos van a depender de cómo avanza el desarrollo de un tratamiento eficaz y, a largo plazo, una vacuna. Mientras, como advierte la viróloga de la UCM Laura Benítez, las medidas de protección que se recomiendan son insuficientes para reducir las posibilidades de contagio en reuniones numerosas.

En espera de la vacuna

Alfonso David Rodríguez Lázaro, microbiólogo de la Universidad de Burgos, asume, como los demás profesionales, que esa vuelta a la realidad tal y como la conocíamos a principios de año solo podrá alcanzarse una vez esté disponible una vacuna o un tratamiento antiviral efectivo. «Hasta entonces, será necesario evitar aglomeraciones”.

Con él coincide Federico Arribas, virólogo de la Universidad de Zaragoza, que descartará en los próximos meses todos aquello que pudiera ser multitudinario, ya que, según dice, para él no es necesario y conlleva riesgo: una boda, una manifestación o un partido de fútbol. «En cuanto al resto, si usamos bien la mascarilla y tenemos una buena higiene de manos, se pueden hacer muchas cosas, evitando sitios cerrados y amasijos urbanos. Es sentido común».

Los científicos, sin excepción, aclaran que sus contestaciones son válidas solo de acuerdo con la situación actual y mientras no haya un nuevo brote o descubran un retroviral. José Miguel Carrasco y M. Joao Foriaz, de la Sociedad Española de Epidemiología, agregan una puntualización: «Cualquier actividad es posible cuando la situación epidemiológica y las indicaciones de la autoridad sanitaria lo permitan». Nadie sabe cómo se comportará el virus y esta incertidumbre ha llevado a algunos científicos a declinar su participación en la encuesta.

«El camino a una nueva realidad y mi vuelta a esas actividades va a estar en función de la evolución de la pandemia, la existencia o no de rebrotes y de si se llevan a cabo de acuerdo con los protocolos», contesta Amós García Rojas, jefe de Sección de Epidemiología del Servicio Canario de Salud.. Con ese mismo argumento, Marina Pollán, directora del Centro Nacional de Epidemiología del Instituto Carlos III, rehúsa responder: «Es una epidemia nueva y cualquier previsión está llena de incertidumbre. Una cosa es desear y otra muy diferente opinar sobre lo que ocurrirá».

LA RAZÓN, Domingo 14 de junio de 2020

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