EFE
La contaminación
atmosférica, el tabaco y las características del entorno construido, tanto en la infancia como en el periodo prenatal
durante el embarazo, se asocian con un mayor riesgo de obesidad infantil, según
un estudio del Instituto de Salud Global de
Barcelona (ISGlobal) que ha analizado datos de 1.300
niños de seis países europeos.
Este centro, impulsado por La Caixa y la Universidad del Sur de California, ha liderado el primer gran estudio que ha
relacionado una multitud de contaminantes y factores ambientales con el riesgo de obesidad infantil.
Los resultados del estudio, que publica este
miércoles, la revista "Environmental Health
Perspectives", demuestran el papel destacado de la
polución, el tabaco y vivir, por ejemplo, en
áreas densamente pobladas, en
el desarrollo de este problema de salud infantil.
Hasta ahora varios estudios habían abordado el
efecto de los contaminantes ambientales, el
estilo de vida y las características del entorno urbano en la obesidad
infantil, pero siempre se había estudiado cada
exposición individual por separado.
Ahora, los investigadores han aplicado el concepto de
exposoma, que implica un cambio de perspectiva en la
investigación, y, en lugar de analizar por separado las
consecuencias que cada exposición podría tener en la salud, estudian el conjunto de las diferentes exposiciones
a las que una persona está sujeta desde la concepción hasta la muerte.
Esta investigación, que forma parte del Proyecto HELIX, partió
de los datos de más de 1.300 niños y niñas de 6 a 11 años de cohortes de
nacimiento de España, Francia, Grecia, Lituania, Noruega
y Reino Unido.
Por un lado, recogieron datos relacionadas con el sobrepeso y la obesidad de
los niños: índice de masa corporal (IMC),
circunferencia de la cintura, grosor de los pliegues cutáneos y niveles de
grasa corporal, y también les hicieron análisis de sangre y
de orina, tanto a los menores como a sus madres
durante el embarazo.
Los investigadores estimaron la exposición a
contaminantes del aire, las
características del entorno construido, el acceso a espacios verdes, el
tabaquismo y contaminantes químicos (contaminantes
orgánicos persistentes, metales, ftalatos, fenoles y pesticidas).
La investigadora de ISGlobal que coordina el Proyecto
HELIX y primera autora del estudio, Martine
Vrijheid, ha destacado que "las tasas de
obesidad infantil están aumentando a niveles alarmantes en todo el mundo,
y puede que durante el confinamiento por la
covid-19 se hayan incrementado todavía más".
Los resultados del estudio, con datos anteriores al
confinamiento, muestran similitudes con las cifras mundiales: una prevalencia de sobrepeso y obesidad general
del 29 %, con unos porcentajes más altos en las cohortes de España (43 %) y Grecia (37 %).
Las conclusiones mostraron que la exposición al tabaco
–al humo materno durante el embarazo y al
pasivo durante la infancia–, a la contaminación
atmosférica (partículas PM2.5 y PM10, y dióxido de nitrógeno, NO2, tanto en el
interior de las viviendas como en el exterior) y las características del
entorno construido se asociaban con un índice de masa
corporal mayor en la infancia.
El estudio no halló que las diferencias en el nivel socioeconómico influyeran en los resultados.
"Los niños y niñas que vivían en áreas densamente
pobladas y que iban a escuelas en zonas que
contaban con pocos servicios e instalaciones tenían más riesgo de sufrir
obesidad", ha añadido Leda
Chatzi, última autora del estudio e investigadora
de la Universidad del Sur de California.
Esta relación entre la obesidad y las características
del entorno construido "van en la línea de estudios
anteriores y podría ser explicada por las pocas oportunidades que tienen los
niños y niñas de caminar y desarrollar actividad física en el exterior", según la investigadora.
EL PERIÓDICO, Jueves 25 de junio de 2020
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