ELENA G. SEVILLANO
Los
proyectos más mediáticos son las tres vacunas, pero hay otros 200 grupos de
investigación trabajando contra el coronavirus en el CSIC: métodos de
diagnóstico, tratamientos, detección temprana en aguas residuales… La viróloga
e inmunóloga Margarita del Val (Madrid, 1959) coordina esa plataforma, llamada Salud
Global, en la que se han volcado particulares y empresas con donaciones que
superan ya el 50% del presupuesto total. Del Val valora especialmente la
multidisciplinariedad, el hecho de que expertos en distintos campos se den
ideas y se respondan dudas entre ellos, y una “colaboración internacional nunca
vista antes”. Una pandemia es, por definición, impredecible y los modelos
matemáticos están sujetos a la reacción de la sociedad, explica: “La capacidad
de actuación que tiene una sociedad es potentísima. Si no hubiéramos querido
confinarnos, la pandemia habría sido explosiva. Pero si seguimos así y nos
mantenemos, podemos no tener nunca una segunda oleada. Depende de nosotros”,
avisa.
Pregunta. Nuevos
brotes en China han obligado a confinar barrios de Pekín. ¿Habrá segunda ola en
España?
Respuesta. En
Irán hay segunda ola en este momento, casi como la primera, que ya fue fuerte.
El virus salió de China y uno de los primeros países a los que afectó fue Irán.
Luego llegó a Italia y España y ya nos olvidamos del resto del mundo. Singapur
ya ha pasado por tres oleadas pequeñas.
P. Entonces puede
haber una segunda ola con calor.
R. Sí.
El ejemplo es Irán. En Pekín hay un brote y como son tan drásticos han decidido
cerrar. En Bilbao, donde también hay brotes importantes conectados con
hospitales, se podría haber decidido cerrar, pero no se ha hecho porque la
estrategia es distinta. Pero el riesgo existe claramente. Está en nuestras
manos que los brotes no se conviertan en segunda oleada. Y eso puede ocurrir en
cualquier momento.
P. La última
pandemia, la de gripe A, tuvo dos oleadas.
R. En Madrid hubo
una primera oleada entre primeros de julio y primeros de agosto. Luego hubo una
peor que empezó con el otoño. Es otra enfermedad, pero también es respiratoria,
se transmite de forma parecida, tiene tiempos de incubación parecidos. Y hubo
segunda ola. En julio había mucha población que no era inmune o con inmunidad
muy leve, sobre todo los menores de 50. Había tantísima población susceptible
que empezó una ola en un momento algo más desfavorable, el verano, al encontrar
mucha gente a la que infectar. Ahora en España tenemos mucha más gente susceptible
de la que había entonces. Con aquella gripe los mayores de 50 tenían algo de
inmunidad celular. Ahora estamos en el 95% de la población española
susceptible, que es más. Hay dónde prender, hay cómo transmitirse.
P. ¿Cuánto está
circulando el virus actualmente?
R. Hay
mucho virus circulando, más que antes del estado de alarma. Es difícil
estimarlo pero hay más. A ver si el ministerio estabiliza los datos y pueden
ser comparables con los de antes. Hay más brotes que antes. A toda la gente que
va a operarse de lo que quedó pospuesto en estos tres meses, y que no ha
fallecido por no ser operado o atendido -las muertes colaterales-, en cuanto
entra al hospital se le hace una PCR. En estos análisis se está detectando que
gente sin el más mínimo síntoma está dando positivo y es un número importante
que puede contagiar.
P. ¿Qué
impide que estemos en oleada?
R. Que
la mayoría de gente va con mascarillas, muchos todavía no trabajan, se mantiene
la distancia social, estamos siendo precavidos… Si no fuera por eso ya la
tendríamos aquí.
P. En Irán abrieron
las mezquitas, lo que puede explicar el rebrote. Los expertos insisten en
evitar los espacios cerrados.
R. Es
importante que los brotes se hagan públicos para que entendamos bien qué
situaciones son peligrosas. Ahora que se han analizado grandes brotes, se sabe
que se han producido en centros sanitarios o de personas mayores, con mucho
contacto y personas muy vulnerables, y en lugares cerrados: restaurantes,
bares, lugares de trabajo, conciertos, coros (no solo se hacen ensayos en
interior sino que además se respira muy fuertemente), gimnasios, ceremonias
religiosas… Otra clave es pasar mucho tiempo cerca de una persona contagiada.
P. Ahora
que sabemos más sobre la transmisión por vía aérea, ¿qué se recomienda a la
población?
R. Llevar
mascarilla. Al principio en Asia las recomendaban pero como nos decían que las
lleváramos porque sí, sin datos, no nos lo creíamos. Hemos tratado con cierta
superioridad lo que venía de allí y creo que ha sido una cura de humildad. Yo,
como científica, hiperescéptica, al no haber datos, también dudaba. Para frenar
las oleadas hacen falta varias medidas: cerrar colegios, confinamiento,
mascarillas, limitar el uso de los parques. Una sola no funciona. Todavía no se
sabe cuál es la más importante. Sabemos que el problema es el aire acumulado; no basta con la exposición
a alguien que te pase al lado.
P. ¿Cómo debemos
prepararnos para una segunda oleada?
R. En
mi opinión, con una aplicación en el móvil. El problema con el rastreo de
contactos es que a ti te pueden interrogar y puedes recordar mucha gente con la
que has estado en contacto o incluso que a la hora que fuiste a la farmacia
había más gente allí. Pero ¿con qué medios humanos localizas a esas personas
que estuvieron a la vez que tú? Y ya ni hablamos del transporte público en las
grandes ciudades. Damos datos a Facebook, que tiene 100.000 datos de cada
persona, o cada vez que hacemos una búsqueda en Google. No sé por qué no nos
quieren convencer de que se puede hacer una aplicación de este estilo con
suficiente privacidad para los estrictos estándares europeos. Para mí es vital.
Si estoy 20 minutos en el metro es fácil que contagie a un montón de gente y
nunca se les podrá identificar. Eso será incontrolable. Debería existir una
aplicación y extender el teletrabajo: horarios flexibles, días flexibles.
P. ¿Cómo nos
afectaría que esa segunda ola coincidiera con la gripe estacional?
R. Fatal, porque se
confunden los síntomas. Si coincide una nueva ola de coronavirus con la gripe,
habrá que diagnosticar más, es decir, habrá que hacer test de coronavirus a
todos los que tengan síntomas respiratorios. Que en otoño-invierno somos una
buena proporción de la población, y repetidamente. Si es coronavirus, hay que
aislar y si no lo es, no.
P. ¿Hay
laboratorios suficientes para asumir esa carga?
R. No. Pero en el
CSIC nos estamos poniendo a punto para hacerlo. Lo estamos haciendo desde
marzo, desde el inicio del confinamiento, y no nos han llegado a mandar
muestras.
P. Muchos laboratorios de investigación se ofrecieron para hacer PCR.
¿Se sienten ustedes frustrados por no poder ayudar con el diagnóstico en el
pico de la pandemia?
R. Ofrecimos investigadores,
reactivos alternativos a los que se usaban en los hospitales para no competir
con ellos, con métodos perfectos de trazado de muestras… Se podía hacer en
muchos sitios y no se ha hecho. Frustrados sí, y enfadados, también. Sobre todo
viendo lo que ha pasado en las residencias de Madrid, donde en muchas no se
hicieron test. Las que hicieron pruebas aislaron a los positivos, se evitaron
contagios y se evitó mortalidad. La clave fue diagnosticar y lo hemos estado
ofreciendo y no se ha aceptado. Un grupo en la Complutense, coordinado por José Manuel Bautista, ha
estado haciendo test en residencias. Viendo lo bien que funcionaron
ellos, tendrían que habernos dejado a muchos más. Sería el momento, aunque haya
pocos casos, de que nos dejasen demostrar que podemos hacerlo bien para estar
preparados el día 1 de la siguiente oleada.
P. ¿Por qué no se
autoriza?
R. Razones
científicas no tengo. Miedo a tomar decisiones inéditas, vértigo quizá, no lo
sé. Y burocracia también. Había que reaccionar de emergencia y en muchos sitios
no se tomaron decisiones que debían haberse tomado.
P. ¿A qué atribuye
la tardanza de todas las organizaciones y todos los países en reaccionar ante
el coronavirus?
R. No entender lo
que es un contagio, una epidemia. He tenido que explicarlo muchas veces. O no
saber matemáticas. Y ahora se están quitando de la educación de la ESO y el
Bachillerato y me parece un desastre. Un caso se convierte en tres, tres en
nueve, en 27, en 81, y ocurre en cuatro saltos, en 20 días. Eso la población no
lo entendió.
P. ¿Hubo también
algo de miedo a sobreactuar?
R. La OMS fue muy
vapuleada, injustamente en mi opinión, en la pandemia de 2009. Porque se puso en
una situación peor de lo que fue. A toro pasado todos somos listísimos. Había
que actuar así, acumulando antivirales y vacunas. Si ahora hubiésemos acumulado
habríamos prevenido la debacle económica. La OMS estuvo muy pendiente de no
sobreactuar y todos hemos seguido la misma actitud. Vamos a no meter miedo que
el miedo es peor. Yo no me atrevía a decirlo porque me iban a acusar de
alarmista. Se decía que no era más que una gripe. Y eso ha hecho mucho daño.
Tampoco lo habríamos aceptado. La primera semana de estado de alarma mucha
gente no lo cumplía.
P. ¿Nos estamos
relajando ahora con la desescalada?
R. Ahora lo
entiendo más. La gente lo necesita.
P. Pero con una
prevalencia del 5% hay cosas a las que sabemos que tenemos que renunciar a
medio plazo, ¿no?
R. Estos van a ser
los años de la pandemia y nos tenemos que hacer a la idea. ¿Que luego en vez de
años es un año? Pues mejor. Uno de los errores del principio fue pensar que el
estado de alarma iban a ser dos semanas. Si te preparas para eso y luego son
tres meses, lo llevas fatal. Esto va para mucho tiempo. Solo somos un 5% de
seropositivos. Vamos a hacernos a la idea y no nos agobiemos con recuperar la
normalidad. Mejor será poderlo celebrar después.
P. ¿Cree que la
ciencia debería aprovechar el momento para pedir más financiación?
R. Nos acaban de
resolver la convocatoria anual del plan estatal. Se concede una vez al año, es
la financiación estructural de la ciencia en España. Ha habido recorte y menos
dinero que la convocatoria anterior. Sé que la situación económica es muy dura
pero la investigación es inversión. Tenemos ideas buenísimas y la formación de
los científicos no tiene nada que envidiar a los de fuera, pero con siete veces
menos dinero que colegas del mismo nivel no puedes hacer nada. Y hemos
reaccionado como leones, poniéndonos todos con el coronavirus. La investigación
se considera un gasto, un lujo, una subvención. ¿Qué se corta lo primero cuando
hay problemas? Los lujos. No podemos ser un lujo, tenemos que ser una necesidad
básica. Otros países empezaron a invertir más tras la crisis de 2009. Nosotros
aún no nos hemos recuperado. La investigación es precaria en España.
P. ¿Qué
posibilidades tiene España de conseguir una vacuna?
R. Si
hay una ocasión en la historia en la que vamos a tener más de una vacuna es
esta. Hay más infecciones que vacunas: sida, hepatitis C, salmonelosis,
malaria, tuberculosis… Con esta infección es de esperar que seamos capaces de
hacer varias, hasta una decena a lo mejor. Normalmente se va a por la vacuna
óptima y quien tiene una peor abandona. Cuando hay una única vacuna en el mundo
España no tiene posibilidades. Si va haber varias y van a ser necesarias, no
podemos apostar todo a un único número, y España claro que tiene opciones. La
investigación en vacunas es muy buena aquí. En el CSIC tenemos tres. Son tan
distintas entre sí que todas merecen la pena porque cada una tiene una ventaja.
Una es muy fácil de producir en fábrica con un procedimiento que ya ha sido
probado en una vacuna para la leishmaniasis de los perros; otra está basada en
una modificación de la vacuna de la viruela, y la tercera es la de Luis
Enjuanes (que ya ha creado vacunas contra el SARS y contra el MERS), que es la
más elegante, la más completa, pero la más difícil de producir.
P. Nuestro punto
débil es la capacidad industrial para producir millones de dosis. ¿Cree que
estamos a tiempo de generar esa capacidad?
R. Sí, en todos los
sitios están construyendo ahora las fábricas.
P. ¿Qué llegará
antes, un buen tratamiento contra la covid o alguna de las vacunas?
R. Creo
que un buen tratamiento, pero no lo sé. Las vacunas están yendo tan rápidas...
Hemos empezado reposicionando fármacos para otras patologías y no está
resultando tan eficaz como se prometía. Mientras tanto, llevamos meses buscando
antivirales específicos, conociendo el virus y buscando sus talones de Aquiles.
Esos están entrando en ensayos clínicos. No sé qué tendremos antes, pero a
largo plazo quedará la vacuna. Y el manejo de los enfermos ya es mucho mejor.
Dar plazos es muy difícil.
EL PAÍS, Lunes 15 de junio de 2020
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