Ir al contenido principal

¿Cómo debemos abordar con niños de 6 a 12 años la nueva normalidad?

S.F.

¿Cómo podemos explicarles la nueva realidad a nuestros hijos para que sean capaces de darle sentido? ¿Cómo podemos ayudarles a canalizar todos sus sentimientos negativos? ¿Y ayudarles a exprimir los positivos? Del mismo modo, ¿cómo podemos hacer que sigan sus rutinas y se interesen por los nuevos métodos de aprendizaje? A todo ello responden Ana Ciruelos y Natalia Guijarro, psicólogas de TEMS, The English Montessori School.

La respuesta a todos estos interrogantes depende por supuesto de muchos factores. Sin embargo, la edad en la que se encuentran es clave para tratar de un modo u otro la situación. Es decir, la forma en el que afrontemos la comunicación y les ayudemos a gestionar sus emociones, incorporar paulatinamente las nuevas rutinas, supervisar y apoyar su proceso de aprendizaje en cada periodo de tiempo, variará en función de su edad. Por eso, ¿sabes cómo es aconsejable actuar si tus hijos están entre los 6 y los 12 años?

En esta etapa los niños ya son bastante autónomos, pero también necesitan profundizar en las explicaciones. Surge el sentido de lo injusto y ciertas conductas oposicionistas, por lo que es preciso trabajar con ellos las rutinas diarias, dando tiempo al entretenimiento, a las tareas de aprendizaje y a los momentos en familia. Es importante:

Conocer qué información saben y, a partir de ahí, explicarles y darles la información que ellos requieran. Actualizar la información que vamos teniendo y compartirla con ellos.

Responder a sus dudas e inquietudes con sinceridad y con optimismo.

–Establecer un sistema claro de límites y normas, en el que ellos participen. Anticipar las consecuencias a cada una de esas normas.

Hacerles partícipes de algunas decisiones familiares. Planificar con ellos las salidas y las nuevas rutinas que vamos incorporando en nuestro día a día, para que sientan que se les tiene en cuenta.

Hablar sobre el futuro más inmediato, sobre sus expectativas a corto y medio plazo y los cambios que podemos esperar. Debemos trabajar con ellos la anticipación de distintos escenarios. ¿Qué puede pasar si…?

–Hablar con ellos de sus miedos y sus preocupaciones, escucharles y reconocer la importancia que para ellos tiene.

–Trabajar actividades de relajación, respiración… En esta etapa ya podemos trabajar técnicas de relajación guiada y los diferentes tipos de respiración.

Analizar con ellos qué aspectos positivos hemos sacado de esta situación. Qué cosas creen que han cambiado a mejor, y qué aspectos necesitamos seguir trabajando.

Para poder hacer frente a las emociones negativas y reforzar aquellas positivas, debemos crear nuevas oportunidades: nuevos hobbies, proyectos a largo plazo… Es necesario hablar con ellos, y clarificarles qué conductas son las esperadas, y cuáles no van a ser toleradas. Debemos mantener diálogos frecuentes con ellos y preguntarles cómo suelen reaccionar ante situaciones conflictivas que se les presentan en el día a día, y enseñarles otras opciones que pueden utilizar que sean más adaptadas.

Si hemos identificado aquellas situaciones por las que suele desarrollar los comportamientos agresivos, se puede emplear una tabla de progresos estableciendo dos o tres objetivos a trabajar, y acordando con el niño las recompensas ante el cumplimiento de los mismos. Siempre intentando que sean de tipo social, evitando las materiales. Es decir, jugar a un juego, ver una película en familia, o elegir un postre pueden ser alternativas de recompensa.

En último lugar, en esta etapa, aunque siguen necesitando nuestro apoyo para organizarse y resolver algunas dudas, empiezan a ser más autónomos. Los padres podemos orientarles en la búsqueda de información y ayudarles en las dudas que se vayan generando. Es importante supervisar la realización de tareas y comprobar que hayan entendido las instrucciones y explicaciones dadas, dando pie a que empiecen a ser ellos los protagonistas de su aprendizaje.

ABC, Sábado 20 de junio de 2020


Comentarios

Entradas populares de este blog

«Los buenos modales no están de moda, pero es imprescindible recuperarlos»

FERNANDO CONDE Hoy en día es frecuente enterarte por los medios de noticias relacionadas con la falta de respeto, el maltrato, el acoso, etc. Podemos observar muchas veces la ausencia de un trato adecuado a los ancianos, la agresividad incontrolable de algunos hinchas de fútbol; la poca estima a la diversidad de opiniones; la destrucción del medio ambiente; el destrozo del mobiliario urbano y un largo etcétera que conviene no seguir enumerando para no caer en el pesimismo que no conduce a nada y el problema seguirá ahí. Un problema que podríamos resumir en que se ha ido perdiendo el valor de la dignidad humana en general. Los modos para alcanzar la felicidad, siempre deseada, se apartan de las reglas y normas de conducta más elementales de convivencia colectiva que han acumulado las culturas y los pueblos a través de los siglos. La idea de que «la dignidad empieza por las formas» que resume este artículo es una afirmación bastante cierta, porque la forma, no pocas veces arrastr

Qué le pasa a tu bebé cuando dejas que llore sin parar

  GINA LOUISA METZLER Muchos padres creen que es útil dejar llorar a su bebé. La sabiduría popular dice que unos minutos de llanto no le hacen daño, sino que le ayudan a calmarse y a coger sueño. Se trata de la técnica de la espera progresiva , que fue desarrollada por el doctor Richard Ferber, neurólogo y pediatra de la Universidad de Harvard en el hospital infantil de Boston (Estados Unidos) , y que sigue utilizándose en la actualidad en todo el mundo. Casi nadie sabe en realidad lo que ocurre a los bebés cuando siguen llorando, pero las consecuencias físicas y psíquicas podrían afectarles toda su vida. Cuando un bebé llora sin que sus padres lo consuelen, aumenta su nivel de estrés , ya que, a través de su llanto, quiere expresar algo, ya sea hambre, dolor o incluso necesidad de com

¿Qué hay detrás de las mentiras de un niño?

ISABEL SERRANO ROSA Los niños no son mentirosos, pero mienten . Lo hacen cuando tienen algo que decir o que aprender. Hasta los cuatro años, con sus historietas sorprendentes, quieren narrarnos su mundo de fantasía. Somos la pantalla en la que proyectar su película. Entre los cuatro y los siete años construyen su mini manual de moralidad con ideas muy sencillas sobre lo que está bien y mal, basado en sus experiencias "permitido o no permitido " en casa y en el colegio. Con su gran imaginación, las mentiras son globos sonda para saber hasta dónde pueden llegar. Entre los ocho y los 12 años la realidad se abre camino y la fantasía se vuelve más interesada.  El pequeño pillo de nueve años desea ser bueno, pero se le escapan las trolas por el deseo de gustar a los demás, ocultar alguna debilidad o evitar castigos. En general, mienten a sus crédulos coetáneos o, por el contrario, les escupen a la cara alguno de sus descubrimientos del trabajo de campo que significa crecer.