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La crisis del coronavirus ha
traido modas imposibles en lo referente a la protección de nuestras manos y
cara (y, especialmente, de nuestras mucosas). Nos hemos acostumbrado a llevar
guantes y por la calle podemos ver desde pantallas a mascarillas de todos los
colores y materiales, siempre con la intención de no propagar la enfermedad.
Puede que
tengas que desempolvar las gafas de sol o sacarlas
de su funda, si no eres mucho de ponértelas. Lo bueno es que con la llegada del
verano, las altas temperaturas y el sol abrasador, tiene más sentido llevarlas
que en época de lluvias. Quizá temas por tu escasa visibilidad al tener que
cubrir tu cara con ellas y la mascarilla, como si estuvieras en una misión
espía, pero sin duda es lo mejor que puedes hacer.
Tiene
sentido. Una de las primeras órdenes que recibimos en la pandemia fue lavar
nuestras manos constantemente con agua y jabón, para evitar que entraran en
contacto con nuestros ojos, nariz y boca, debido a que es casi
imposible no tocar nuestra cara aunque sea de manera inconsciente. La
enfermedad se propaga a través de gotitas que viajan hacia nuestras mucosas (de
ahí que tengamos que toser y estornudar usando el codo y no la mano), y muchas
personas han decidido proteger su nariz y su boca con la mascarilla que actúa
como barrera, pero, ¿qué pasa con los ojos?
¿Deberíamos protegerlos de alguna manera, con
una pantalla? Afortunadamente, los estudios parecen haber demostrado que tus
gafas de sol favoritas son suficiente, pues sirven como barrera protectora. Un
metaanálisis publicado en 'The Lancet' el 1 de junio sugirió que deben usarse,
pero no solamente los días de sol más veraniegos como antes señalábamos, sino
también los más nublados. Esto se debe a que generalmente solemos olvidarnos de
los ojos en la ecuación, y, sin embargo, otras investigaciones centradas en la
protección ocular ya han apuntado que las personas que utilizan gafas consiguen
reducir de manera importante el riesgo de infección, y la OMS ya ha tenido esto
en cuenta.
Al cubrir
los ojos, los estás protegiendo de ser un punto de entrada posible para las
partículas de virus que se encuentran en el aire (por ejemplo, si alguien que no
usa mascarilla estornuda cerca de ti), y también evitan que te
toques los ojos con las manos potencialmente infectadas.
"Los protectores faciales a veces no funcionan y están más pensados para
los hospitales, así se evita que la sangre de los pacientes cuando operas entre
en los ojos", cuenta en 'Best
Life' la doctora Janette Nesheiwat. "Unas gafas son
mucho más útiles en el día a día, pero se deben seguir una serie de pautas. No
sirven para nada si estás continuamente quitándotelas y volviendo a
ponértelas".
Además, indica que aunque convenientes, no
son perfectas. El aire impulsado por un conducto de
ventilación, por ejemplo, puede filtrarse a través de ellas. Lo fundamental es
que a la
hora de manipularlas te hayas lavado las manos, y que las
limpies a menudo. Algunos estudios apuntan que el coronavirus puede vivir en el
vidrio y el plástico hasta varios días, por lo que los expertos recomiendan que
las limpies después de cada uso. Desinféctalas y, como llevas haciendo estos
meses, mantén las manos en agua durante al menos 20 segundos y frótalas
bien (también los nudillos y debajo de las uñas) con
jabón.
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