GUILLERMO CID
Ha sido una de las imágenes de este fin
de semana. Donald Trump vuelve a la Casa
Blanca cabizbajo y algo desaliñado después de que su mitin
en Tulsa (Oklahoma, EEUU), un evento que debería ser un primer trampolín para
su reelección, acabara convertido en un ejemplo de su cada vez más palpable
soledad. El gigantesco pabellón que esperaba abarrotar lucía
medio vacío y uno de los maestros de la comunicación política actual veía cómo su acto se convertía en un arma para sus rivales.
Pronto se empezaron a buscar razones por las que había podido ocurrir esto y,
además de las lógicas, se señalaron dos direcciones de posibles boicots que
poco después confirmaron los propios autores: TikTok y el movimiento 'kpoper'.
Como explicamos en este otro artículo,
grupos de jóvenes (y no tan jóvenes) coordinados en 'apps' fuera del radar de
los gestores de la campaña trumpista habían 'troleado' al presidente reservando
miles de entradas por internet para un evento al que luego no acudieron en lo
que ya se ha bautizado como el 'TikTokgate'. Ahora el
nombre de esta plataforma, conocida por sus vídeos musicales, se ha quedado
pegado al ciberactivismo, pero el rastro político de la plataforma para nada es
nuevo y este último caso solo es la punta del iceberg de una guerra
propagandística que busca la conquista de este espacio copado por perfiles muy
jóvenes y 'a priori' poco politizados. Y España no es una excepción.
En nuestro país (donde TikTok ya ha sido
descargada más de 14 millones de veces), todos los grandes partidos tienen
cuenta en esta red, pero de momento (como en el resto del mundo) la mayor
guerra se da entre comunidades de simpatizantes, en su mayoría adolescentes.
Sin ir más lejos, mientras se fraguaba el fracaso de Tulsa, en nuestro país una
niña se hacía viral por tener un perfil en el que alaba a Vox y defiende sus
posturas con total naturalidad. Lo hace con músicas de fondo, bailes y todos
los códigos comunicativos de esta red pensada por y para la viralidad y la
imitación. Para Iago Moreno, sociólogo experto en redes
sociales y comunicación política, es un buen ejemplo de lo que se vive en este 'nuevo mundo' de internet que es TikTok.
Moreno fue de los primeros sociólogos
que estudiaron esta red desde el
punto de vista político y propagandístico, al menos en
nuestro país, y ve con bastante lógica este uso de la plataforma. "Hay que observar esta nueva plataforma como algo muy particular.
Primero, lo es por algo tan básico como que es la primera grande que no viene
de Occidente [es de origen chino], y segundo, porque los códigos comunicativos
y la lógica de esta red son muy diferentes al resto, que no mejores de por sí.
Es un espacio mucho más directo, sin barreras ni cortapisas, en el que es muy
importante soltarse y, lo que es clave, se encuentra de forma prácticamente
automática a la gente que piensa como tú, por lo que te sientes integrado y
apoyado fácilmente".
Volviendo al caso de la niña, su postura y discurso pueden sorprender, pero no es la única ni mucho menos en TikTok con ideas similares. Es más, esta red está animando a difundir identidades antes no visibilizadas o casi no defendidas en las redes hasta hace poco. "En España, un ejemplo claro, y relacionado con este, es el de los llamados 'Cayetanos'. De ser un insulto ha pasado a ser una forma de autodefinirse para los jóvenes de derechas. Hacen 'tags' y 'challenges' propios para su comunidad y alardean de puntos como haber ido a coles privados o no haberse liado nunca con un mena. TikTok les sirve para reafirmarse". Un aspecto de comunidad que interesa, y mucho, a los políticos y que ya han explotado en otros países.
De la India a la
comunidad gitana española
Al igual que en el caso de WhatsApp, un
buen espejo para mirar lo que puede acabar pasando aquí, aunque siempre hay que tomarlo con pinzas, es India. El
país asiático es muy particular, pero en el aspecto tecnológico siempre está a
la vanguardia y fue el primero en utilizar (a gran escala) esta red como
herramienta para la difusión de ideales políticos de forma organizada. Un
ejemplo que vieron con buenos ojos muchos partidos nacionalistas. "Algo
muy bueno de estas redes para partidos con ideologías populistas y
tradicionalistas es que pueden simplificar sus mensajes y modernizarlos a base
de 'memes' y contenidos ligeros. Además, el algoritmo ayuda a todo usuario con
cierto interés por estas tendencias a encontrar tus mensajes de forma
automática", apunta Moreno.
Como escribía en 2019 Antoni
Gutiérrez-Rubí, otro de los españoles expertos en comunicación que avisaron
hace tiempo del potencial de la plataforma, en las últimas elecciones indias,
sin presencia 'oficial' de los partidos, la guerra propagandística en TikTok
fue brutal. "El 'hadhtag' #narendramodi [referente a Narendra Modi, actual
primer ministro, del BJP] fue visualizado por 30 millones de personas,
frente a los solo 13 millones que obtuvo el 'hashtag' #rahulgandhi [vinculado a
Rahul Gandhi, del UPA]. En ambos casos, se podían encontrar contenidos donde se
repetían discursos de los dos candidatos, se hacían bromas, se comentaban temas
políticos… Y todo totalmente visual, con un lenguaje desenfadado y divertido,
llegando en un momento no político a millones de adolescentes", explicaba
Gutiérrez-Rubí.
Modi, un político de un partido
tradicionalista y de arraigo ultranacionalista, ya tiene hasta su propio perfil
en TikTok (su 'tag' almacena más de 300 millones de visualizaciones), y no es
el único. Moreno también habla del caso de Bolsonaro en Brasil o las fuerzas
armadas israelíes. Este último da una muestra del impacto de esta red, ya que
llevan años usando todas las grandes plataformas para mejorar la imagen de
estos cuerpos y no dudaron en lanzarse a TikTok. ¿Cómo lo anunciaron? Con el 'emoji' de una bomba y
un soldado disparando su rifle. Todo esto en una red con un público con una
edad media de entre 13 y 25 años.
En todos estos casos, podemos entender
una tendencia política común o similar, pero también hay otros diferentes o
literalmente contrarios. En los últimos tiempos, hemos visto el caso de Tulsa y
Trump, el Black Lives Matter (el 'tag' de este movimiento tiene más de 12.500 millones
de visualizaciones), el K-Pop o, en España, el punto de la
comunidad gitana. TikTok se ha convertido en una herramienta muy popular entre
esta comunidad, que apenas tiene visibilidad en
otras redes, como recuerda Moreno. "Si algo bueno, y malo,
tiene esta plataforma es que impulsa el sentimiento comunitario y hace que
cualquier usuario, con apenas unos clics, encuentre justo el contenido, y por
tanto, la comunidad que busca".
La guerra por el
algoritmo
Ese algoritmo que ayuda a encontrar lo
que buscas y generar comunidad es justo el mayor tesoro de TikTok (se
hizo muy viral hace unos días tras una publicación de la propia compañía en la
que contaban, por encima, cómo funcionaba).
La herramienta, como cuenta el sociólogo, podríamos considerarla como un código
"agresivo" al nivel de otros como el que se mueve tras YouTube (muy
criticado por tender a radicalizar las recomendaciones) o incluso Instagram,
que buscan mostrarte los contenidos más afines a ti, y eso es fundamental para
generar las comunidades, afianzar posiciones y finalmente colocar mensajes
políticos en los grupos que más te interesan. Un arma de doble filo.
La guerra por el algoritmo también es
palpable en nuestro país. Mientras, como explicaba en su cuenta de Twitter el
activista Julián Macías, Podemos es el partido con
más tirón oficial dentro de la plataforma (tiene más seguidores e interacciones
que el resto de partidos juntos) e incluso daba explicaciones sobre sus 'tags', son las posturas más cercanas a Vox las que
parecen hacer más ruido. Son sin duda las que más movimiento han generado fuera
y tienen hasta su propio 'meme' musical.
¿Esto quiere decir que Vox maneja esta
red? No exactamente. Como explica Moreno, en una red como TikTok es difícil
medir esto, y su importancia va por otra parte. "Al final, lo importante
aquí es saber si llegas al público objetivo que quieres y
a las comunidades que te interesan. No es tanto tener un gran impacto de
seguidores como tenerlo en usuarios afines que luego muevan ese contenido o que
sean activos en otras redes, que hagan comunidad, etc.". Puedes tener
pocos seguidores y que un contenido tuyo se viralice, y viceversa.
La dificultad en ese sentido se ve de
una forma clarísima en los perfiles de los partidos. Mientras hay publicaciones
que apenas tienen visualizaciones e interacciones, otras rompen por completo la
gráfica. Se trata de una nueva red social y aún queda mucho por explorar, pero
está claro que no se puede entender TikTok como otras del estilo de Twitter o
Facebook.
¿Qué viene después?
Para terminar, y mientras la mayoría aún
está empezando a descubrir la potencia de TikTok, Moreno menciona otra red que
de aquí a nada empezará a tener mucho tirón político, si no lo tiene ya:
Twitch. El servicio de 'streaming' de Amazon se ha convertido en el gran rival
de YouTube y cada vez más creadores de contenido se lanzan
a esta plataforma para intentar aprovechar mejor su trabajo y
también hacer algo más de dinero, y eso, según el sociólogo, es algo básico
para el éxito. Tanto Twitch como TikTok tienen un punto clave, además de ser
plataformas cada vez más grandes, con comunidades muy activas y dinámicas: el
sueño de poder vivir de ellas.
"Hay un punto aspiracional que es
común en todas las grandes redes y que ya vemos en estas nuevas. Es fácil creer
que cualquiera que lo trabaje un poco y dé con la tecla se puede hacer famoso,
escalar socialmente y hasta hacerse rico gracias a
estas redes. Lo vemos en Facebook, en YouTube, en Instagram... Y
ahora en TikTok y Twitch. Mucha gente, incluso de los estratos más bajos, ya
sueña con ser 'tiktoker', y cree que puede hacerlo porque, es cierto, el
algoritmo es tan eficaz o agresivo que de la noche a la mañana puedes acabar
con miles de seguidores más y una visibilidad brutal. Y eso es un punto
fundamental en todo esto", termina Moreno.
EL CONFIDENCIAL, Miércoles 24 de junio de 2020
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