MARÍA DOTOR
Si de algo nos dimos cuenta al parar en seco nuestra
actividad a causa de la Covid-19 es de lo rápido que vivíamos. Las prisas
nos acompañaban siempre y, en consecuencia, a nuestros hijos.
Ahora, párate a pensar y contesta a la siguiente
pregunta: ¿Cuántas veces vestías tú a tus hijos porque si les dejabas hacerlo a
ellos solos saldrías de casa cinco minutos más tarde? Y así con otras tantas
tareas: lavarse los dientes, peinarse, etc. He aquí la primera consecuencia
negativa de las prisas, más allá del estado de estrés que producen, estamos
impidiendo que nuestros hijos se conviertan en individuos autónomos.
Por eso es tan importante, de cara a esta nueva
normalidad, plantearnos como propósito fundamental: respetar sus tiempos,
no ir siempre con prisas.
Respetar los tiempos de nuestros hijos
Un error muy habitual que cometemos es no calcular
bien los tiempos necesarios para llevar a cabo las actividades del día a día.
Tendemos a calcular el tiempo en función de lo que el adulto
necesita, olvidándonos que el tiempo de los niños es mayor. No tienen
ni la misma destreza del adulto, ni la misma capacidad para hacer las tareas,
y, además, los niños se distraen con una gran facilidad, basta que se
encuentren un juguete o un hilito en la alfombra para que se pongan a jugar con
él.
Por tanto, el primer paso es tener en cuenta los
tiempos de nuestros hijos, no los nuestros. Pero, ¿qué más podemos
hacer? La psicóloga infantil Silvia Álava nos da las claves:
1. Las órdenes de una en una. En ocasiones mandamos a los niños varias cosas a
la vez: quítate los zapatos, coloca la mochila, lávate las manos y a merendar€
y no nos damos cuenta que sin quererlo estamos saturando la memoria de trabajo
del niño. Mejor decirles las cosas de una en una y darles el tiempo necesario
para que lo realicen.
2. Cronometrar el tiempo que tardan en hacer las
tareas. Puede ser una herramienta de
motivación para los niños, pero siempre utilizada para motivar al niño a que
cada vez lo hagan más rápido y mejor, no para estresarlo.
3. Planifícate bien. Nos
da mucha pena despertar a los niños pronto por la mañana pensando que así
dormirán más. Párate a pensar, ¿no será mejor acostarse un poco antes para no
suprimir horas de sueño y así que por la mañana tengan el tiempo suficiente
para poder hacer las cosas ellos solos, sin prisas ni estrés?
4. Busca tus fugas de tiempo. Hemos hablado que sería conveniente que los
niños se acostasen antes para así, por la mañana, puedan despertarse con tiempo
para favorecer su autonomía. Párate y observa que hacéis por la tarde-noche,
seguro que hay alguna actividad como ver la televisión, la tablet... de la que
se pueden reducir esos minutos tan necesarios por la mañana acostando a los
niños antes.
5. El aprendizaje requiere tiempo. Todos, cuando estamos aprendiendo, cometemos
errores que tenemos que solventar. Los niños también. Por eso es importante que
reserves el tiempo necesario para poder solucionar los imprevistos que puedan
surgir. Por ejemplo, en el desayuno y las comidas, cuando los niños son
pequeños, es probable que se les caiga algo. Tienen que aprender. Si vamos con
prisas, en lugar de enseñarles la forma correcta de hacerlo y que nos ayuden
con una sonrisa a limpiarlo, lo más probable es que haya un bufido por parte de
los adultos porque ya vamos tarde.
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