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Dime cuánto papel higiénico compraste y te diré cómo eres

LEYRE FLAMARIQUE

Al inicio de la cuarentena, los rollos de papel de váter se convirtieron en el bien más preciado e indispensable. Parecía que íbamos a combatir el coronavirus limpiándonos el culo. Pero mientras unos llenaron las despensas con este producto higiénico, otros parecían ajenos a la necesidad de abastecimiento.

Como una primera aproximación a entender semejante variabilidad, Lisa Garbe, de la Universidad de Saint Gallen (Suiza), Richard Rau, de la Universidad de Münster (Alemania) y Theo Toppe, del Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva (Alemania), han llevado a cabo una investigación para hallar los rasgos de personalidad, así como otros factores, que correlacionan con este comportamiento.

Según publican en la revista PLOS ONE , las personas que veían en la Covid-19 una mayor amenaza y que mostraban una mayor tendencia a la ansiedad y a preocuparse, así como al orden y la autodisciplina, eran más propensas a acumular papel higiénico. Nada más lejos de la realidad, los rollos hicieron las veces de talismán protector.

Desde mi punto de vista, el estudio es un primer paso en la investigación del comportamiento social en una pandemia. El coronavirus y todas sus consecuencias son desafíos únicos para todos nosotros y el almacenamiento de papel higiénico es un comportamiento recientemente emergente. Por lo tanto, sería muy sorprendente si pudiéramos explicar este comportamiento a fondo”, explica Toppe.

Cerca de 1.000 adultos de 22 países diferentes completaron el cuestionario HEXACO, que clasifica seis dominios de personalidad: honestidad-humildad (H), emocionalidad (E), extraversión (X), cordialidad (A), escrupulosidad (C), y apertura a la experiencia (O). Cada uno de estos dominios mide un rasgo de personalidad. Los autores tenían especial interés en la solidaridad con los demás, recogida en la dimensión honestidad-humildad, la tendencia a la preocupación y a la ansiedad, medidas en la dimensión emocionalidad, y el orden y la autodisciplina, que mide la dimensión conciencia.

Los participantes del estudio también informaron sobre el consumo de papel higiénico en las últimas semanas, el nivel de amenaza percibida por la Covid-19 y la situación de cuarentena en la que se encontraban. Los datos se recogieron entre el 23 y el 29 de marzo de manera online.

El equipo halló que quienes se sentían más amenazados -las mujeres puntuaron más alto y se incrementaba con la edad, así como con el número de días en cuarentena- compraron más papel. De hecho, esta fue la relación más fuerte entre las distintas variables medidas y el acopio de este producto higiénico, hecho que para los autores respalda la noción de que el papel funcionó como un símbolo subjetivo de seguridad. Y es que la acumulación de existencias no está objetivamente relacionada con salvar vidas o empleos durante una crisis de salud.

“Una comunicación clara con el objetivo de aumentar la conciencia de una enfermedad y proporcionar instrucciones sencillas de comportamiento reduce la percepción de amenaza de las personas. Si bien es importante comunicar la gravedad de una pandemia y apelar las personas para el cumplimiento de las medidas necesarias, como el distanciamiento social, los comunicadores deben tener cuidado de no provocar el pánico que eventualmente puede dar lugar a un comportamiento disfuncional como el almacenamiento”, dice Toppe.

El factor edad y resultar una persona más ordenada y con mayor autodisciplina también resultaba indicativo de haber almacenado más rollos. De manera indirecta, la ansiedad y la tendencia a la preocupación afectó al aumento de acopio de papel a través de la percepción de la amenaza: los participantes que puntuaron más alto en emocionalidad informaron a su vez percibir una mayor amenaza por la Covid-19. Si embargo no hallaron relación alguna con ser más o menos solidario.

“Supongo que uno debe ser cauteloso al generalizar desde el almacenamiento de papel higiénico a otros comportamientos en una pandemia. Sin embargo, creemos que nuestros hallazgos pueden transferirse a otros productos (por ejemplo, pasta)”, explica el investigador.

Pero los autores avisan de que los factores considerados solo explican el 12% de la variación en el consumo, lo que sugiere que algunas explicaciones psicológicas probablemente no se hayan tenido en cuenta, así como otros factores externos como las estrategias de comunicación de las autoridades. Además, se requerirían estudios experimentales que indiquen explícitamente la direccionalidad de los efectos.

LA VANGUARDIA , Sábado 13 de junio de 2020

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