G.CID
El buen tiempo ha
llegado a nuestro día a día como una liberación. Las puertas y ventanas
abiertas han traído este año más que una bocanada de aire fresco a nuestra
rutina. Con esta mejora de las temperaturas (y la coincidencia de esta con la
caída en la curva de afectados por covid-19), nos hemos lanzado a las calles y
hemos convertido el aire libre es una especie de espacio libre de virus. Lo que
hemos ido aprendiendo de este coronavirus nos ha hecho amoldarnos a la idea de
que el contagio al aire libre es algo mucho más complicado que en espacios
cerrados, y el estudio de los brotes nos ha ido dando la razón, pero ¿sirve simplemente con no pisar espacios cerrados? Esto
es lo que dicen los expertos y la bibliografía.
Con la llegada de la desescalada, muchos se han agarrado al aire libre como una forma de ir venciendo el miedo al virus, recuperar la confianza para estar rodeado de más gente e ir reactivando la economía y la vida social. Terrazas, naturaleza, piscinas, playas, parques... Todos estos espacios se han disparado con la desescalada, pero también se han empezado a ver imágenes de eventos cada vez más concurridos e incluso masivos (manifestaciones, fiestas, concentraciones, celebraciones futbolísticas) en que todo se dejaba a la protección del aire libre. Y sí, como explican los expertos, es mucho más difícil contagiarse en el exterior que entre cuatro paredes, pero no, el virus no desaparece cuando sales fuera.
Eso es lo que explican
estudios y expertos como Javier Cantón,
licenciado en Bioquímica y doctor en Virología. "Efectivamente, al aire libre el riesgo es menor porque
el virus, por decirlo así, se 'diluye' en el aire, pero es un error pensar que
estar fuera nos salva, que no hay riesgo". El debate sobre el riesgo de
propagación en una u otra situación es un punto esencial en el estudio del
virus y en asuntos tan cruciales como el uso de las mascarillas. Y el gran
problema es que todavía quedan muchas dudas en este sentido.
Es más, como
explicaban en abril en la revista 'Nature', ni siquiera
organizaciones como la OMS y los científicos se ponen aún de acuerdo en cuanto
a lo relacionado con cómo se propaga el virus. El tema de si este se propaga
por el aire es crucial para estudiar y frenar la pandemia, pero
los expertos apuntan que es posible que se tarde varios años en saber si
realmente el SARS-CoV-2 es capaz de viajar por el aire y, si lo hace, con qué
características se mueve. Por eso, es mejor que tengamos claro lo que se sabe y
lo que no sobre el virus y el aire libre.
¿Qué se sabe sobre el virus y el aire libre?
La primera cuestión es
clara: ¿por qué el aire libre ayuda a evitar el contagio? Cantón ya da una
pista de ello al hablar de que el SARS-CoV-2 se "diluye" en el aire,
pero hay más y la lógica es bastante similar a la que seguimos en otros
actos cotidianos: en un espacio ventilado, donde el aire se mueve
con mucha más frecuencia, las partículas desaparecen mucho más rápido que en un
entorno cerrado. A algo así se refiere Cantón cuando habla de dilución del
virus en el aire libre, pero hay más, según apuntan expertos como el biólogo y
periodista JV Chamary o Peter Chin-Hong, doctor especialista en enfermedades
infecciosas de la Facultad de Medicina de la Universidad de California en San
Francisco.
Como venimos diciendo,
aún hay muchas dudas sobre la propagación y el contagio del covid-19, pero lo
que sí está claro es que la distancia, el tiempo de exposición y la temperatura
influyen tanto en la propagación como en la supervivencia del virus en el
ambiente. Según apunta Chin-Hong en una entrevista para el periódico 'San
Francisco Chronicle', el virus sobrevive mejor en
entornos fríos y húmedos mientras que el calor del sol puede
ayudar a que desaparezca aún más rápido de las superficies. Además, como señala
también Chamary, la clave no está tanto en el ambiente como en la distancia.
Simple: al aire libre tenemos mucho más espacio que en un entorno cerrado.
Ya sabemos hasta tres
puntos importantes por los que el estar al aire libre puede ayudar a evitar el
contagio: hay más espacio, más ventilación y el calor puede ayudar a
desinfectar las superficies, pero todavía quedan otros por estudiar, e
incluso hay cosas que habíamos dado por seguras y que no lo son.
Una de ellas es, por ejemplo, el tema del peligro de corredores y ciclistas.
Aunque en un primer momento se vio a estos deportistas como grandes peligros
para los caminantes y se pedía un gran espacio a su alrededor, los expertos ya rebajan la importancia
de estas prácticas y señalan como algo mucho más peligroso
pasar un largo tiempo a pocos centímetros de una persona que cruzarse con un
'runner'.
Lo mismo ocurre, y eso
es más delicado, con el asunto del tiempo que aguanta el virus en el ambiente y la cantidad de virus que se necesita inhalar para infectarse.
Hace unas cuantas semanas, ya tratamos aquí el debate sobre la distancia de
seguridad y las diferentes teorías sobre cuál era la más indicada en cada
situación, y algo parecido ocurre con las teorías sobre el tiempo que aguanta
el virus en el aire y las gotas necesarias para contaminarse. De lo primero se
han hecho varios estudios y se pone entre los ocho y los 14 minutos como el
tiempo que las gotitas que exhalamos pueden aguantar en el ambiente (estudio de PNAS), pero depende,
obviamente, de las condiciones ambientales, pues a más ventilación menos
tardará en desaparecer. En un ambiente de laboratorio, se ha demostrado que aguanta hasta tres horas.
Sobre lo segundo, hay
aún más debate. Es claro que no basta con recibir una pequeña dosis del virus
para contagiarse, sino que se necesita un contacto importante para ser
infectado, pero ningún estudio ha conseguido confirmar cuánta es esa cantidad.
Eugene Chudnovsky, físico del Lehman College y del Centro de Graduados de la
Universidad de la Ciudad de Nueva York, apunta a 'The New York Times', como
creencia compartida, que "uno necesita de unos cientos a
unos miles de virus SARS-CoV-2 para abrumar la respuesta
inmune". Por eso se da más importancia a los interiores y relaciones de
larga duración que a cruzarse con un ciclista, pero, como se ve, aún queda
mucho por conocer.
¿Por qué debes seguir protegiéndote?
Los agujeros negros en
el conocimiento del virus ya son una razón más que justificada para seguir
protegiéndote contra el virus también en el exterior, pero hay más. La mayoría
de los brotes estudiados hasta el momento demuestran que el mayor peligro está en interiores, en estos
espacios han aparecido la gran mayoría, pero también hay casos en exterior,
como demuestra un estudio realizado con datos
de hasta 7.300 infectados en China. Solo uno de ellos se
contagió, aparentemente, tras una conversación que tuvo en el exterior, pero ya
demuestra que el problema no desaparece con estar al aire libre.
"Es cierto que el
mayor peligro se sitúa en un sitio cerrado donde el aire no se recicle. Hay
simulaciones de un infectado en un avión durante un vuelo de una o dos horas
y el riesgo de que contagie al resto de los pasajeros es altísimo.
Ídem para restaurantes cerrados, pero el riesgo en espacios abiertos, sin
embargo, no es desdeñable. La imprudencia, no mantener el aforo limitado y no
tener un distanciamiento social más allá de los que están sentados a la misma
mesa puede generar nuevos rebrotes, como los que estamos viendo aparecer",
explica en conversación con Teknautas Javier Cantón. Su respuesta coincide con
la de expertos internacionales, que inciden en que, sin medidas, puedes
contagiarte en cualquier tipo de espacio.
Es decir, que por
mucho que estemos al aire libre, si nos metemos en una gran concentración en la
que prácticamente no haya espacio y pasamos de las medidas más básicas, es
posible que podamos acabar infectados. Es cierto que informes como este que publica Buzzfeed
News indican que situaciones como las manifestaciones del
Black Lives Matter en EEUU aún no se han mostrado como focos de infección, o al
menos no han disparado las cifras en las ciudades donde se celebraron, pero
existe un gran riesgo. "Al coronavirus le gusta más el clima frío que el
clima cálido, y le gusta más la baja altitud que la alta altitud, pero le gusta más la gente que el frío o el calor",
apunta Chin-Hong.
¿Qué precauciones tomar y cómo?
Sabiendo todo esto,
solo queda saber cómo, si el aire libre no es una medida definitiva, es mejor
protegerse en este entorno. En España, es obligatorio el uso de mascarillas al
aire libre si no se pueden respetar las distancias, y en la mayoría del mundo se
dan consejos similares: si puedes estar a buena
distancia del resto, no haría falta ninguna medida extra, si por el
contrario no es posible, es hora de tirar de mascarilla. Eso sí, hay otras
ideas para los más precavidos.
El viento ha sido otro
de los elementos que han generado mucho debate en torno a si es algo
perjudicial porque hace que las gotitas de los enfermos puedan llegar más lejos
o por el contrario ayuda a la dilución del virus. El consenso de los
científicos habla ahora de que es más lo segundo que lo primero, pero por si
sigues queriendo protegerte de que alguna de estas gotas te llegue por el
viento, según Eugene Chudnovsky, como medida extrema puedes colocarte a favor
del viento. "Esto puede ser especialmente importante en la
playa, donde las personas tienden a pasar mucho tiempo en un lugar
fijo", explica.
Además, es más
recomendable salir en un día soleado que nublado, porque el calor sirve como
desinfectante, pero, como apunta Cantón, quizá lo que más aconsejable sea
interiorizar que debemos controlar nuestra vida social. "Hay
que recomendar a la gente que si asume algún riesgo al salir de casa, evite en
los siguientes 10 o 15 días ver a personas de riesgo. Sin ir más lejos, yo he
cancelado una salida con amigos al Parque Warner porque tengo que ver a mis
padres y tíos (personas de más de 60 años). Es un acto de responsabilidad que
debemos tener. Entiendo los riesgos de decir este tipo de cosas, sobre todo
para la hostelería... Pero, en fin, hay que encontrar un equilibro entre salud
y economía", termina el experto.
EL CONFIDENCIAL, Martes 30 de junio de 2020
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