OLGA PEREDA
La educación de los hijos no es una ciencia exacta.
Pero hay verdades absolutas. Por ejemplo: la autoridad no tiene nada que ver
con el autoritarismo, el cariño no está reñido con la firmeza y poner límites
no es frustrar a nadie. Padre de dos jóvenes, profesor de Secundaria,
divulgador y cofundador del proyecto aprenderaeducar.org, Francisco Castaño publica 'La mejor versión de tu
hijo' (editado por Plataforma Actual),
ameno y didáctico ensayo donde ofrece herramientas y pautas para fomentar las
relaciones familiares sanas. Sí, también con los preadolescentes y
adolescentes.
Hace años se fue de colonias con un grupo de 3º de la
ESO. Les dijo que hicieran las camas y que primero pusieran la sábana bajera.
Ni uno sabía lo que era. El problema -y grave- es de los padres.
Los padres y las madres somos responsables de la educación de los hijos. Es
preocupante la falta de límites y cada vez afecta a los críos más pequeños. El
confinamiento por la pandemia, además, ha agravado la situación. Me dedico a
ayudar a familias con problemas y la experiencia me dice que cuando los padres
cambian los chavales tiran hacia delante.
Afirma que educar es un trabajo "difícil,
costoso, largo y arduo".
Educamos en Walt Disney y la vida es 'The Walking Dead'. Les damos a los hijos
una vida irreal. Queremos que tengan de todo, nos lo piden y se lo damos al
momento. No queremos que sufran, les hacemos los deberes. Cuando llega la
adolescencia ya no somos sus referentes sino "el viejo y la vieja" y
lo que diga Jonathan, que tiene una experiencia vital de 14 años, es lo más
importante del mundo. Entonces es cuando nuestros chavales y chavalas empiezan
a tener problemas porque las cosas no son como ellos pensaban y culpan a los
padres.
Si pones empeño en la educación de tus hijos desde
pequeños puede que sientas buenas bases. Pero en la preadolescencia y
adolescencia ¿es demasiado tarde?
Nunca es demasiado tarde. Quizá se necesite ayuda, pero no podemos tirar la
toalla. Si no, yo no me dedicaría a esto. Hay que luchar. En caso contrario vas
a tener un hijo de 35 años que te va a amargar la vida. Siempre que no haya
patología, hay solución.
Como orientador de padres, les recomienda que jamás
critiquen a los amigos de sus hijos aunque no les gusten.
Cuando se llega a la adolescencia hay cambios. El instituto, el punto de vista
crítico, los gustos propios, los grupos de amigos… Si en casa no hay buena
relación, ellos -que tienen la autoestima baja- se juntarán con gente que a ti
no te gusta. Cuando pasa esto si tú criticas a esos colegas, él se aferrará más
a ellos. Insisto, cuando hay mala relación en casa. Mi consejo es que padres y
madres intenten conocer más a esos amigos, que los inviten un día a casa o que
se ofrezcan a llevarles en coche a algún sitio. No les critiques delante de tu
hijo, simplemente dile qué actitudes de esa gente no te gustan, pero no les
etiquetes. Dile a tu hijo que él decide con quien salir en el horario que tú le
permitas, por supuesto. Si en casa no hay conflicto, no hay mayor problema.
Cuando empiezan a salir por la tarde-noche ¿cómo
consensuar con ellos una hora de llegar a casa que sea justa y también
prudente?
Hay que relacionar responsabilidad con libertad. Si tu hijo es responsable, va
bien en los estudios y conoces a sus amigos puedes llegar a un acuerdo con él
sobre la hora de llegar a casa. No voy a decir qué hora tiene que ser.
Personalmente, creo que en Barcelona un menor de 15 años no debe salir por la
noche. En líneas generales, mis recomendaciones son: no te pelees por media
hora y no te dejes someter por la presión de otros padres. Lo mejor es
tener una buena relación con tu hijo para que te diga donde va y con quién. No
controles, pero sí supervisa. Si no marcas límites desde que son pequeños
empiezan a tener actitudes o comportamientos que no les tocan por edad. Por
ejemplo, una chavalilla de 13 años que quiere llegar a la una de la madrugada a
casa. Para educar a los hijos hace falta firmeza y cariño.
Las normas dan seguridad. Si no se cumplen hay
consecuencias. No recomienda el chantaje tipo "si no comes la ensalada no
te dejo jugar con la Play". ¿Qué hacemos, entonces?
La consecuencia no puede ser un castigo ni una revancha. Tiene que ser eficaz
porque el objetivo es que los críos cumplan las normas. ¿Le quitas el móvil si
no come verdura o llega tarde a casa? Vale, pero no tiene ni idea de por qué le
estás haciendo eso. Creo que es mejor algo así como "si llegas tarde esta
noche mañana no sales". "Si no pones la mesa yo no te voy a poner la
comida". "Si no recoges tu ropa te la confisco 15 días". Y
díselo sin enfadarte. Tampoco le digas nunca que te ha decepcionado. Es una
palabra prohibida.
¿Por qué?
Porque la palabra decepción mella mucho la autoestima de los chicos. Le dices
que eso está mal, que estás triste o enfadado pero jamás que te ha
decepcionado.
La comunicación no debería ser un diálogo de sordos.
Los padres interrogamos. "¿Qué has hecho? Nada. ¿Qué tal el examen? Bien
¿Dónde has estado? Por ahí, con colegas". Si ya sabes las respuestas ¿para
qué preguntas? La conversación se tiene que incentivar, no hay que interrogar.
Tienes que hablar de cosas que les interesen a ellos, aunque sea de la letra
que dice la canción de reggaeton que tanto escuchan y que tú tanto odias.
Usted considera un error que les digamos a nuestros
hijos que la casa es suya, que se apoderen del mando a distancia o que les
repitamos que con 18 años podrán hacer lo que quieran. Y recuerda que el Código
civil dice en su artículo 155 que los hijos deben obedecer a los padres.
Hay adolescentes que no dejan entrar a sus padres a la habitación. Perdona,
pero no es tu habitación. Es la casa de tus padres y ellos te dejan dormir ahí.
No es autoritarismo, pero hay que tener claro que los padres tenemos un rol y
los hijos otro.
No confundir autoritarismo con autoridad.
Correcto. Pero es que la palabra autoridad da sarpullidos en la actual
sociedad. Hay niños de 7 años que se apoderan de la tele y deciden lo que se ve
en casa. Eso no puede ser. Tampoco puedes permitir que tu hijo haga lo que
quiera. Es conveniente que desde pequeño aprenda que las cosas se hacen con
permiso. Nada de "voy a ver una peli" sino "¿puedo ver una
peli?" Si le inculcas eso, cuando sea adolescente todo será más fácil.
EL PERIÓDICO, Miércoles 24 de junio de 2020
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