Los nuevos patrones de movilidad, como el
menor uso de los vehículos, son el resultado del distanciamiento social debido
a la COVID-19. Ha cambiado nuestra manera de vivir y trabajar.
Pero cuando la crisis haya pasado,
¿volverá todo a la (anterior) normalidad?
Esta es quizás una de las muchas preguntas
que están surgiendo ahora que los efectos de la pandemia sobre las emisiones de
carbono están más claros.
Nuestra investigación, publicada hoy, muestra como la COVID-19 ha afectado a
las emisiones globales en seis sectores económicos. Hemos descubierto que la
restricción en el nivel de actividad ha resultado en un pico del 17 % de
disminución de emisiones globales a principios de abril, respecto a los datos
de 2019.
El análisis es especialmente útil en este
momento en el que estamos considerando los cambios estructurales necesarios
para transitar hacia una economía global de cero
emisiones.
Consideremos, por ejemplo, el silencio de las calles durante el confinamiento. La disminución en el tráfico por carretera es el factor más importante en la caída de las emisiones globales. Así, si fomentamos las bicicletas y el trabajo desde casa después de la pandemia, nuestros objetivos climáticos podrían ser más alcanzables.
Haciendo cuentas
Al final de cada año publicamos el Global Carbon Budget, un análisis de las tendencias
globales y regionales de flujos de carbono. Pero las circunstancias especiales
de este año nos han llevado a hacer un estudio preliminar.
Hemos calculado la influencia de la
pandemia en las emisiones diarias de dióxido carbono de 69 países responsables
del 97 % de las emisiones globales y seis sectores económicos.
Ello ha requerido buscar nuevos datos muy
detallados de diferentes maneras y distintas fuentes.
Por ejemplo, hemos examinado la actividad
del transporte terrestre y aéreo usando datos de TomTom y de las consultas de
direcciones del iPhone de Apple, de la actividad en autopistas y de las salidas
de los aeropuertos. Hemos usado datos diarios para estimar los cambios en uso
de electricidad.
Hemos desarrollado un índice que recoge el
nivel y el tamaño de la población en confinamiento en cada país para extrapolar
los datos disponibles para el resto del mundo.
El pico de la pandemia
Durante el pico de reducción de la
actividad global a principios de abril, las emisiones diarias globales cayeron
un 17 % –el equivalente a 17 millones de toneladas– respecto al valor
medio diario de 2019.
Las emisiones totales durante este periodo
fueron similares a las de 2006. El hecho de que el mundo ahora emita tanto en
condiciones de confinamiento como lo hizo en condiciones normales hace 14 años
demuestra el impresionante crecimiento en emisiones de los últimos años.
El tráfico rodado ha sido el factor que
más ha contribuido a la disminución de emisiones. El siguiente es el sector de
la electricidad y calefacción, seguido de la industria (fabricación y
producción de materiales como cemento y acero). Los tres sectores juntos son
responsables del 86 % de la caída diaria en emisiones.
Cambio (%) en las emisiones globales
diarias de dióxido de carbono durante la pandemia comparado con los niveles de
emisiones del 2019. Le Quéré et al., Nature Climate Change (2020)/Global
Carbon Project, CC BY
La mayor reducción diaria en la actividad
del transporte aéreo global –del 60 %– fue la más pronunciada de los
sectores analizados. Pero la contribución de la aviación a la caída global en
emisiones ha sido relativamente más pequeña (10 %) porque el sector es
solo responsable del 3 % de las emisiones globales.
El confinamiento en los hogares ha
provocado un pequeño aumento en las emisiones del sector residencial.
El estricto confinamiento en España resultó en una caída de emisiones de dióxido de carbono del 32 %, el doble de la disminución a nivel global.
Las perspectivas para 2020
También hemos analizado cómo afectará la
pandemia a las emisiones de dióxido de carbono del resto del año. Obviamente,
dependerá del nivel de las restricciones durante los próximos meses y del
tiempo que se apliquen.
Si el confinamiento global acaba a finales
de junio, estimamos que las emisiones globales disminuirán un 4 %
comparado con 2019. Si hay restricciones menos severas que continúan hasta
finales del año, la reducción sería del 7 %. El rango completo de
disminución de emisiones es de entre el 2 % y el 13 % si consideramos
los distintos escenarios en la evolución de la pandemia y la incertidumbre de
los datos.
Actualmente el contexto importante. Según
el Acuerdo de París y según el Informe sobre la brecha de emisiones de
Naciones Unidas, necesitamos reducir las emisiones globales entre el
3 % y el 7 % cada año hasta el 2030 para estabilizar el clima por
debajo de 2℃ y
1,5℃,
respectivamente. Nuestra proyección de la caída de emisiones permitiría
conseguir este objetivo para el 2020, aunque por las razones equivocadas.
Estabilizar el clima requerirá cambios en
nuestro sistemas energéticos y económicos de una magnitud extraordinaria, solo
comparables a la disrupción provocada por la COVID-19.
Una piedra en el camino
¿Cómo podemos convertir este subproducto
de la crisis –la caída de emisiones en el 2020– en un punto de no retorno?
Una recuperación lenta de la economía
podría disminuir las emisiones durante algunos años. Pero si las crisis
económicas del pasado nos han enseñado algo, es que las emisiones volverán a
aumentar finalmente hasta los niveles anteriores de la pandemia.
Pero esto no tiene por qué ser así. La
reciente disrupción forzada nos ofrece una oportunidad de hacer cambios en los
esquemas que ahora rigen nuestros sistemas energéticos y económicos. Esto
podría colocarnos en el camino hacia la descarbonización de la economía global.
Consideremos otra vez la gran cantidad de
gente que ahora camina y va en bicicleta. ¿Qué pasaría si los gobiernos
aprovechasen la oportunidad de fomentar esta movilidad más activa y baja en
emisiones y hacerla permanente? ¿Qué pasaría si acelerásemos la implantación de
coches, bicicletas y patines eléctricos para aumentar las opciones del
transporte, al mismo tiempo que salvamos vidas debido a la mejora de la calidad
del aire urbano?
Muchas ciudades alrededor del mundo
planean medidas para avanzar en esta dirección, pero París es por ahora la más
ambiciosa. Se ha comprometido a invertir 300 millones de euros en
650 km de nuevos carriles bici para conectar la periferia con el centro de la
ciudad.
Si las comunidades abrazan los cambios,
pueden hacerse permanentes.
La crisis también ha abierto la vía para
otros cambios estructurales. Las personas y las empresas han tenido la
oportunidad de entender qué viajes son esenciales y cuándo las alternativas de
comunicación remota son igual o incluso mas eficientes.
Finalmente, el consumo de energía y
materiales disminuyó durante COVID-19. Si bien esas reducciones forzadas no son
una respuesta a largo plazo para reducir las emisiones de gases de efecto
invernadero, la disminución del consumo puede lograrse de otras maneras. Es
posible avanzar hacia una menor demanda de energía y materiales a través
de nuevos servicios energéticamente eficientes, como el control y la
integración de diferentes aparatos electrónicos mediante teléfonos
inteligentes. Esto puede permitir tanto el desarrollo ambientalmente sostenible
como el aumento del bienestar, los ingresos y la actividad.
Podemos elegir una vuelta rápida a la
antigua normalidad que implique un aumento de las emisiones. Pero si escogemos
una ruta diferente, el 2020 podría suponer la sacudida necesaria para revertir
las tendencias de las emisiones globales.
HUFFINGTON POST, Miércoles 20 de mayo de 2020
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