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Pantallas faciales: ¿una buena alternativa?

ANTONI TRILLA - Hospital Clínic-Universitatde Barcelona-ISGlobal

En esta fase de desescalada son esenciales las medidas de protección personal y el distanciamiento físico y social. El objetivo es reducir el riesgo de contagio y evitar la transmisión sostenida y sin control del coronavirus. La Sociedad Americana de Enfermedades Infecciosas (IDSA) ha incluido en sus recomendaciones para poder relajar las restricciones o confinamientos el uso de elementos como las mascarillas y las pantallas faciales. La revista JAMA publicaba un artículo al respecto de estos elementos y respondía afirmativamente a la pregunta de si un elemento simple como una pantalla facial proporciona suficiente protección adicional frente a la Covid-19, siempre que la pantalla se use adecuadamente y junto a otras medidas básicas como la higiene de manos. Por tanto, puede ayudar a reducir la transmisión del coronavirus por debajo de un nivel crítico en la población general.

Distintos estudios indican que el mecanismo principal y básico de transmisión del SARS-CoV-2 de persona a persona es por microgotas. Una medida simple de barrera como es la pantalla facial supone un método físico (un plástico transparente) que cubre nuestra cara. Para una buena protección, la pantalla debe cubrir frontalmente hasta debajo de la barbilla, lateralmente hasta las orejas y no deben existir huecos entre la frente y la pieza de sujeción de la pantalla. También evitan que nos toquemos inadvertidamente la cara. Su fabricación no requiere ni material ni tecnología especialmente compleja. Cabe recordar que la producción mundial de mascarillas faciales se concentra en China, hecho que ha condicionado buena parte de la falta transitoria de este elemento de protección. Las pantallas faciales pueden usarse indefinidamente y limpiarse fácilmente con agua y jabón o cualquier otro producto desinfectante de uso doméstico.

Las pantallas faciales han demostrado reducir significativamente la transmisión del virus de la gripe: tras 30 minutos de exposición a menos de 50 cm la protección llega al 80%. Si se repite el experimento a una distancia de 2 m la protección llega al 92%. Todavía no se ha evaluado suficientemente si las pantallas son eficaces para contener las microgotas producidas por el estornudo o tos de un paciente infectado, sea sintomático o asintomático. Llevarlas es relativamente confortable. Además permiten vernos la cara, un aspecto nada despreciable en esta situación en la que estamos inmersos.

LA VANGUARDIA, Viernes 29 de mayo de 2020

Imagen: La Vanguardia

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