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Peligro de rebrote: Cómo evitar que focos aislados se conviertan en algo más

EVA S. CORADA

«Acción de rebrotar o aparecer de nuevo una cosa material o inmaterial no prevista y, generalmente, considerada nociva». Así define la Real Academia Española rebrote, una palabra que, en los últimos días, planea sobre nuestras cabezas como pájaro de mal agüero apenas empezamos a retomar la vida tras el confinamiento en esta «nueva normalidad» post-Covid. Aunque, quizá, más que post-covid debería llamarse intra-Covid, porque, como recuerdan los expertos, el virus sigue aquí, atenuado, menos agresivo, pero aún acechante y entre nosotros.

Buena prueba de ello son los focos detectados estos últimos días en distintas zonas de España. ¿Significa eso que habrá de cesar toda acción social o que tendremos que volver a confinarnos? No. O, al menos, no por ahora. Simplemente, que debemos se responsables y conscientes de que, si bien el «riesgo cero» no existe, de nuestras acciones depende que estos brotes sean algo anecdótico.

Convivir con el virus

«El virus sigue circulando y aunque su tasa de transmisión es muy inferior es algo que se ha logrado con una gran esfuerzo por parte de la población con el confinamiento. Pero si nos relajamos aparecerán brotes puntuales. Puede volver a pasar y de hecho pasará, es muy difícil que no sea así», asegura Ángel Gil de Miguel, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid.

«Debemos tener claro que el coronavirus no se ha acabado y seguirá con nosotros una larga temporada hasta que se encuentre una vacuna. De esto no vamos a estar salvados en los próximos meses. Pero en absoluto se va a producir un “boom” como el de este invierno, primero, porque está retrocediendo, ahora está atenuado y con una baja agresividad. Y segundo, porque climáticamente en verano los virus respiratorios son difíciles de transmitir», añade Antonio Burgueño. A esto vendría a sumarse un tercer factor a tener en cuenta que sería el hecho de pasar más tiempo en espacios al aire libre, lo que complicaría el contagio.

Así, los expertos consultados por LA RAZÓN dan por sentado que casos como los de Lérida, Totana o Ceuta se van a repetir, y por ello hay que estar preparados. «Nos podemos reunir o celebrar, aunque respetando las medidas. Pero para evitar estos pequeños rebrotes es vital la vigilancia para que se puedan controlar y no vayan a más», asegura Rafael Ortí, presidente de la Sociedad Española de Medicina Preventiva, Salud Pública e Higiene (Sempsph).

Es decir, se puede celebrar, claro, «pero siempre según lo que se permite en cada situación. Y, en caso de que después de asistir a algún evento alguien presente sintomatología hay que notificarlo para que esa persona se la aísle y se la pueda hacer un estudio de contactos para ver posibles contagios, mantener en cuarentena a esas personas y controlar que quede en un brote solo», añade Gil de Miguel.

El papel de los rastreadores

«En estos casos es muy importante el papel de los rastreadores para que se aísle desde el primer momento a la persona que haya sido el origen así como a sus familias o contactos. El foco tiene que ser eliminado y confinado 14 días en esos casos», coincide Burgueño. Es decir, hacer la «trazabilidad» de los casos.

Además «En ese caso, la red de atención primaria se ha adecuado para poder activar el sistema de rastreo. Esto es lo que hicieron en Corea y que tan bien les fue», asegura Gil de Miguel.

Sin embargo, lamenta, Ortí, «aunque se han reforzado los servicios asistenciales, no se ha hecho también con los de Salud Pública y los servicios de Medicina Preventiva, en los que sólo se invierte un 1% del presupuesto total en salud. En este sentido creo que no estamos haciendo lo suficiente para evitar la transmisión como son los rastreadores en residencias o en cualquier foco que se presente»

En cualquier caso, y como dice el refrán mejor prevenir que curar, y si algo hemos aprendido estos meses son las medidas higiénicas y sociales con las que combatir al nuevo coronavirus. A saber: mantener la distancia física de dos metros, llevar la mascarilla –y bien puesta– que nos cubra nariz y boca si estamos en una reunión con más personas y una buen higiene de manos.

En cuanto a los espacios cerrados, donde existe más riesgo de contagio, Burgueño recomienda, además, revisar toda la climatización de los espacios cerrados para estén lo suficientemente ventilados: «Al principio creíamos que se contagiaba sólo con las gotas gordas que expulsábamos pero hemos visto que también los aerosoles lo hacen. Por eso en muchos sitios habría que poner filtro HEPA que no valen mucho pero que dan mucha garantías de que el virus no se va a meter en un circuito de ventilación».

En cualquier caso el sentido común debería ser el que guíe nuestras acciones, cada uno con su responsabilidad. «Mi mensaje a la gente joven es que, aunque piensen que no va con ellos pueden ser transmisores de la enfermedad, por eso su papel es muy importante para evitarlo, y deben ser solidarios. No hay que pensar solo en uno sino en todos los demás», advierte Gil de Miguel. Porque, como recoge la Ley General de Salud Pública, ante una situación de alarma prima el bien de la colectividad frente al individual. «De la misma forma los más vulnerables debemos saber que tenemos un riesgo mayor y por ello,también evitarlos», concluye Burgueño.

LA RAZÓN, Sábado 30 de mayo de 2020

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