JORGE ALCALDE
Primero no eran
imprescindibles. Luego se convirtieron en obligatorias para espacios públicos.
¿Y lo próximo? ¿Cuál será la siguiente recomendación sobre el uso de las
mascarillas contra la expansión de la Covid-19? Si hacemos caso a un estudio
publicado ayer en la revista «British Medical Journal», es posible que alguien
nos recomiende llevar mascarilla también en casa.
Un equipo de científicos chinos liderados por Yu Wang, del Centro de Control y
Prevención de Enfermedades de Pekín, asegura que mantener el uso de las
mascarillas dentro de casa, sobre todo, si un miembro de la familia es
sintomático, puede reducir un 79 por 100 el riesgo de dispersión del virus
entre el resto de miembros del hogar.
De
momento, la Organización Mundial de la Salud no ha recomendado el empleo de
sistemas de protección individual en el interior de los hogares. Pero lo cierto
es que muchos datos, sobre todo, los obtenidos en China, donde el periodo de
estudio es más amplio, parecen demostrar que la mayor parte de los contagios entre
personas se producen en el seno de la familia. ¿Sería entonces recomendable
ampliar el uso de mascarillas a las actividades en casa?
Para
dar respuesta a esta pregunta, los investigadores han realizado encuestas
epidemiológicas a 460 personas pertenecientes a 124 familias asentadas en
Pekín. Cada una tenía entre sus miembros al menos una persona diagnosticada de
Covid-19 entre finales de febrero y finales de marzo. Se estudió la evolución y
los hábitos de conducta de todas las que habían vivido con los contagiados
desde cuatro días antes o un máximo de 24 horas después de haber experimentado
los primeros síntomas.
Durante
el tiempo de estudio, en 41 de las familias se había producido al menos un caso
de transmisión secundaria; 77 adultos y niños contrajeron la enfermedad. La
tasa de ataque registrada, es decir, el porcentaje de individuos que enfermarán
durante un brote en una población dada, fue del 23 por 100. Un tercio de los
niños y dos de los adultos estudiados terminaron contagiados al final del proceso.
¿De qué dependía que una familia presentase más casos que otras?
El estudio analizó el uso de mascarillas, de geles hidroalcohólicos y otras
prácticas como la ventilación habitual de las casas y el mantenimiento de la
distancia social también en el hogar. Los resultados fuero esclarecedores. El
uso diario de desinfectantes, la distancia social y la ventilación del hogar
son prácticas que claramente reducen el riesgo de contagio en casa.
Factores de riesgo
Pero
algunos factores aumentan claramente el riesgo. Si el primer enfermo presenta
diarrea, el riesgo de contagio a otros familiares se multiplica por cuatro.
Cuando las familias realizan actos cotidianos juntos (ver la televisión, comer
juntos…) el riesgo se multiplica por 18 frente a los que mantuvieron aislado
todo el tiempo al paciente inicial.
El uso de desinfectantes como la lejía reduce las posibilidades de contagio en
un 77 por 100 y el de mascarillas en el hogar antes de la aparición de los
primeros síntomas lo reduce en un 79 por 100. Se hace difícil pensar, en
cualquier caso, qué motivaciones puede tener una familia para seguir llevando
la mascarilla dentro de casa si ningún miembro del hogar ha presentado aún
síntomas.
El
estudio se realizó con encuestas telefónicas y presenta todavía algunas
debilidades. Por ejemplo, no existen tomas de datos consolidables sobre el tipo
de desinfectante usado o el modo en que se emplearon las protecciones de la
cara.
Pero
sus autores aseguran que el trabajo podría avalar el uso de mascarillas también
en casa al menos cuando uno de los miembros tiene síntomas o ha estado en
contacto con pacientes infectados. El trabajo reconoce que el mayor riesgo de
contagio doméstico se produce en las fases asintomáticas de la enfermedad.
LA RAZÓN, Viernes 29 de mayo de 2020
Imagen: La Razón
Comentarios
Publicar un comentario