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Los rebrotes proliferan con la desescalada y ponen a prueba el desigual rastreo

DARÍO OJEDA

Un cumpleaños en Lleida, una fiesta en Ceuta o un autobús de temporeros en Totana. Los brotes de covid-19 se suceden conforme avanza la desescalada y la gente sale a la calle. Y habrá más en las próximas semanas. Las reuniones familiares o con amigos, la apertura de los comercios y la mayor movilidad aumentan los contagios y, a la vez, ponen a prueba los servicios de rastreo, arma fundamental en la salida del confinamiento y que las comunidades están implantando de forma desigual. La detección precoz y el control de esos brotes de coronavirus son la clave para evitar dar pasos hacia atrás en la pandemia.

Según los últimos datos publicados por el Ministerio de Sanidad, la incidencia acumulada en España en las dos últimas semanas ha sufrido un repunteDe los 14,59 casos del miércoles a los 15,03. "Una mala acción puede poner en riesgo todo lo conseguido hasta ahora", dijo este jueves el ministro de Sanidad, Salvador Illa, en la comparecencia para anunciar el paso de fase en la desescalada. Un brote en Ceuta, que elevó a 22 los casos activos y a 271 las personas en aislamiento domiciliario, provocó que el ministerio se planteara su retroceso a la fase 0, pero finalmente la ciudad autónoma seguirá en la fase 2.

"Se ha detectado de forma precoz", explicó Fernando Simón, director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias. "Esto favorece que tengamos cada vez más confianza en los sistemas de control que se han establecido (...) El problema son los posibles contactos que a lo mejor en el futuro desarrollan síntomas". Illa identificó cuatro brotes: en Lleida, Totana, Cuenca y Ceuta. Y Simón señaló que en semanas anteriores había habido alguno más. "Tenemos pequeños brotes que están bien controlados", dijo Simón. "Se han ido identificando y se han ido controlando. Certificando que no suponían ningún riesgo de transmisión comunitaria".

Los expertos consultados por El Confidencial afirman que este tipo de rebrotes son esperables en la desescalada. "Ha pasado en Corea del Sur, en Alemania, pasó en Francia, en Italia seguramente también pase", dice el epidemiólogo Javier del Águila. "Lo que nos debe preocupar no es que sucedan rebrotes, sino que tengamos capacidad de cogerlos a tiempo, de hacer el estudio de los contactos y aislarlos. Si lo hacemos, no debería pasar nada. El problema sería que alguno de esos brotes pasara desapercibido y se nos fuera de las manos".

"Lo más probable es que el virus continúe entre nosotros, con mayor o menor actividad. Va a seguir por aquí. Cuando salimos a la calle y tenemos un contacto normal, el riesgo es bajo. ¿Dónde se producen estos brotes? Siempre va a tener que ver en algún momento con espacios cerrados y población vulnerable", continúa Del Águila, que señala el caso de Singapur: sufrió un rebrote entre los trabajadores migrantes que vivían en condiciones mucho peores que los singapurenses.

Joan Carles March, profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública, suma a ese grupo otros dos. "Además de la pobreza, algunas posturas antivacunas que también favorecen esa cuestión y grupos poblacionales de difícil acceso por parte de los sistemas sanitarios", señala. "Las desigualdades en el covid son muy importantes".

"También pasa por una cuestión: la gente hace grupos diversos. Te juntas con tu familia, luego con unos amigos, pero ellos se han juntado con otros... Las relaciones que se establecen son múltiples. Por qué es importante el tema de las mascarillas o la distancia física: por eso. Contactar con mucha gente favorece las posibilidades de poder estar en algunos de esos puntos de unión de esos grupos con alguien que tenga el covid-19", explica March.

Las primeras fases han proliferado las imágenes de terrazas llenas y denuncias de excesos. El brote de Lleida, que seguirá en la fase 1, es un buen ejemplo. Contagios en un matadero y en una fiesta de cumpleaños. Cuatro personas contagiadas acudieron al evento, que reunió a 20 en total (el doble de lo permitido). Todas acabaron dando positivo. "No tenemos que pensar que a mí no me va a tocar", dice March. "Si tú piensas que a ti no te va a tocar, relajas tus medidas de prevención. Das menos importancia a la higiene, la mascarilla, la distancia física y te relacionas con más gente. Y eso favorece el contagio. Y una lección para los gobernantes: que no corran. A pesar de que baja el número de contagios, hay rebrotes y los va a seguir habiendo".

La posibilidad de contagio está también en los entornos más cercanos. En Tenerife, una persona asintomática contagió a ocho familiares, casi todos residentes en el mismo edificio. "La gente piensa: 'Es que yo solo me junto con mi familia'. Claro, pero cada uno tiene sus contactos y por eso es tan importante el control. Este virus era contagioso y sigue siéndolo. Su capacidad de contagio es alta. Si no revisamos aspectos de este tipo, favorecemos los contagios", dice March. Canarias ha pedido también investigar un funeral multitudinario.

Ante eso, el trabajo de los equipos de rastreo es fundamental. "Lo importante, la clave, es el control rápido. Las comunidades autónomas, marcadas por Madrid y por el proceso de pase a otras fases, parece que han favorecido que haya personas buscando los contactos. Si no se rastrea bien, si los rastreadores no tienen formación y conocimientos adecuados, si no hay una colaboración clara entre epidemiología y atención primara, eso no se hará bien. Es fundamental que ese proceso se haga de forma adecuada, exquisita, con cuidado, sabiendo preguntar", continúa March, que profundiza en la labor de los rastreadores. "Es muy importante que las entrevistas de los rastreadores sean muy minuciosas, adecuadas y concretas. Que ayuden a controlar y saber dónde está cada uno. Un rastreador debe ser como un dron que mira a las personas que han estado en contacto y las marca con una cruz".

"El concepto de peligro cero no existe", dice Del Águila, que señala una cuestión cultural como obstáculo para la toma de conciencia de las medidas de protección. "La pandemia es el mayor choque a nuestra manera de comportarnos y de entender la sociedad. Somos personas mediterráneas, latinas. Somos personas muy cercanas, cariñosas; vivimos en la calle, nos tocamos, nos besamos. Todo eso es lo que aumenta el riesgo de contagio. A mí me duele no poder abrazar a mis amigos, es un resto psicológico gigante".

La gran mayoría de los nuevos casos va a tener que ver con contactos cercanos. Detectarlos cuanto antes evitará muchos problemas. "Si eres capaz de mantener los contagios así de localizados y de cerrados, evitas que la epidemia pase a mayores. Actúas quirúrgicamente y aíslas a las personas que tienes que aislar, que a lo mejor son 20, 80 o 100, no una ciudad entera", dice Del Águila.

EL CONFIDENCIAL, viernes 29 de mayo de 2020

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