ELISA SICURI
La respuesta es muy difícil porque, primero, no sabemos si realmente se conseguirá una vacuna eficaz y segura. Hay diferentes candidatas que ya han llegado a la fase 1. Solo si las vacunas superan la fase 3 se puede llegar a la producción y comercialización.
En este momento hay unas ocho vacunas en fase 1. Asumimos que una o varias, quizá dos o tres, de ellas superen la fase 3. La primera pregunta es cuál de todas escogemos, ¿las tres? ¿Escogemos la más eficaz o la que supere antes la fase 3? ¿O la que sea más sencilla de producir? Dar una respuesta ahí va a ser complicado. Somos 7.600 millones de habitantes en el planeta y todos la vamos a necesitar. No se sabe cuántas dosis van a ser necesarias, si será una sola para toda la vida o una al año como la vacuna de la gripe. No sabemos cuál va a ser el proceso productivo de esta o estas vacunas, algunas son sencillas de producir y otras son muy complejas.
Ni el proceso inicial de investigación ni la futura producción los podrá hacer un solo país o una sola compañía farmacéutica si queremos que llegue a todo el mundo. Se tendrán que unir esfuerzos. Y hay algunos pasos en ese sentido. En abril, la OMS ha contactado con fabricantes de vacunas y medicamentos de Asia, en la India, Indonesia y Tailandia, porque allí tienen una gran capacidad productiva. También hay que pensar en “bolsas gigantes” de fondos que se puedan utilizar para la producción de la vacuna. Debe ser un fondo común, porque si no hay muchos riesgos. Por ejemplo, que cada país pague individualmente y quiera la prioridad. Puede suceder también que los Estados que la produzcan no permitan su exportación hasta que no hayan satisfecho la demanda interna. Para evitar esto debe haber una bolsa común en la que se ponga dinero, pero también esfuerzos y conocimiento, se compartan los datos para que cualquiera que tenga capacidad la pueda producir y haya un acceso equitativo a nivel mundial.
También en esto hay un esfuerzo de la OMS. En la reunión de esta semana ha surgido ya, a sugerencia del Gobierno de Costa Rica, una especie de plataforma común en la que todos los investigadores y todos los que tienen algún tipo de conocimiento sobre vacunas, otros medicamentos y diagnósticos sea universal, es decir que todo el mundo pueda acceder a ello.
Si se consiguen superar todas estas complicaciones. Si se consigue que las compañías farmacéuticas no se hagan con la vacuna en exclusiva, si se logra que los países no pongan barreras al acceso a la vacuna, etcétera… entonces llegará otro gran problema que es el de la producción. Hay que tener en cuenta que no se podrá parar la producción del resto de medicamentos, los niños no van a dejar de necesitar la vacuna contra el sarampión o no va a dejar de necesitarse la vacuna anual contra la gripe. Será una dificultad de gestión muy importante que también deberá ser global para que, por ejemplo, algunos laboratorios continúen con un tipo de producción y otros se concentren en la vacuna de la covid.
Esto es lo que se necesitará para lograr la vacuna y hay algunos pasos en ese sentido, pero también hay otros justo en la dirección contraria. Hay políticos que ya han sugerido que su país tenga la prioridad sobre la vacuna. Los mayores éxitos en la investigación sobre covid los están teniendo compañías pequeñas no las grandes farmacéuticas. Pero aunque estas compañías logren la vacuna no tienen capacidad para producirla así que tendrán que llamar a las grandes para fabricarla. Y lógicamente, las grandes empresas van a proteger su participación, históricamente lo han hecho comprando la patente o absorbiendo a la compañía más pequeña. Y esto va en contra de la globalización de la solución a la covid.
Para lograr esa globalización va a ser necesario reducir los privilegios de las grandes compañías farmacéuticas. En algunos casos ya se está haciendo. Alemania ha restringido bastante las patentes de todo lo relacionado con la covid y se habla también de que se suspenda la posibilidad de patentar la vacuna. Pero un elemento clave ahí es si la producción será o no fácil. Si es fácil, la pueden producir laboratorios de cualquier país, pero si es compleja, ahí otra vez, las grandes compañías tendrán una ventaja muy grande.
Necesitamos las respuestas a todas esas preguntas antes de poder calcular cuánto se tardará en producir la vacuna para toda la humanidad y aún no las tenemos. Además, habrá que ver si no surgen nuevas preguntas, porque, por ejemplo, si la vacuna solo tiene una eficacia limitada, del 40% o del 50%, ¿tendrá sentido producirla a gran escala? No tiene por qué ocurrir, pero es un escenario que no se puede descartar.
Elisa Sicuri es doctora en Economía de la Salud, investigadora del Instituto de Salud Global de Barcelona y del Departamento de Epidemiología de enfermedades infecciosas en la Escuela de Salud Pública del Imperial College de Londres.
EL PAÍS, Viernes 22 de mayo de 2020
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