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La esperanza de la inmunidad cruzada: ¿puede un resfriado protegerte del covid-19?

JOSÉ PICHEL

El SARS-CoV-2 no es el primer coronavirus humano. Los científicos han identificado siete, pero solo dos habían causado una preocupación seria antes de ahora, los que originaron las epidemias del SARS y del MERS. Los otros cuatro son muy comunes pero mucho menos virulentos, ya que se relacionan con simples resfriados. La comunidad científica comienza a ver indicios de que haber superado los otros coronavirus puede dejar cierta inmunidad o algún tipo de protección contra el covid-19: es lo que se denomina inmunidad cruzada o reactividad cruzada. Algunos expertos creen que esto podría explicar por qué muchas personas solo sufren síntomas leves o son asintomáticas. Además, si se confirmase, sería una excelente noticia de cara al desarrollo de posibles vacunas y tratamientos.

Un artículo publicado a finales de la semana pasada en la prestigiosa revista ‘Cell’ ha dado alas a esta idea. Los autores, del Instituto de Inmunología de La Jolla, en California, tomaron muestras de sangre de pacientes que se habían recuperado de covid-19 y, al ponerlas en contacto con proteínas de SARS-CoV-2, vieron que se producía una respuesta antiviral por parte de las células T con memoria específica para reconocer y combatir el virus. Pero aún más interesante fue su análisis de muestras de sangre que habían sido recogidas entre 2015 y 2018, ya que vieron que en muchos casos presentaban linfocitos CD4+ que combaten el virus a pesar de que estas personas no habían estado expuestas.

¿Cómo es posible? Probablemente, por contacto con los coronavirus de los resfriados comunes. Esto significa que entre el 40% y el 60% de la población —según los datos de este estudio— ya podría tener al menos un cierto nivel inmunidad al SARS-CoV2 por haber estado expuestos a estos coronavirus anteriores.

“Este estudio es muy interesante, porque no solo analiza la respuesta de anticuerpos, sino también la de las células T específicas frente al virus y demuestra que hay inmunidad no solo de tipo humoral con anticuerpos, sino también celular”, explica a Teknautas África González, catedrática de Inmunología de la Universidad de Vigo y presidenta de la Sociedad Española de Inmunología (SEI). Pero también puede ser clave en la lucha contra el covid-19 el hecho de encontrar que personas no expuestas al SARS-CoV-2 tienen linfocitos “capaces de activarse frente a determinadas partes del virus”.

En ‘Nature’, otro artículo informa de un hallazgo interesante que también tiene que ver con la inmunidad cruzada. Un equipo de investigación internacional identificó anticuerpos de un paciente que se recuperó del SARS en 2003 y probó el potencial de 25 de ellos para inhibir el SARS-CoV-2. El resultado fue que ocho podían unirse tanto al virus como a las células infectadas, pero los autores de este trabajo destacan sobre todo que un anticuerpo, denominado S309, tiene una “actividad neutralizante particularmente fuerte” contra el nuevo coronavirus. De nuevo, reactividad cruzada que en teoría podría ayudar contra el covid-19. En este caso, los investigadores creen que se podrían emplear cócteles de anticuerpos —usando el más potente junto con otros— como profilaxis en individuos de riesgo o como una terapia una vez un paciente esté contagiado, para evitar que llegue a sufrir una infección grave.

Otras investigaciones han apuntado en la misma dirección, aunque por el momento no tienen tanta relevancia porque no están revisadas por pares. En una de ellas, investigadores del Hospital Universitario Charité de Berlín analizaron la sangre de 68 personas no infectadas y descubrieron que el 34% albergaba células T auxiliares que reconocían el SARS-CoV-2.

Otro estudio asegura haber demostrado la presencia de inmunidad preexistente en humanos no infectados y no expuestos al nuevo coronavirus. En esta investigación británica, los científicos utilizaron sueros de pacientes que habían sido infectados recientemente por los coronavirus de los resfriados y comprobaron que podrían neutralizar el nuevo virus.

¿Asintomáticos con inmunidad cruzada?

Todos estos hallazgos sobre inmunidad cruzada tienen distintas implicaciones relacionadas con la expansión de la enfermedad, la prevención por medio de vacunas e incluso tratamientos. “El artículo de ‘Cell’ sugiere que puede existir una cierta inmunidad por exposición previa a los otros cuatro coronavirus que forman parte del cóctel de virus que nos infectan en el resfriado común”, afirma Ismael Mingarro, catedrático de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Valencia, que trabaja en un proyecto financiado por el Instituto de Salud Carlos III sobre las proteínas de la envuelta de SARS-CoV-2.

Esos cuatro coronavirus comunes (HCoV-229E, HCoV-OC43, HCoV-NL63 y HCoV-HKU1) son los protagonistas de nuestros catarros junto a otros agentes patógenos como los rinovirus y, aunque no hay datos concretos, es muy probable que un gran porcentaje de la población haya desarrollado defensas ante ellos, según explicó el propio Mingarro en ‘The Conversation’.

No obstante, “el coronavirus actual se parece más al SARS-CoV-1”, el virus de 2003, “y después al virus del MERS”. Sin embargo, “es probable que cuanto más nos alejemos desde el punto de vista filogenético la respuesta sea menos específica”. Todos son coronavirus y “parte de su maquinaria genética y su estructura serán iguales, así que los anticuerpos contra todos ellos podrían tener algún efecto”, pero hay que tener en cuenta que los involucrados en los resfriados comunes “están un pelín más alejados”.

En cualquier caso, se desconoce cuánto tiempo podría durar la inmunidad que dejen estos antiguos coronavirus. “Lo que está descrito de forma clásica para los coronavirus convencionales es que la inmunidad es corta, y estudios epidemiológicos han mostrado altas tasa de reinfección”, advierte África González. En algunos casos, se ha visto que la inmunidad se había perdido pasado un año.

Según Estanislao Nistal, virólogo de la Universidad San Pablo CEU, la inmunidad cruzada de los coronavirus del resfriado podría explicar por qué unas personas responden mejor que otras al covid-19. “Hasta el 80% de los infectados son asintomáticos o tienen una enfermedad muy leve. En estos momentos desconocemos qué hace a estas personas más inmunes al virus y una posibilidad es que tengan inmunidad cruzada, esto es, que hayan sido estimuladas por una infección con alguno de los coronavirus estacionales”, explica.

En ese sentido, Nistal recuerda que la inmunidad no es todo o nada, sino que puede tener distintos grados dependiendo de la memoria inmune frente a otros virus o su grado de estimulación basal. La inmunidad adaptativa, que se desarrolla tras el contacto con los patógenos, puede reconocer también a agentes infecciosos similares a los ya aprendidos.

Si esta teoría se confirmase, podríamos estar ante una noticia excelente. Los primeros datos del estudio de seroprevalencia, dados a conocer la semana pasada, indicaban que solo el 5% de la población española había estado expuesta y, por lo tanto, era esperable que hubiera desarrollado inmunidad. Sin embargo, tener un 5% de seroconversión no implica que solo el 5% de la población sea inmune al virus ni que nos falte un 55% o un 65% de infectados hasta llegar a lo que se estima que podría ser la inmunidad de rebaño”, opina el virólogo. Probablemente, el porcentaje de personas con “cierta inmunidad” frente al virus es mayor, pero para saberlo harían falta estudios que analicen también la reactividad cruzada de nuestra inmunidad, tanto de anticuerpos como de inmunidad celular, frente al SARS-CoV-2. “Nos servirán para saber de una manera más precisa cómo contener un nuevo brote”, señala Nistal.

Sería interesante estudiar a niños, que suelen infectarse con coronavirus de forma frecuente en forma de resfriado común”, apunta África González, “y que pudiera explicarse que tienen una enfermedad asintómatica o más leve por previa exposición a otros coronavirus, frecuentes en épocas invernales”.

Nuevas pistas para vacunas y tratamientos

Aparte de sus consecuencias para la inmunidad de la población, esta línea de investigación parece tener implicaciones directas en posibles vacunas y tratamientos. Es lo que ocurre con el trabajo publicado en ‘Nature’ sobre los anticuerpos del paciente de SARS. “Realmente, los virus se parecen mucho, así que se supone que puede haber anticuerpos generados contra el SARS que tengan eficiencia contra el coronavirus actual”, destaca Mingarro.

¿Cómo convertirlos en una terapia? “La respuesta que dan las células es aleatoria, no necesariamente obtienes los mismos anticuerpos ante el mismo antígeno. Por eso se recurre a los anticuerpos monoclonales, cuando se tiene uno que funciona bien, se secuencia y se clona, por eso se llaman así, explica. Esta estrategia se aplicaría “a individuos que ya tienen la patología, en los que quieres parar la infección”.

Los anticuerpos monoclonales “pueden obtenerse en grandes cantidades y son muy específicos frente a la parte concreta del elemento que se pretenda reconocer, en este caso una parte del virus, y también se podrían combinar varios de ellos”, comenta la presidenta de la SEI. Su empleo podría servir de tratamiento para bloquear el virus de una forma mucho más específica. De hecho, ya se han desarrollado ya varios anticuerpos monoclonales frente al SARS-Cov-2 y, como tratamiento, serían una alternativa a la transferencia de plasma, en este caso, con concentraciones conocidas y diana concreta. Habría que hacer estudios para confirmar que efectivamente neutralizan el virus y que no se producen procesos de inflamación secundaria”, añade.

En cuanto a la prevención, el estudio del Instituto de Inmunología de La Jolla sugiere que en los desarrollos de las vacunas se deberían incluir otras proteínas más allá de la S, que es la estrategia que están utilizando la mayor parte de los proyectos. “La parte más expuesta del virus es la proteína S y, en principio, debería ser el objetivo prioritario de los anticuerpos”, pero el patógeno desarrolla estrategias para que los sistemas inmunitarios no la reconozcan, así que “puede haber otros anticuerpos que reconozcan otras proteínas de la envuelta” para bloquear su actividad. Así, una mezcla de anticuerpos puede ser más efectiva.

EL CONFIDENCIAL, Martes 19 de mayo de 2020

Imagen: El Confidencial

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