MAIKA ÁVILA
En estos días andamos
pendientes de las listas de los colegios y de los puntos para entrar o
no en el que más nos gusta. La escuela perfecta no existe, como nada en
esta vida. Elegimos según nuestros valores y circunstancias, no
necesariamente en ese orden, y es algo que da muchos quebraderos de
cabeza. Una vez resuelta esa duda, llega otra, la del profesor que le
tocará. ¿Será paciente? ¿Le dará más importancia a las sumas o a la
lectura? ¿Será de los que mandan muchos o pocos deberes? ¿Gritará en el
aula o sabrá ganarse una verdadera autoridad?
Esperanza Conde
quiso ser maestra desde que tiene memoria. Con 51 años y tres hijos:
Manu (19 años), Pablo (15) y Beatriz (12), está convencida de que la
formación del profesorado es una de las claves para cambiar el sistema
desde dentro. Nació en Madrid, donde estudió Magisterio. Probó suerte
con la oposición en Andalucía porque quería vivir en la tierra de su
madre Conchita y tuvo la suerte de aprobar en Jaén hace 28 años.
En
ese tiempo ha cambiado la sociedad entera, "en algunas cosas para bien,
en otras no tanto. El hecho es que la escuela sigue resistiéndose a la
transformación".
¿Por qué?
Hace ya muchos
años que los maestros y las familias nos quejamos de las mismas cosas:
"los niños no prestan atención, no tienen ganas de estudiar, solo parece
interesarles mirar una pantalla, a mi con su edad solo tenían que
decirme las cosas una vez, nosotros éramos mucho más autónomos, con
cualquier cosita nos ilusionábamos, etc..."
Hemos intentado buscar
soluciones, pero dando por hecho que nosotros estábamos en lo cierto y
los que estaban equivocados eran los niños. Veíamos la solución en
convencer a los niños para que fueran como éramos nosotros. Y eso es
imposible. Ellos no pueden ir hacia atrás. A los adultos nos da mucho
vértigo hacer un cambio radical para adaptarnos a ellos. Y en eso
estamos. Tenemos claro que el cambio hay que hacerlo ya pero no nos
atrevemos. Y sobre todo, no sabemos cómo hacerlo.
Había días en los que llegabas a casa llorando.
Me
di cuenta de que todo, o casi todo, lo estaba haciendo al revés. Lo
único importante para el ser humano es ser feliz, y para eso, antes de
nada, hay que estar en paz con uno mismo y con los demás. Y en la
escuela estábamos enseñando de todo menos eso. No ayudamos a los niños a
ser felices. Hay que dar prioridad a las habilidades emocionales y
sociales, por encima de los contenidos.
¿Cómo llegaste a esa conclusión?
Forma
parte de un proceso que continúa y que comenzó un día que fui a buscar
información al Centro de formación del Profesorado (CEP) de
Marbella-Coín. Casualmente había una charla sobre mindfulness.
Ya que estaba allí, me quedé. Tanto la charla como el curso estaba a
cargo de Olivia Recondo, profesora en la Facultad de Psicología de
Málaga, investigadora, pero sobre todo, una maravillosa persona. Mis
hijos eran aún pequeños y no recuerdo cómo conseguí asistir a aquel
curso, pero lo hice. Me cambió, hizo que se tambaleara todo por dentro a
nivel personal y profesional.
Y no has parado de formarte.
Cursos,
jornadas, grupos de trabajo en metodología activa y manipulativa de las
matemáticas, yoga para educar y otros. Ahora estoy metida de lleno en
la metodología Montessori,
en unos cursos maravillosos impartidos por Mª Carmen Hermida. Se
respeta el ritmo de aprendizaje y los intereses del niño, dejando que
aprenda en libertad en un ambiente preparado. A mi modo de ver, es la
metodología ideal, la que proporciona una educación más completa y
consigue que el niño llegue a convertirse en un adulto competente en
todos los ámbitos de la vida.
¿Cómo se lleva esa formación a las aulas?
Adaptándolas
a las circunstancias, intentando darles forma desde la observación. Es
increíble cómo se ven los resultados cuando se cambia la metodología. La
clave está en ponerse en el lugar de los alumnos, observarlos y
escucharlos para adaptarse a sus intereses, dejar que sean ellos los que
dirijan la clase sin que se den cuenta.
Los niños necesitan
manipular, tocar objetos reales, que les planteemos problemas
relacionados con su vida cotidiana para que su aprendizaje sea
relevante. Necesitan sentir emociones para que su cerebro se active y
quiera trabajar.
Los estudios sobre el cerebro nos dan pistas.
Sabemos
cómo hacer para que consigan concentrarse en el trabajo. Y, desde
luego, sentarlos durante horas en una silla con un libro, una libreta y
un boli no es el camino.
Eres profesora en el Colegio Público Mario Vargas Llosa de Marbella.
Llevo desde septiembre, pero soy definitiva y mi intención es jubilarme ya aquí.
Das clase a primero de Primaria, son 25 niños de seis y siete años. ¿Cómo es un día en el aula?
Empezamos saludándonos unos a otros y justo después con una sesión de mindfulness
de unos diez minutos. Algunos días, si los veo predispuestos,
reflexionamos juntos sobre la aplicación de esta técnica en momentos
concretos de nuestra vida y hablamos sobre emociones. Esto les ayuda a
empezar tranquilos y concentrados.
Pero en Primaria hay ya una normativa.
La
seguimos. Son sesiones de 45 minutos más o menos de cada área:
matemáticas, lengua e inglés. Las agrupamos en dos porque si no es muy
poco tiempo para trabajar un área con tranquilidad, sobre todo si se
pretende desarrollar el lenguaje oral, plantear retos, dejar que
trabajen individualmente o en grupos, que manipulen, que pidan ayuda y
que alguien se la dé, que sean creativos, que se relacionen entre ellos
con naturalidad y que aprendan a colaborar unos con otros. Todo esto no
se puede conseguir en 45 minutos.
¿Cómo das Lengua?
Al
menos dos sesiones a la semana las destinamos a lenguaje oral, a que se
expresen libremente, que describan sus objetos preferidos, que cuenten
algo interesante que les ha ocurrido... un niño cuenta y los demás le
escuchan y esperan su turno para hablar.
¿Y matemáticas?
Siempre
de forma manipulativa y encaminada al cálculo mental y la resolución de
problemas. Se plantea desde su vida cotidiana y lanzándoles retos. No
se pasa a papel nada que no se haya trabajado mucho mentalmente antes.
¿Dónde quedan los libros de texto?
No es el material fundamental en nuestra clase. A mi modo de ver, los libros de texto son un recurso más, no algo que esclaviza a alumnos, maestros y padres. Si nos empeñamos en completarlos, no tendremos tiempo de realizar otro tipo de actividades. No es fácil, pero es necesario liberarse de esto.
No es el material fundamental en nuestra clase. A mi modo de ver, los libros de texto son un recurso más, no algo que esclaviza a alumnos, maestros y padres. Si nos empeñamos en completarlos, no tendremos tiempo de realizar otro tipo de actividades. No es fácil, pero es necesario liberarse de esto.
¿Y con qué los sustituimos?
En
todas las áreas usamos material manipulativo: en lengua, alfabeto
móvil; en matemáticas, regletas de Cuissinaire principalmente; en
sociales y naturales, experimentos, etc.... Existe un sinfín de recursos
que podemos utilizar antes de recurrir al libro de texto.
Yo
intento que cada niño elija la actividad que más le guste cuando termina
la tarea de lectoescritura, que lógicamente, es más sistemática. Hay
varias actividades: lectura en el rincón de biblioteca, donde tienen una
alfombra con cojines para estar cómodos, juegos de mesa, fichas de
cálculo, construcciones con regletas, dibujo libre, trabajo con papel,
tijeras y pegamento, plastilina, y otros materiales para que lo utilicen
a su manera. Todos los días me dejan sorprendida con su creatividad.
Cuando alguno inventa algo nuevo, otros le siguen y aprenden unos de
otros.
El sistema educativo está lleno de paradojas.
Estamos
de acuerdo en que hay que fomentar la creatividad y el emprendimiento
en la escuela, pero en la realidad lo que se hace es matar esa
creatividad cuando más activa está, que es en los cursos de la Primaria.
Y cuando ya la hemos machacado, nos rompemos la cabeza elaborando
programas y planes para fomentarla. Y ahí ya es inútil.
Otra
paradoja es que en la etapa en la que los niños están menos activos
intelectualmente, que es la pubertad, es cuando intentamos meterles con
calzador un montón de contenidos que no les interesan nada. En Primaria
los hemos aburrido y a Secundaria llegan sin motivación.
¿Tus alumnos hacen deberes?
A
veces llevan a casa alguna ficha de lectura o de cálculo que ya hemos
trabajado antes en clase para que lo repasen un poco en casa si tienen
tiempo, pero no es obligatorio. Recomiendo a los padres que les dejen
jugar por las tardes, a ser posible al aire libre.
Los niños ahora nunca se aburren.
Pero necesitamos el aburrimiento para que nuestro cerebro invente qué hacer.
En Primaria ya hay exámenes.
No
soy partidaria. Es una manera de convertir la clase en una competición,
colgar etiquetas y hacer que la mayoría se sienta mal. Hay muchas
formas de evaluar el trabajo de los niños sin necesidad de hacer
exámenes escritos. Me cuesta mucho poner un número en los boletines de
notas de niños tan pequeños, pero lo hago porque tengo la obligación.
¿Cuándo deberían aprender a leer y a escribir? ¿Y las operaciones matemáticas?
Cuando
estén preparados para ello. Hay niños que pueden empezar incluso a los
dos años y hay otros que no están preparados hasta los siete u ocho.
Esto no quiere decir que después vayan a tener más o menos éxito. Yo he
visto de todo. Es un error muy generalizado creer que si un niño empieza
a leer muy pronto su rendimiento en el futuro será mejor. En la mayoría
de los casos, no es así.
Que haya muchos profesores sin saber dónde van a estar el curso que viene no ayuda a seguir un proyecto.
Ahora
mismo somos números, y se dan circunstancias tan absurdas como que
alguien que tiene su casa y su familia en Málaga se tiene que ir a un
centro de Córdoba mientras que alguien de Córdoba tiene que ir a Huelva.
Así es muy difícil que se lleven a cabo proyectos de centro y que los
profesores puedan hacer la formación necesaria. Hay que simplificar el
trabajo burocrático y priorizar en formación.
¿Qué lo más importante que un profesor debe enseñar a sus alumnos?
Conseguir
que cada alumno descubra su talento y lo desarrolle. Que cuando se
enfrente al mundo laboral lo haga en el campo que más le guste y que sea
capaz de buscar la forma de ser más feliz. Ese es el verdadero éxito.
Seguir a Maika Ávila en Twitter:
www.twitter.com/maikaavila
HUFFINGTON POST, Jueves 19 de mayo de 2016
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