LAURA PERAITA
Los
expertos en educación familiar lo tienen claro. Hacer que un niño sea
feliz no significa darle todo aquello que quiera. Si los padres compran o
acceden a todos los deseos de sus pequeños, cada vez querrán más cosas y
sus peticiones no tendrán fin, lo que supondrá que llegará un momento
en que será imposible concederles todo y se enfadarán y no sabrán cómo
aceptar su frustración.
Partiendo de esta premisa, la psicóloga y escritora Silvia Álava asegura que «dándoles caprichos se logra una felicidad momentanea, efímera, pero no una verdadera felicidad interna». Explica que hay diez claves que sí son importantes tener en cuenta para los padres que quieran hacer felices a sus hijos de verdad:
—El mayor regalo que se le puede dar a un niño no es material, es tiempo. La atención de sus padres es lo que más valoran. Cuando no tienen esa atención, a los niños no les importa portarse mal y que sus padres les regañen porque es su estrategia para conseguir que les hagan caso.
—Hay que darles mensajes positivos del tipo «Vamos, yo sé que tú puedes» cuando se sientan desaminados por alguna circunstancia. Es importante fortalecer sus acciones.
Partiendo de esta premisa, la psicóloga y escritora Silvia Álava asegura que «dándoles caprichos se logra una felicidad momentanea, efímera, pero no una verdadera felicidad interna». Explica que hay diez claves que sí son importantes tener en cuenta para los padres que quieran hacer felices a sus hijos de verdad:
—El mayor regalo que se le puede dar a un niño no es material, es tiempo. La atención de sus padres es lo que más valoran. Cuando no tienen esa atención, a los niños no les importa portarse mal y que sus padres les regañen porque es su estrategia para conseguir que les hagan caso.
—Hay que darles mensajes positivos del tipo «Vamos, yo sé que tú puedes» cuando se sientan desaminados por alguna circunstancia. Es importante fortalecer sus acciones.
—Se debe medir bien lo que se les pide en
función de sus edad y maduración. Si se les exige demasiado y no logran
sus metas si son demasiado altas será frustrante para ellos. No merece
la pena que se sientan así de forma gratuita.
—Reforzar cada paso positivo que dé.
Si se ve que se esfuerza por conseguirlo, aunque no llegue a lograrlo
hay que motivar también su esfuerzo porque cualquier aproximación es
buena.
—Pedirle que haga cosas que se le den bien y que le haga sentirse feliz para que su autoestima crezca.
—Mitigar sus defectos y resaltar sus virtudes. Es importante observarse y detectar sus fortalezas para trabajarlas con él y fomentarlas.
—Si lo necesitan, los padres deben pedir ayuda sin sentirse mal por
ello. Si les ayudan a sus tareas, el tiempo de calidad con los niños
será más fructífero. Es mejor que los niños no noten el estrés de sus
padres y que puedan disfrutar momentos importantes para ellos como son
la hora del baño, los juegos, los deberes, un cuento por la noche...
—Es esencial enseñarles a pensar y,
para ello, hay que dotarles de los recursos necesarios. No se deben
resolver sus problemas, no hay que evitar que se equivoquen, sino
ayudarles a darse cuenta de los errores para que sepan reaccionar de
forma correcta.
—Las emociones positivas neutralizan las negativas.
Por ello es importante buscar momentos positivos del día para
recordarlos y resaltarlos en común para que aprenda a buscarlos él solo y
se sienta bien.
—La vida es mucho más que un boletín de notas del colegio.
No hay que quitar importancia a sus resultados académicos, pero hay
saber qué lugar ocupan en su desarrollo y no «crear un drama» por las
notas.
Silvia Álava añade que es importante que los niños
«aprendan cuanto antes a tener la capacidad de ser autónomos porque les
ayudará a sentirse seguros, ser tolerantes y soportar mejor la
frustración».
ABC, Lunes 16 de mayo de 2016
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