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¿Por qué es importante comer carne?

ITZIAR DIGÓN ESCUDERO
La carne, ya sea de vacuno, cerdo, cordero o ave constituye una de las principales fuente de proteína de las que dispone el ser humano.
Desde un punto de vista nutricional, la importancia de la carne deriva de sus proteínas que son de características y proporciones similares en todos los tipos de carne. Estas proteínas son de alta calidad ya que contienen todos los aminoácidos esenciales. El organismo no es capaz de sintetizar estos aminoácidos por lo que se hace indispensable incluirlos a través de la dieta.

¿Cuáles son las carnes más habituales?

Las carnes de cordero y de cabra son las que más contenido en grasas saturadas contienen por lo que se recomienda su consumo de forma ocasional.
La carne de vacuno tiene un contenido en grasas saturadas intermedio pero destaca por aportarnos hierro y otros minerales fundamentales para el buen funcionamiento del organismo. Su recomendación de consumo está entre 1 o 2 veces por semana.
Podemos decir respecto a la carne de ave (pollo y pavo en particular) que su contenido en grasas es bajo y su recomendación de consumo está entre 3 o 4 veces a la semana.
La carne de cerdo la hemos visto durante mucho tiempo como la “gran enemiga”; pero algunas partes de este animal como el lomo o el jamón contienen menos grasa que otras partes, además de no contener altos nieves de colesterol y una proporción óptima de ácidos grasos esenciales.
Y por último la carne de conejo. Es el tipo de carne que contiene una proporción de grasa más baja además de un alto contenido en ácidos grasos. Esto la hace más saludable y sería interesante un consumo más frecuente; a pesar de que en los últimos años lo hayamos reducido en nuestro país.
En conclusión, es importante saber que la carne, en general, ofrece múltiples beneficios si la consumimos de forma responsable (en cuanto a su calidad y cantidad). Además de informarnos de cómo ha sido alimentado el animal en cuestión porque este factor hace variar considerablemente su calidad nutricional.
EL MUNDO, Jueves 26 de mayo de 2016

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