Ir al contenido principal

Mi bebé de nueve meses come paella. Y macarrones

CAROLINA GARCÍA
Mi hija tiene 11 meses y desde los nueve come todo tipo de comida en trozos. En un principio no fue por mi propia voluntad, sino porque empecé a leer en la agenda, que minuciosamente escribe la educadora de mi hija, Belén, que la peque comía puré de verduras y macarrones con chorizo, o fideuá, entre otras suculentas comidas. Entonces me dije: ¿a lo mejor es más fácil si Carlota, que así se llama mi bebé, come lo mismo que nosotros?
La primera prueba, tras varios intentos exitosos con el pan y otros alimentos duros (como galletas), fue con la paella de la abuela. Es cierto que es difícil negarse, porque le sale muy bien. Bueno, pues allí estábamos todos, sentados y observando cómo reaccionaba ese pequeño ser. Primera cucharada y ningún signo de extrañeza. Al revés, abría la boca como si mentalmente dijera un: ¡Mamá quiero más!”. A la cuatro dientes ahora el puré le aburre. Dicen los expertos que es normal, cuando te dan algo mejor, querer otra cosa. Aunque yo empecé tarde.
Hay un nuevo, bueno nuevo por decir algo, movimiento que defiende que los niños deben saltarse la fase purés y empezar directamente con la comida en trozos. Un proceso que tiene su propio nombre Baby Led Weaning (BLW), o lo que es lo mismo “comida autorregulada”, cuando se empieza a introducir la alimentación complementaria en los bebés. Según la OMS, esto debería ocurrir a los seis meses de edad. La traducción más literal del término sería destete dirigido por el niño y lo inventó Gill Rapley (nutricionista y directora adjunta de la Iniciativa de Hospitales Amigos de los Niños (IHAN) de UNICEF en Reino Unido). Así, el niño descubre por sí solo las texturas y sabores de los alimentos sólidos, siempre que sean de fácil masticación y no conlleven ningún peligro.
"Esta corriente implica un modo de pasar de la alimentación liquida a la sólida sin utilizar cucharas ni pasar por la etapa de purés. De acuerdo con esta tendencia, al ofrecer comida sólida al niño, este va a mejorar su coordinación óculo-manual, solo va a comer lo que puede y quiere, con lo cual no puede sobrealimentarse ni pierde interés por la comida", explica Susana Ambrosy, pedagoga, especialista en nutrición y directora de la E. I. El Girasol.
Si nos fiamos de la teoría en la que se basa el BLW el niño, al comer por sí mismo, solo va a ingerir lo que quiere y lo que puede, favoreciendo la sensación de tener hambre o no”, dice Ambrosy.
En 2012, una investigación concluyó que "los bebés destetados a través del enfoque de la alimentación autorregulada aprenden a gestionar su ingesta, una conducta que lleva a un menor índice de masa corporal y a una preferencia por alimentos saludables, como los hidratos de carbono. Esto tiene implicaciones para la lucha contra el bien documentado incremento de la obesidad en las sociedades contemporáneas", aseguraron los autores.
El inconveniente para mí más importante, es que los niños en los que el reflejo de náusea aún está muy presente o cuyo instinto innato hace que saquen la lengua cada vez que introducen algo sólido en la boca, lo van a pasar mal, no van a poder. Tal vez no es que no quieran comer, es que aún no aguantan esa textura”, añade Ambrosy. “Lo fundamental es observar a cada niño”, continúa la educadora, “y no obsesionarse ni con este método ni con otro -solo a base de purés-”.
Ambrosy explica que antes de comenzar el proceso BLW es importante también tener en cuenta varias cosas:
  •  Este método NO está concebido para niños menores de 6 meses, incluso a veces se considera que hasta los 8 meses el niño debe alimentarse de leche exclusivamente (preferiblemente materna, pero también puede ser fórmula). El bebé ha de poder sentarse solo erguido.
  •  El ritmo de la adquisición de todas estas técnicas y habilidades requeridas para iniciar con éxito el proceso de alimentación sólida de manera independiente varía mucho de un niño a otro.
  •  Si consideramos que cada niño puede tener un momento diferente para echarse a andar solo, ¿por qué no consideramos lo mismo con el proceso de la alimentación?
  •  Lo importante es observar al bebé, y si se ve que está obviamente interesado en la comida sólida se le puede empezar a ofrecer trozos de comida que pueda coger con sus propias manos con facilidad, sentado a la mesa con los adultos e intentando mantener una dieta equilibrada.
  •  Al iniciar el Baby Led Weaning hay que estar preparado para que el niño coma poco al principio, pero no olvidar seguir ofreciendo la misma cantidad de leche hasta que los sólidos no estén bien establecidos y, sobre todo, hay que estar (como en el caso de la alimentación tradicional con purés) preparado para cambiar de opinión y de método si no es positivo para el niño.
Para sus seguidores, el BLW tiene mucho sentido. Si lo pensamos, tampoco es tan descabellado, nuestros antepasados ya lo hacían. Y no hay que irse muy lejos. La batidora se inventó a principios del siglo XX, comercializada en un principio para restaurantes, ahora parece imposible visitar una cocina sin ver una. ¿Y qué hacíamos antes? Pues usar el mortero, utensilio que dependiendo de la fuerza que tuvieras se conseguía una papilla o salsa más o menos grumosa en una hora. Con la batidora, el resultado es muy fino y se tarda menos de cinco minutos.
Los defensores del Baby Led Weaning defensores aseguran que, además, con este método “el bebé se sienta con la familia en la mesa a la hora de comer, usando primero sus manos y más adelante los cubiertos”, un método muy relacionado con la crianza de apego como puede ser el porteo o la lactancia materna durante el máximo de tiempo posible.
Tal vez aferrada, pero totalmente confiada por las palabras de mi pediatra, a mí me daba miedo dar la comida en trozos a la pequeña, preocupada porque se atragantase y oponiéndome a mi pareja, que lo único que quería hacer era darle un trozo de jamón a Carlota para que disfrutara. Tras esta experiencia, es verdad que mi bebé come fenomenal, he de decir que si yo tuviera un segundo hijo, intentaría este sistema a los seis meses.
 
EL PAÍS, Lunes 30 de mayo de 2016

Comentarios

Entradas populares de este blog

«Los buenos modales no están de moda, pero es imprescindible recuperarlos»

FERNANDO CONDE Hoy en día es frecuente enterarte por los medios de noticias relacionadas con la falta de respeto, el maltrato, el acoso, etc. Podemos observar muchas veces la ausencia de un trato adecuado a los ancianos, la agresividad incontrolable de algunos hinchas de fútbol; la poca estima a la diversidad de opiniones; la destrucción del medio ambiente; el destrozo del mobiliario urbano y un largo etcétera que conviene no seguir enumerando para no caer en el pesimismo que no conduce a nada y el problema seguirá ahí. Un problema que podríamos resumir en que se ha ido perdiendo el valor de la dignidad humana en general. Los modos para alcanzar la felicidad, siempre deseada, se apartan de las reglas y normas de conducta más elementales de convivencia colectiva que han acumulado las culturas y los pueblos a través de los siglos. La idea de que «la dignidad empieza por las formas» que resume este artículo es una afirmación bastante cierta, porque la forma, no pocas veces arrastr

Qué le pasa a tu bebé cuando dejas que llore sin parar

  GINA LOUISA METZLER Muchos padres creen que es útil dejar llorar a su bebé. La sabiduría popular dice que unos minutos de llanto no le hacen daño, sino que le ayudan a calmarse y a coger sueño. Se trata de la técnica de la espera progresiva , que fue desarrollada por el doctor Richard Ferber, neurólogo y pediatra de la Universidad de Harvard en el hospital infantil de Boston (Estados Unidos) , y que sigue utilizándose en la actualidad en todo el mundo. Casi nadie sabe en realidad lo que ocurre a los bebés cuando siguen llorando, pero las consecuencias físicas y psíquicas podrían afectarles toda su vida. Cuando un bebé llora sin que sus padres lo consuelen, aumenta su nivel de estrés , ya que, a través de su llanto, quiere expresar algo, ya sea hambre, dolor o incluso necesidad de com

¿Qué hay detrás de las mentiras de un niño?

ISABEL SERRANO ROSA Los niños no son mentirosos, pero mienten . Lo hacen cuando tienen algo que decir o que aprender. Hasta los cuatro años, con sus historietas sorprendentes, quieren narrarnos su mundo de fantasía. Somos la pantalla en la que proyectar su película. Entre los cuatro y los siete años construyen su mini manual de moralidad con ideas muy sencillas sobre lo que está bien y mal, basado en sus experiencias "permitido o no permitido " en casa y en el colegio. Con su gran imaginación, las mentiras son globos sonda para saber hasta dónde pueden llegar. Entre los ocho y los 12 años la realidad se abre camino y la fantasía se vuelve más interesada.  El pequeño pillo de nueve años desea ser bueno, pero se le escapan las trolas por el deseo de gustar a los demás, ocultar alguna debilidad o evitar castigos. En general, mienten a sus crédulos coetáneos o, por el contrario, les escupen a la cara alguno de sus descubrimientos del trabajo de campo que significa crecer.