Ir al contenido principal

Nietos, la prolongación de la alegría

JUAN CRUZ
Lo primero que quieres saber es cuándo ríe. Miras el peso, descubres la alegría cansada en la cara de tu hija, atiendes con resignación a las comparaciones entre la cara del niño y los rostros de toda la familia, y luego preguntas: ¿Y cuándo ríe? Al cabo de un tiempo preguntas si ya se fija, y cuando ya ha sonreído por primera vez y ya sabes que se fija (en todos, menos en ti, quizá) haces la pregunta inevitable: ¿Y cuándo habla? En general, todas esas preguntas están respondidas por la ciencia médica y por la experiencia. Pero tú insistes como si el niño que ha nacido hace un mes fuera una criatura excepcional que va a revolucionar la línea argumental de todos los recién nacidos.
No, el niño hablará más adelante. Pero como te cansas de esperar, cualquier sonido que emita ya te parece el preámbulo de sus palabras. Cuando te sacan del error y te dicen que, simplemente, el niño ha eructado, sigues esperando resignado a que por fin emita el primer sonido que sea una palabra. Mi nieto, en particular, dijo su primera palabra una tarde que había empezado de manera dramática para mí mismo: le habían detectado cierta tendencia al asma, y como yo soy asmático puse de inmediato en marcha el complejo de culpa: a ver si el niño va a heredar esta pertinaz sequía de mis pulmones. Cuando salió de la consulta se despejaron las dudas: tendrá otras herencias, pero esa no la va a tener. Así que él salió hacia la puerta grande del centro médico y halló delante uno de sus artilugios favoritos: un ascensor. Y dijo, ante la sorpresa general, la primera palabra que articuló en su vida: “¡Ascensor!”. Con todas las sílabas, con todas las letras.
Ahora estamos esperando (¡estoy esperando!) que sepa leer de corrido, pero le falta algún tiempo. Cuando ya lea, imagino, querré verlo escribiendo novelas, y finalmente ganando premios… Porque los abuelos somos insaciables; los nietos nos prolongan la alegría, y en un momento determinado son la prolongación de nuestra vida. A mí me ha rejuvenecido mi nieto, porque todos los días me depara alguna sorpresa, en lo que dice, en lo que hace. Y en lo que me ilusiona verlo crecer hasta ser el árbol ante el que algún día me sentaré a buscar su sombra.
 
EL PAÍS, Jueves 05 de mayo de 2016

Comentarios

Entradas populares de este blog

«Los buenos modales no están de moda, pero es imprescindible recuperarlos»

FERNANDO CONDE Hoy en día es frecuente enterarte por los medios de noticias relacionadas con la falta de respeto, el maltrato, el acoso, etc. Podemos observar muchas veces la ausencia de un trato adecuado a los ancianos, la agresividad incontrolable de algunos hinchas de fútbol; la poca estima a la diversidad de opiniones; la destrucción del medio ambiente; el destrozo del mobiliario urbano y un largo etcétera que conviene no seguir enumerando para no caer en el pesimismo que no conduce a nada y el problema seguirá ahí. Un problema que podríamos resumir en que se ha ido perdiendo el valor de la dignidad humana en general. Los modos para alcanzar la felicidad, siempre deseada, se apartan de las reglas y normas de conducta más elementales de convivencia colectiva que han acumulado las culturas y los pueblos a través de los siglos. La idea de que «la dignidad empieza por las formas» que resume este artículo es una afirmación bastante cierta, porque la forma, no pocas veces arrastr...

¿Qué hay detrás de las mentiras de un niño?

ISABEL SERRANO ROSA Los niños no son mentirosos, pero mienten . Lo hacen cuando tienen algo que decir o que aprender. Hasta los cuatro años, con sus historietas sorprendentes, quieren narrarnos su mundo de fantasía. Somos la pantalla en la que proyectar su película. Entre los cuatro y los siete años construyen su mini manual de moralidad con ideas muy sencillas sobre lo que está bien y mal, basado en sus experiencias "permitido o no permitido " en casa y en el colegio. Con su gran imaginación, las mentiras son globos sonda para saber hasta dónde pueden llegar. Entre los ocho y los 12 años la realidad se abre camino y la fantasía se vuelve más interesada.  El pequeño pillo de nueve años desea ser bueno, pero se le escapan las trolas por el deseo de gustar a los demás, ocultar alguna debilidad o evitar castigos. En general, mienten a sus crédulos coetáneos o, por el contrario, les escupen a la cara alguno de sus descubrimientos del trabajo de campo que significa crecer....

El tabú de estar desnudo en casa delante de los hijos

NATALIA LÓPEZ PEVIDA El encuadre no recogía más que algunos juguetes y dos caras, las de un padre y su  hijo  disfrutando de un buen baño, pero las críticas no se hicieron esperar cuando el bloguero y activista LGTBI Perez Hilton subió la fotografía a Instagram (imagen del artículo). El  selfie  solo podía ser el fruto de un " pervertido " o un " degenerado ", según algunas de las reacciones de quienes expresaron su horror ante la posibilidad de que el niño pudiese ver el cuerpo desnudo de su padre. Días después, Hilton zanjaba el tema declarando que se había duchado con el bañador puesto. ¿Por qué tuvo que justificarse? La desnudez paterna da lecciones que no todos entienden Mostrarse desnudo ante los hijos es un asunto delicado que cada familia gestiona a su manera, pero el choque entre las distintas perspectivas revela un oscuro tabú.  Hay un punto de vista que enfoca la exhibición del cuerpo humano como algo indigno , probablemente una herencia d...