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Se acabó lo de cenar con dibujos

 AMAYA GARCIA
A aquellos a los que David el Gnomo y Heidi marcaron la infancia les toca lidiar ahora con sus hijos entre Bob Esponja y la Patrulla canina. Los dibujos animados son parte de la existencia -con más o menos intensidad, según cada casa-, pero todos guardamos un recuerdo asociado a una serie. Ahora la tentación se cuela por la televisión, por las tabletas, por los móviles... con lo bueno y con lo malo y no conviene despistarse. ¿Cuántos dibujos deben ver los más pequeños? ¿Cuáles? ¿Son mejores las series de antes o lo son las de ahora? La teoría siempre viene bien conocerla y opiniones hay para aburrir; la adaptación a la práctica es ya cosa de cada uno.
De entrada, en lo que parecen coincidir los expertos es en que la caja tonta debe estar apagada durante el desayuno, la comida y la cena: "Son momentos para compartir y conversar con los chavales y eso es más importante que ver la televisión", explica Alberto Soler, psicólogo. "De hecho, está comprobado que hasta tenerla de fondo sin verla tiene un efecto negativo: distrae y provoca que se digan menos palabras, lo que empobrece la conversación y así el desarrollo del lenguaje del niño".
Patrulla canina, Pocoyó, Dora la exploradora, Peppa Pig... Son los elegidos hoy por los menudos de la casa a la hora de entregarse al mundo de la animación, aunque también mantienen su tirón clásicos como Willy Fog y D'Artagnan. La Academia Americana de Pediatría recomienda que los menores de dos años ni se asomen a la pantalla. "Y a partir de esa edad deben hacerlo con control y límites", puntualiza Soler. En buena medida, porque está comprobado que de cara a su desarrollo hay otras actividades más recomendadas, "como la interacción con los padres o con iguales".
Aunque muchos padres tiran de dibujos para tener un rato de tranquilidad, lo cierto es que también hay quien piensa que es una manera de potenciar algunas capacidades de los chavales. "Los niños hoy son nativos digitales y están muy acostumbrados a los contenidos interactivos. La animación puede ser una vía para aprender idiomas, colores, formas...", afirma Carlos Bierns, presidente de Diboos, Federación Española de Asociaciones de Productoras de Animación. "Es una especie de 'abuelo digital' que ayuda al niño a ser más rico. Siempre, eso sí, buscando un cierto equilibrio".
Pero más allá de la vertiente pedagógica hay mucha tela que cortar. Según el estudio realizado por investigadores de la Universidad de Granada en 2014 -el más completo hasta la fecha-, hay series como Monster High y Shin Chan que "muestran estereotipos negativos de la mujer". En total, analizaron 163 series nacionales y extranjeras; 621 personajes pasaron por el escrutinio. Ellas sólo representaban un 33% de los personajes y aparecían con perfiles consumistas, superficiales y celosos. Su papel se reducía a ser novia, madre o mujer del villano. Quizá tenga algo que ver que sólo el 9% de las series está dirigida por mujeres.
La transmisión de valores no siempre es la correcta, por eso que los adultos supervisen este consumo es fundamental. La exposición a las pantallas es constante. Al día, sin embargo, no deben consumir más de dos horas delante de una pantalla. "Los contenidos siempre tienen que estar adaptados a su edad", añade Soler. "Los dibujos, cuanto más lentos y menos movimiento de secuencia tengan, mejor porque menos riesgo de sobreestimulación". Pocoyó, por ejemplo, encaja en este modelo: "Es sencillo, lento, el fondo blanco permite focalizar la atención...".
"El ritmo y la identificación con los personajes, sobre todo en los que van dirigidos a un público más pequeño, son fundamentales para engancharles", explica Bierns. Y en buena medida en eso radica el éxito del fenómeno Patrulla canina. "La productora es una juguetera. El perfil de la serie era buscar mascotas que los niños tienen en casa, como los perros, y situaciones de salvamento que todos identifican". Es un ejemplo claro de "éxito internacional".
Pero frente a lo nuevo, sigue habiendo historias que "perduran en el tiempo, como Tom y Jerry, la Pantera Rosa o D'Artganan". De hecho, hay series de hace 30 años cuyos mensajes y valores son totalmente adaptables a hoy: "David el Gnomo, que es una producción española, ya trataba el tema del medio ambiente, el cuidar los árboles, la contaminación...". Quizá no estaría de más conocer la historia de David y Lisa entre tanto ladrido de Chase, Marshall, Rocky, Zuma, Rubble y Skye.
EL MUNDO, Domingo 29 de mayo de 2016

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