PABLO GUIMÓN
Elaine Wyllie, profesora de primaria ya jubilada, pasó muchas horas
mirando por las ventanas de su aula de un colegio de Stirling, en
Escocia. Así, sin saberlo, fue dando forma a su idea. “Se veía un
parque, y a mí me encantaba contemplarlo”, explica. “A veces miraba a
los alumnos en clase y me preguntaba si no estarían mejor ahí fuera
corriendo”.
Fue un voluntario que trabajaba en aquel colegio St Ninians, cuando
Wyllie era ya directora, el que le abrió los ojos. “Estos niños están
demasiado poco en forma”, le dijo. Nada raro. Casi el 40% de los niños
británicos de entre 11 y 15 años padece sobrepeso, y uno de cada diez ya
es obeso antes de empezar el colegio. Los niños ingleses en edad
escolar, según un estudio reciente, están en peor forma que nunca. Algo
que los expertos atribuyen, principalmente, a la vida sedentaria.
De repente, un día de febrero de 2012, Wyllie decidió pasar a la
acción. “Vamos todos a la calle”, les dijo a sus alumnos. Les llevó al
parque de al lado, el que llevaba años mirando por las ventanas de la
clase, y les propuso que lo rodearan corriendo. “Una vuelta al parque
era un cuarto de milla”, recuerda. “Tenían 10 años y no logró
completarlo ninguno, acabaron todos exhaustos”.
Exhaustos, pero divertidos. Al día siguiente repitieron la prueba. Al
otro también. “En un mes estaban transformados”, asegura Wyllie. “Todos
podían correr una milla [1,6 kilómetros], que era dar cuatro vueltas al
parque. Por eso lo llamamos la milla diaria”.
Para Semana Santa ya se habían apuntado cinco clases más. Y en verano
todo el colegio hacía la milla diaria. “Se les anima a correr, pero
pueden ir andando, saltando… como quieran”, explica. “La clave es que
les encanta. Tiene que ver con todas las necesidades de los niños: el
aire fresco, la libertad, la diversión… Funciona porque sucede donde los
niños están cada día, en el colegio. No tienen que cambiarse de ropa,
puede ser a cualquier hora. Todos participan y todos ganan. No es
deporte, es salud”.
Hoy más de 600 colegios en Escocia y otros 200 más en Inglaterra y
Gales practican la milla diaria. Los tres principales partidos escoceses
recogían la propuesta en sus programas para las elecciones regionales
del pasado 5 de mayo. “Nuestra ambición es que Escocia sea la primera
nación de la milla diaria”, decía el programa con el que ganó las elecciones el nacionalista SNP.
Los índices de sobrepeso en el colegio son hoy casi la mitad de la
media escocesa. La milla diaria ha mejorado la forma física de los
niños, según los profesores, pero también su comportamiento, su
concentración y su rendimiento académico. “Los niños satisfacen sus
necesidades físicas, ejercen de niños, y luego se portan mejor y se
concentran más”, explica. Y todo ello, sin coste alguno.
Esa información anecdótica va camino de convertirse en evidencia
científica, gracias a un estudio comparativo que está realizando la
universidad de Stirling, que medirá los beneficios “físicos, cognitivos y
emocionales” de la milla diaria. “Ninguna otra iniciativa en el mundo
occidental ha funcionado para reducir la obesidad infantil y esperamos
que este estudio demuestre que la milla diaria sí funciona”, confía.
Hoy Elaine Wyllie está jubilada como profesora y se dedica a recorrer
el mundo tratando de dar a conocer su proyecto, con la ayuda de una
fundación que apadrinó su causa. La milla diaria se practica ya en
colegios de Bélgica, Polonia, Italia y Holanda. Cada semana se suman
nuevos centros.
Ella, por cierto, no es deportista. “¡En absoluto!”, asegura entre
risas. Pero la milla diaria, aclara, no tiene que ver con el deporte
sino más bien con la niñez. “En 15 segundos recuerde un momento de juego
feliz durante su niñez”, propone. “¿Era en el exterior o en el
interior? ¿Solo o con amigos? ¿Había adultos dirigiendo? ¿Había
implicado un complejo juguete manufacturado? Si responde lo que creo que
ha respondido, esa es para mí la definición de la niñez. Y todo eso es
la milla diaria”.
EL PAÍS, Martes 24 de mayo de 2016
Comentarios
Publicar un comentario