JAVIER LÓPEZ TAZÓN
El último fallo detectado por la compañía de seguridad Rapid7 en el osito de peluche Smart Toy Bear, de Fisher-Price, es sólo otro aviso de los problemas que puede ocasionar la nueva generación de juguetes conectados.
El aspecto de las nuevas Barbies, muñecas, peluches en general, continúa siendo el mismo que hace unos años, pero ahora
tienen una cualidad que les hace especialmente atractivos. Preguntan,
responden, interactúan, se conectan con Internet, toman fotos... Pero no son sólo más atractivos para los niños, también para los hackers. De hecho, a mediados de noviembre,
el fabricante de juguetes electrónicos Vtech sufrió un ataque que dejó
al descubierto datos, fotos y fichas de casi seis millones y medio de
niños de todo el mundo y casi cinco millones de padres.
Precisamente,
el oso de peluche en el que Rapid7 ha descubierto esta última brecha de
seguridad, está fabricado por Ficher-Price junto con Vtech.
En el caso del fabricante de juguetes de Hong Kong, el ataque no pretendía utilizar los datos y las fotos, sino que quería demostrar la debilidad de la seguridad de esta nueva generación de peluches y muñecos conectados.
En
el último año se han denunciado ataques o fallos de seguridad en la
empresa responsable de Hello Kitty, Barbie Hello, My Friend Cayla,
VTech, Fisher-Price...
Una de las medidas de seguridad que están tomando los fabricantes es que no existan sistemas de grabación en los propios juguetes para que no acumulen datos.
Sin embargo, la inteligencia de los muñecos (también tabletas o
miniordenadores para niños) conectados reside en la nube. Los datos
viajan a través de internet hasta servidores que se encargan de
procesarlos, interpretarlos, hallar respuestas y devolverlas.
El mundo infantil es especialmente sensible en el terreno de la seguridad, tanto por la indefensión como por la inconsciencia con la que actúan. Una
foto tomada con la cámara que lleva un osito en la punta de la nariz de
nuestro hijo cuando está en la bañera puede ser muy tierna o puede
tener un uso fraudulento y doloroso. En este sentido, no sólo los juguetes han sido objetivo de ataques, sino también las cámaras de vigilancia de bebés.
Por cierto, las webcams y cámaras de los móviles y tabletas son uno de los objetivos más fáciles de hackear. Más de un experto en seguridad lleva las lentes tapadas con cinta aislante.
EL MUNDO , Jueves 04 de febrero de 2016
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