SALVADOR CASADO
Médico de familia
Nos hemos quedado sin abuelas.Y sin confesores. Las abuelas simbolizan
esa parte femenina y sabia que había en todas las familias. Los
confesores, la posibilidad que siempre ha habido de poder contarle a
alguien aquello que nos pesa por dentro.
En nuestra sociedad nos hemos quedado sin ambos, otra de las muchas
cosas que hemos perdido en el camino. Ahora todos tenemos móvil y
conexión a internet, consultamos el whatsapp y las redes sociales. Nos
relajamos con nuestras teleseries y hacemos deporte viendo partidos y
torneos en nuestra sala de estar.
Cuando el niño se pone malo, vamos al centro de salud o a Urgencias del
hospital. Cuando nos sentimos mal por que no aguantamos más en el
trabajo, con nuestra pareja o con los mil problemas que tenemos, también
vamos.
Las abuelas se perdieron. Unas siguen estando en el pueblo, otras en su
pisito, del que salen poco. Muchas, en la residencia. Y de los
confesores, no les digo nada. Ahora es más moderno: al psicólogo. Pero
como sale caro, terminamos en el médico de cabecera que, como no tiene
tiempo escuchar nuestras cuitas, nos acaba dando algún medicamento.
Yo echo de menos a las abuelas. Sus manos, sus historias, los guisos
suculentos. Sin ellas, esta soledad se hace más difícil de llevar, por
mucho prozac que se empeñen en recetarnos.
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www.twitter.com/doctorcasado
HUFFINGTON POST, Viernes 19 de febrero de 2016
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